domingo, 25 de julio de 2010

Uniones de hecho, nuevo ataque a la familia

 

Querien Vangal

Julio / 2010

 

Ya no saben que inventar, todo lo que signifique degradar a la humanidad, bienvenido sea.

 

Las sociedades se encuentran en una encrucijada. Se trata de una verdadera revolución que busca demoler sus propios fundamentos. ¿Reaccionarán las sociedades del mundo?

 

Para las minorías partidarias del "matrimonio homosexual", la igualdad, ese tótem en nombre del cual todo se impone, sirve de motor, como también la pseudo-evolución de las costumbres. Ellos niegan en bloque el orden divino, el sentido común, las bases del derecho y de la familia… Es un puño de odio y de rebelión que blanden contra Dios.

 

Ahora le toca el turna a Chile.  Bajo el impulso del Senador Allamand, y contando con el apoyo de senadores de la Democracia Cristiana y de diversos partidos de centro y de izquierda, se presentará en los próximos días un proyecto de "uniones de hecho" en el Senado. Se trata del llamado "Acuerdo de Vida Común" (AVC).

 

El Presidente Piñera, afirmó que su gobierno presentará otro proyecto:

 

"Vamos a promover una legislación que resuelva problemas reales, de carácter patrimonial, de salud, de herencia, de esas parejas, sin desnaturalizar lo que es la esencia del matrimonio". (La Tercera, 15/06/2010)

 

Qué dicen los Papas

 

El Papa Benedicto XVI, se manifestó, en 2006 contrario al "Pacto Civil de Solidaridad", una iniciativa que daba reconocimiento legal a las parejas de hecho en Italia:

«Es un grave error obscurecer el valor y las funciones de la familia legítima, fundada sobre el matrimonio, atribuyendo a otras formas de unión reconocimientos jurídicos impropios, de los que no existe, en realidad, ninguna exigencia social efectiva». (Zenit, 12 de enero de 2006).

 

Dirigiéndose a los obispos españoles, el 19 de febrero de 1998, Juan Pablo II subrayó el rol fundamental de la familia, "esta institución que encuentra su origen en Dios y e su plan de salvación". (cf. Familiaris consortio, n. 49), en la sociedad actual.

 

El Papa Juan Pablo II declaró: "Estamos en presencia de una corriente, muy extendida en ciertas regiones, que tiende a alterar su verdadera naturaleza [de la familia]. En efecto, las tentativas no faltan para asimilar la familia, en la opinión pública y aún en la legislación civil, a simples uniones sin carácter jurídico constitucional; o bien, pretender reconocer como familia la unión entre personas de un mismo sexo".

 

Estas tentativas de las cuales hablaba el Soberano Pontífice -la pretensión de reconocer las "parejas" homosexuales y las de hecho- son de una candente actualidad en nuestro País.

 

Ante esta ofensiva contra la institución familiar, el Santo Padre recordó el deber imperioso de ponerle una resistencia victoriosa:

"La crisis del matrimonio y de la familia nos lleva a proclamar, con firmeza pastoral, como un auténtico servicio hecho a la familia y a la sociedad, la verdad sobre el matrimonio y la familia, como Dios las ha instituido. No hacerlo sería una grave omisión pastoral que inducirá al error a los creyentes, como a aquellos que tienen la pesada responsabilidad de tomar decisiones por el bien común de la Nación. Esta verdad es válida no solamente para los católicos, sino para todos los hombres y mujeres sin distinción, ya que el matrimonio y la familia constituyen un bien irreemplazable para la sociedad que no puede permanecer indiferente a su desagregación y a su pérdida".(L'Osservatore Romano, hebdomadaire en langue française, nº 21, 26 mayo 1998).

 

Ciertamente, este deber es en primer lugar de los Pastores y de aquellos que tienen a cargo la enseñanza religiosa, pero las palabras del Papa no dejan lugar a dudas. Nadie puede permanecer indiferente a la desagregación del matrimonio y de la familia.

 

¡La indiferencia, esa es la tentación! Espectáculos, vacaciones, juegos de fútbol, la propia actualidad, podrían hacernos olvidar que el futuro de la familia chilena se decidirá próximamente.

 

Qué dicen los homosexuales

 

El legislar sobre esta materia, cualquiera sea el proyecto, significa un reconocimiento por parte del Estado y de la sociedad de las uniones de hecho, sean homo o heterosexuales. Y es esto lo que los homosexuales buscan.

 

Escribiendo en el Chicago Free Press, el activista homosexual Paul Varnell afirma:

"La cuestión fundamental controvertida sobre la homosexualidad no es la discriminación, crímenes odiosos o sociedades domésticas, sino la moralidad de la homosexualidad. Entonces el movimiento gay, lo reconozcamos o no, no es un movimiento de derechos civiles, ni aún un movimiento de liberación sexual, sino una revolución moral dirigida a cambiar la visión moral que la gente tiene sobre la homosexualidad.[1] (Sobre esta materia, ver nuestro libro: "En defensa de una Ley superior". El libro puede ser bajado gratuitamente en:

http://www.accionfamilia.org/publicaciones/libros/defensa-ley-superior/).

 

Proyecto innecesario

 

Juan Antonio Coloma, afirmó que "es un proyecto innecesario. Lo que se pretende corregir se puede hacer perfectamente con instituciones que hoy día existen. No veo la necesidad de generar otra institución que se pueda entender como equivalente al matrimonio".

 

¿Por qué tanta insistencia?

 

Recuerdo que, cuando cursaba mi carrera profesional en la UNAM, tuve un maestro, el Ing. Luis Mascott, muy recordado por cierto, que con cierta regularidad nos decía que el "progreso" de la civilización la llevará a la humanidad a su propia destrucción.  Esto viene al caso, porque son precisamente los que se jactan de progresistas los que promueven las leyes que atentan contra la integridad del ser humano, y con ello lo único que lograrán es la denigración y degeneración del ser humano.

 

Su política es muy clara, a los que se oponen con razonamientos fehacientes y firmemente fundamentados, inmediatamente, mediante el escándalo, los acusan de retrogradas y enemigos del progreso de la humanidad.  Y todo esto --con reacciones radicalistas y irracionales--  usando epítetos agresivos e insultantes.

 



Democracia republicana

 

Recopiló: Enrique Galván-Duque Tamborrel

Julio / 2010

 

 Ni neoliberalismo ni populismo:

 

Por varios años se promovió el estereotipo de que la crisis de 1995 tuvo su origen en circunstancias provenientes del año anterior y de políticas equivocadas, entre ellas una privatización de la banca inadecuada que dejó a los bancos expuestos, lo que los llevó a la quiebra con un enorme costo para el erario nacional.

 

La crisis de solvencia ocurrió durante diciembre de 1994 cuando el nuevo gobierno, después de dar de baja a la mayor parte del equipo financiero, duplicó la emisión de Tesobonos, sólo en diciembre. Al mismo tiempo, a mediados de ese mes se dio información confidencial a unos cuantos empresarios mexicanos sobre la inminente devaluación, quienes alertados, fugaron sus capitales y vaciaron las reservas internacionales en unas cuantas horas (el llamado "error de diciembre"). Por eso, para enero de 1995, el país carecía de reservas y enfrentaba obligaciones impagables de Tesobonos: México entró en una crisis de insolvencia financiera.

 

Durante el primer trimestre de 1995 se dio un remedio equivocado para esa crisis, las autoridades mexicanas solicitaron la ayuda del gobierno norteamericano, un hecho sin precedente en el siglo XX. Esto significó aceptar las decisiones propuestas por un gobierno extranjero. Por eso, se aceptaron alzas extraordinarias de tasas de interés, las cuales pasaron en unas semanas de 7 por ciento a más de 110 por ciento.

 

La pregunta obligada es: ¿por qué las autoridades mexicanas decidieron aumentar de manera excesiva las tasas de interés, a pesar de que sabían que los deudores eran las familias y las empresas y no el gobierno?

 

La respuesta está en un libro autobiográfico publicado recientemente. Se trata de la obra del ex secretario del Tesoro norteamericano, Bob Rubin. Rubin afirma en su autobiografía que para que los norteamericanos pudieran otorgar el "apoyo" financiero solicitado por el gobierno de México al principio de 1995, era necesario que "los mexicanos accedieran a realizar importantes cambios de política." En ningún momento detalla Rubin cuáles eran esos 'importantes cambios'. Pero el autor es preciso en la descripción de cómo hicieron que los mexicanos los llevaran a cabo. Rubin escribe:

"Una fuente de incertidumbre que quedaba era el nuevo presidente de México…. No teníamos suficiente sensibilidad de que tan comprometido estaba el Presidente a llevar a cabo los cambios que eran necesarios para que funcionara el programa… Así que le llamé por teléfono y le propuse enviar a Larry [Summers] para que se entrevistara con él.  Al Presidente le pareció una buena idea."

 

De acuerdo con el texto de Rubin, el presidente de México recibió a un subsecretario norteamericano para revisar con él los detalles de los "importantes cambios" que solicitaban. En la autobiografía se insiste:

 

"Al nivel sustantivo, nuestros economistas tenían una serie de propuestas para reformar aspectos de la política económica de México y restablecer la confianza. Pero el programa no funcionaría si les imponíamos estas medidas. Teníamos que llegar con los mexicanos a un acuerdo de nuestras opiniones, y ellos [los mexicanos] tenían que hacer suyo el programa… no queríamos que el público mexicano sintiera que estábamos invadiendo su soberanía."

 

Una vez resuelta la preocupación de Rubin de no dar la imagen a los mexicanos de que en realidad estaban interviniendo en decisiones soberanas, el ex secretario del Tesoro informa algo que se conoce por primera vez:--"En medio de una gran secrecía… hicimos todo lo que fue necesario para que nadie viera a Larry y a David Lipton [su asistente] entrar y salir de Los Pinos, la residencia presidencial en la Ciudad de México."

 

¿Por qué entraban y salían secretamente de Los Pinos esos dos funcionarios norteamericanos, según Rubin? ¿Para qué se reunieron? El propio Rubin lo responde al describir una reunión entre el presidente de México y el subsecretario del Tesoro norteamericano. La reunión resultó muy reveladora:--"El presidente estaba comprometido con la reforma económica. El aspecto más importante de esta reforma eran las tasas de interés… el equipo mexicano negociando en Washington con el FMI había rechazado tasas de interés más altas. En su reunión con Zedillo, Larry trató ese problema después de 45 minutos de conversación cordial sobre todos los temas relacionados con el rescate. El Presidente lo pensó sólo un instante, y respondió: "Durante toda mi carrera en el Banco de México escribí artículos afirmando que México debería tener tasas de interés positivas. Ahora no es el momento de abandonar esa idea."

 

Poco después de la reunión que relata Rubin, las tasas de interés en México subieron hasta 100 por ciento, después de haber estado unas semanas antes en sólo 7 por ciento. Los créditos se volvieron impagables; quebraron familias, empresas y los bancos. En el libro, el equipo norteamericano, según Rubin, consideró que su viaje había sido "todo un éxito."

 

Recientemente, en septiembre de 2007, el ex presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos Alan Greenspan también publicó sus memorias. Ahí se hacen revelaciones adicionales sobre el origen de la política del aumento desproporcionado de las tasas de interés, tan perjudicial para México. Greenspan señala en esas memorias:

"La experiencia de esos años construyó un lazo muy fuerte entre Rubin, Summers y yo… Larry (Summers) podía ser también muy habilidoso: fue idea suya la de poner una tasa de interés tan alta en el préstamo a México, para que los mexicanos se vieran obligados a pagarnos rápidamente."

 

Es decir, el gobierno mexicano aceptó un trato inaceptable del subsecretario Summers, similar al que las metrópolis daban a sus colonias, como si México fuera un país sin historia, ni prestigio o instituciones.

 

Si bien para México esta decisión tuvo un costo enorme, los norteamericanos obtuvieron una utilidad extraordinaria de la operación financiera solicitada por el gobierno mexicano: esa utilidad fue superior a 500 millones de dólares, y se derivó de la tasa de interés excesivamente alta impuesta por Rubin y sus asociados, y fue pagada por los contribuyentes mexicanos.

 

Hoy la crisis financiera y económica mundial ha sido provocada por un modelo económico fundado en la circulación de capital especulativo, donde el monto de capital destinado a la especulación resultó 25 veces mayor que el dirigido a la inversión directa: la prensa financiera internacional lo llamó "el triunfo del especulador sobre el productor". Los bancos dejaron atrás su regla fundamental y pasaron a prestar hasta 60 veces su capital, mediante nuevos y sofisticados instrumentos financieros: los llamados "derivados", los cuales se suponía repartían y reducían el riesgo.

 

Esta crisis ha vuelto a levantar el debate entre mercado y Estado. Se ha pasado de proponer al mercado como solución de todos los problemas, para ahora exigir la vuelta del Estado como propietario y así poder resolver la crisis. Esto podría leerse como un regreso al modelo del capitalismo de Estado. No es así. Se trata, en realidad, del capitalismo subsidiado por el Estado. El Estado convertido en el sujeto capitalista de última instancia.

 

Hoy, cuando el país padece retos, es necesario regresar a los fundamentos que determinan las condiciones de nuestra soberanía y la justicia social en libertad: no es mediante un Estado grande y lleno de propiedades como promueve el populismo; ni un mercado sin controles sociales como propone el neoliberalismo. El desarrollo soberano de México exige recuperar el control del sistema de pagos del país. Regresemos al futuro a partir de la legitimidad del Estado que exige la participación organizada de los ciudadanos: la democracia republicana.



México a Debate: Un acuerdo para un mejor futuro

 
Propuestas para la construcción de un acuerdo político nacional
 

México es una nación que, simultáneamente, posee enormes potenciales y enfrenta serios desafíos. Los años por venir serán sin duda decisivos. Si los mexicanos somos capaces de aprovechar a plenitud nuestras capacidades y de ponernos en sintonía con la marcha del mundo, en el transcurso de dos o tres décadas estaremos en condiciones de acceder a niveles superiores de desarrollo económico y humano. Si, por el contrario, no somos capaces de dar respuestas adecuadas a los distintos retos políticos, económicos, sociales y culturales que como nación debemos encarar, no sólo habremos perdido otra valiosa oportunidad de desarrollo, sino que, dada la celeridad de los procesos de cambio tecnológico, económico y social característica del mundo contemporáneo, estaremos ante el riesgo claro de pasar a engrosar la ya larga lista de estados fallidos, incapaces de ofrecer a sus respectivas sociedades las condiciones mínimas de desarrollo humano.

Visión de futuro

Frente a este panorama, preocupa la ausencia de un verdadero proyecto de nación. La polarización que aqueja al país no sólo se refiere a las enormes disparidades de nuestra estructura social o a la diversidad cultural. También se expresa a través de la falta de un marco de referencia y de una imagen de futuro susceptible de ser compartida por una mayoría clara de mexicanos.

Ante la polarización de la política y su incapacidad para trascender los intereses coyunturales, la ciudadanía debe asumir el liderazgo y proponer una visión de futuro que dé sentido al quehacer colectivo. A grandes rasgos, esta imagen de futuro tendría las siguientes características:

  1. Estructura social cohesionada en donde, en el marco de la pluralidad cultural que como sociedad nos distingue, la cohesión sea el fruto de un abatimiento significativo de los niveles de pobreza y desigualdad prevalecientes, de una educación de calidad y del desarrollo de valores y actitudes proclives a la innovación técnica y cultural.
  2. Economía de mercado dinámica, competitiva y ambientalmente sustentable, capaz de alcanzar tasas elevadas y sostenidas de crecimiento a largo plazo. Ello implica una economía generadora de empleos y de oportunidades de desarrollo empresarial que le ofrezcan a la población una fuente digna y viable de ingreso; también implica un proceso amplio de modernización de la estructura productiva que, a través de los estímulos brindados por mercados auténticamente competidos, permita una articulación eficiente y competitiva de las cadenas productivas.
  3. Orden político democrático y gobernable que garantice, por un lado, la capacidad del Estado para resolver conflictos dentro del marco institucional, así como, por otro lado, la construcción de acuerdos productivos a partir de reglas del juego que estimulen la cooperación. Requerimos un orden político donde el imperio de la ley sea...

 



Carta abierta de la ASOCIACIÓN A FAVOR DE LOS MEJOR, A.C.

A quien corresponda

Julio de 2010


La Asociación A Favor de lo Mejor, trabaja desde 1997 por elevar la calidad de los mensajes de los medios de comunicación. Agrupamos más de 2,500 organizaciones a nivel nacional: civiles, de padres de familia, educativas, de anunciantes, entre otras. Desde nuestro origen hemos estudiado el impacto que tienen los medios de comunicación en las personas, sobre todo en los niños y jóvenes. Reconocemos el papel ineludible de los medios de comunicación, como transmisores y generadores de cultura, tienen un papel fundamental en la conformación social de nuestro país.

El tema de la publicidad, que en su propósito de persuadir y convencer, transmite principios y valores de gran influencia social, en ocasiones con perjuicio del público a que se dirigen. Regularla es derecho y responsabilidad de nuestros legisladores y gobernantes en beneficio de la sociedad, así como de una industria competitiva y responsable.

En días recientes los diputados de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal aprobaron un dictamen que regula la colocación y uso de anuncios de publicidad exterior. Lamentablemente, esta normativa no regula los contenidos de esta forma de publicidad, dejando una vez más a la sociedad en la indefensión ante contenidos no aptos e incluso dañinos, particularmente para niños y jóvenes.

Nos llama particularmente la atención, cómo es qué los contenidos de publicidad que se transmite en los medios es regulada, e incluso el contenido de los programas tiene que pasar por niveles de supervisión y clasificación, cómo es que los contenidos que se presentan en el espacio público por el que todos transitamos, no se rigen por ningún tipo de regulación o supervisión. ¿Acaso no tiene igual o mayor importancia cuidar los mensajes a los que todos tenemos acceso por encontrarse en la vía pública?

Está comprobado que la repetida exposición a ideas e imágenes fuertemente estereotipadas contribuyen a creencias y actitudes sexistas, acoso sexual, violencia contra la mujer, transtornos alimenticios, entre otros. Con anuncios espectaculares como los de SimiCondón, VickyForm, los de diversos table dances, el paisaje urbano de la Ciudad de México es invadido diariamente por ideas y mensajes sumamente riesgosos para el sano desarrollo de niños y jóvenes. Estudios han comprobado que los niños menores de 8 años difícilmente distinguen el objetivo persuasivo de la publicidad, asumiendo sus mensajes como verdaderos; también se ha comprobado que, incluso cuando los menores afirman comprender los mensajes en su contexto, estos generan un profundo impacto en sus actitudes y comportamientos a nivel inconsciente.

Debido a lo anterior, en representación de las más de 2,500 asociaciones que nos conforman y dando voz a la molestia generalizada de la sociedad ante anuncios de publicidad exterior tan ofensivos y perniciosos para el amplio público al que tienen acceso, solicitamos el inmediato retiro de los siguientes anuncios:


• Condones SimiCondón

• Lencería Victoria Secret

• Table dance Exxxess

• Tops&Bottoms


Pero sobre todo la petición de legislar de forma clara y objetiva sobre los contenidos de publicidad exterior, defendiendo de esta forma el derecho a transitar sin ser agredido en nuestras vías públicas.


Estamos a sus órdenes para cualquier información adicional, le agradeceremos su pronta respuesta.

Aprovechamos para saludarle muy cordialmente

ASOCIACIÓN A FAVOR DE LO MEJOR, AC.

 

 



sábado, 17 de julio de 2010

México a Debate: Movimiento de la esperanza

 
 
México tiene futuro promisorio si creemos en él y hacemos la parte que nos corresponde para sacarlo adelante.

Muchos están pesimistas, otros creemos que no hay nada imposible y que debemos generar esperanza y trabajar con sentido de urgencia en su recuperación

Creemos que la propuesta de que la sociedad (tu, yo, nosotros) impulsemos un Acuerdo político nacional que defina el país que deseamos y los pasos para alcanzarlo es algo que todos debemos apoyar.

Solo si actuamos como sociedad organizada podemos exigir a los políticos que cumplan con la parte que les toca, dejen de pelear entre ellos, y nos atiendan a los ciudadanos de a pie.

Llego el momento de la sociedad, lo que es bueno para el ciudadano es bueno para el país.

Dicen que hay que pensar en el país que les vamos a dejar a nuestros hijos y los hijos que vamos a dejar a nuestro país, y quienes esto dicen tienen razón.

Por ello al mismo tiempo que empujamos el Acuerdo, hacemos nuestros los principios del Código Ciudadano:

http://www.senm.org/bol_entorno/img/bullet_tri.jpgDemocracia participativa

http://www.senm.org/bol_entorno/img/bullet_tri.jpgPrincipio de colaboración

http://www.senm.org/bol_entorno/img/bullet_tri.jpgTolerancia, respeto y diálogo

http://www.senm.org/bol_entorno/img/bullet_tri.jpgEstado de Derecho

http://www.senm.org/bol_entorno/img/bullet_tri.jpgPreparación para el servicio público

http://www.senm.org/bol_entorno/img/bullet_tri.jpgHonestidad y combate a la corrupción

http://www.senm.org/bol_entorno/img/bullet_tri.jpgLegitimación del gobernante

http://www.senm.org/bol_entorno/img/bullet_tri.jpgInformación y transparencia

http://www.senm.org/bol_entorno/img/bullet_tri.jpgIdentidad y pertenencia

http://www.senm.org/bol_entorno/img/bullet_tri.jpgCuidado y preservación

 

 

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domingo, 11 de julio de 2010

El servicio como fundamento de la política


 

 Jesús Caudillo

julio / 2010

                       

 

INTRODUCCIÓN: SANTIDAD Y BIEN COMÚN

Los tiempos contemporáneos son, en términos del sociólogo francés Gilles Lipovetsky, tiempos de hipermodernidad 1. El individuo es el centro de la vida cotidiana, pero no en tanto persona como tal, sino como un elemento más de una dinámica contextual que no controla y a la que debe adaptarse. La persona ha dejado de aspirar, en el sentido amplio de la palabra, y ha transformado la experiencia de la vida en la experiencia del placer.

La desilusión reinante en el pensamiento filosófico y político de hoy es patente. A lo lejos ya no aparecen posibles soluciones políticas e ideológicas que en otros tiempos se pensaban imbatibles. Desde la perspectiva de otro sociólogo, éste polaco, Zygmunt Bauman, la modernidad se fue y dejó tras de sí una estela de frustración, un tufo de pesimismo que hoy más que nunca ha quedado consolidado en la esfera íntima del hombre. Esto evidenciaría, entonces, las razones por las que el hombre se ha permitido su propia transformación de individuo racional y conciente, a mero organismo casi biológico, cuya razón de ser, aun sin proponérselo, está en la satisfacción de impulsos, instinto, y cuerpo.

 

Lo público vendría a ser sólo una expresión del pasado, algo que sólo valía la pena cuestionar en otro tiempo. Hoy ya no. ¿Por qué habría el hombre de cuestionarse su relación con los otros? Desde el enfoque hipermodernista, esta pregunta halla respuesta sólo cuando se piensa en la instrumentalización del otro. Únicamente cuando el otro sea capaz de colaborar en la satisfacción del interés particular cobrará sentido esta búsqueda, antes no. Y volvemos a preguntar: ¿entonces en dónde está lo público? Diluido, extraviado, perdido en el anhelo del pasado.

En el fondo, el problema que hay detrás de todo esto es que el individuo se ha desconectado del entorno en el que vive y ha renunciado a la vida en comunidad, lo que no significa necesariamente aspirar a un ideal propio de la modernidad. ¿Cómo construir justicia? ¿cómo redimensionar y volver a valorar el papel de la política en la vida de comunidad? ¿cómo volver a dar sentido a las acciones que realiza el gobierno? ¿cómo el hombre puede volver a dignificarse a partir de la vida social y política?

La única manera de responder a estas preguntas fundamentales para la vida, convivencia y futuro del hombre es apelar a la santidad 2, como ya había dicho Bauman. Es cierto que la situación hipermoderna actual del hombre ha sido provocada en gran medida por la dinámica histórica, política, social y económica; es decir, por el contexto en el que se ha desenvuelto la humanidad en los últimos siglos, sin embargo es por ello que hoy más que nunca es necesario volver la vista al individuo, al ser, a la persona en todas sus dimensiones. Por ello, insistimos, es urgente voltear y hacer voltear la mirada hacia la santidad como un modelo vital.

Por estas razones, en este ensayo reflexionaremos sobre el bien común como el elemento sobre el cual debe sustentarse todo quehacer público. Ello porque asume que el principio de la satisfacción de las necesidades particulares viene, en principio y de forma imprescindible, a partir de una comprensión de la comunidad en la que vive de parte del individuo. Ello resulta seductor en tanto que el bien común es un concepto acuñado por el Papa León XIII 3 y que ha regido por completo a la doctrina social de la Iglesia durante el último siglo y es también, de forma paralela, aunque no explícita, la responsabilidad frente a los demás de Bauman.

CARPE DIEM Y ESPACIO PÚBLICO

 "Parece que desde el momento en que (los hombres democráticos) pierden la esperanza de vivir una eternidad, están dispuestos a obrar como si sólo fueran a durar un día" 4, sentenció alguna vez Alexis de Tocqueville. Estas palabras resuenan en el pensamiento filosófico y político de hoy. La guerra, el hambre, la pobreza, el narcotráfico, la violencia, el abuso y la corrupción son males presentes en el mundo y a los que nos hemos acostumbrado. La búsqueda de transformación de estas realidades se perdió en el idealismo propio de la modernidad.

La máxima latina que se menciona en el título de esta parte del ensayo hace referencia, en efecto, a la búsqueda de la satisfacción de los placeres y deseos individuales en la medida que sea posible. La idea de que la vida es demasiado corta y hay que aprovecharla al máximo no es negativa en sí misma, pero se ha desvirtuado hasta el punto al que hace referencia Tocqueville. Es decir, el hombre se convierte en esclavo de sus pasiones y niega toda capacidad para la práctica de las virtudes cuando lo único que importa es "aprovechar el día".

En la vivencia de la vida pública, en relación al espacio público, al quehacer político, el Carpe diem es bastante dañino porque hace surgir lo que Weber llamó la "vivencia de la política" 5. Provoca que personas sin vocación política se inserten en el servicio público, de modo que éste queda pervertido por esa búsqueda intrínseca de la satisfacción de intereses particulares. Un individuo que vive "de la política" lo única que asume es la resolución de su necesidad, antes que la de cualquiera, ya no se diga la de la sociedad en su conjunto.

El Carpe diem en el espacio público, específicamente en la vida política, también puede ser visto desde los lentes de Hanna Arendt y es igualmente preocupante. Desde este punto y hasta lo que Arendt llama la "banalidad del mal" 6 sólo hay una delgada línea nada difícil de cruzar. La banalización del quehacer político, el no respetar la naturaleza de los cargos públicos es peligroso en sí mismo. Por ello, es mucho más factible que el mal aparezca detrás y se instale como una práctica sistemática del individuo cuyo objetivo es cualquier otro, menos el de servicio a los demás a través de la política.

Esta ruptura entre el deber ser de la política y la realidad es, sin duda, un elemento imprescindible en el ambiente de decepción que se percibe en el pensamiento de la filosofía política. Aunque es un hecho que esta dicotomía ha sido materia de estudio para numerosos hombres de poder a lo largo de la historia, también es cierto que el hecho de que no ha sido resuelta empieza a generar una especie de decepción y frustración que, muy acorde a la época hipermoderna que vivimos, llevan a buscar suturar esta herida con la apuesta a la evasión.

Ante este panorama, no es lícito renunciar a la transformación política de las estructuras sociales y mucho menos mantenerse pasivo. Las soluciones que han propuesto las ciencias sociales a lo largo de la historia moderna, específicamente a partir de la Ilustración, se centran en la contención de la naturaleza política del hombre, cuando es precisamente esa naturaleza política la que, desde el Estado, debe reconocerse y asumirse responsablemente. Es decir, los fracasos sistemáticos de las ciencias sociales para dar sentido y cauce a la convivencia armónica de la vida en comunidad no se han traducido en el surgimiento de mejores propuestas para ello, principalmente porque el paradigma de fondo es que el hombre es, por naturaleza, un ser que debe ser controlado para que no libere aquella corrupción innata. Desde la perspectiva de quien esto escribe, ahí se funda el error y la desilusión hacia las ciencias sociales.

Es necesario retomar la realidad de que el hombre es un ser concupiscible, pero que también aspira al bien, que busca el bien, que desea el bien. Es fundamental volver a aspirar a los grandes ideales, pero no en clave de modernidad, sino yendo al centro mismo del hombre. Y qué mejor ideal que la aspiración al bien común a través de la vivencia de la santidad.

APELAR AL BIEN COMÚN A TRAVÉS DE LA SANTIDAD

Zygmunt Bauman dice que la única forma de aspirar a una moralidad es asumiendo la moralidad característica de la santidad. Para Bauman, la santidad es ser para el otro sin esperar nada a cambio, sin hacerlo por ninguna razón respecto al otro y sin más propósito que realizar la moralidad en la responsabilidad propia más acabada respecto al otro 7. El santo es aquel que es capaz de, incluso, sacrificarse por el otro sin otra búsqueda más que el cumplimiento de su deber para con éste. En el fondo, el santo es el que es capaz de dar amor, en toda la amplitud del término, sin entender otra cosa que servir al otro.

En paralelo, el bien común lo entendemos como "el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la propia perfección" 8. Trascendiendo el hecho de que en esta definición hay implícita una concepción del hombre, deberemos comprender que la perfección a la que se refiere no es otra sino la santidad de la que habla Bauman.

Sin embargo, vale la pena ir más allá de Bauman. El hombre alcanzará su plenitud y su libertad no sólo en la responsabilidad con el otro, sino a través del servicio constante y sistemático hacia el otro, teniendo como único fondo y apelando solamente al bienestar del otro. Es decir, no se trata únicamente de asumir la responsabilidad de los actos individuales frente a los demás ni de arriesgarse por el otro, sino que en el fondo es poner la propia vida al servicio del otro. Más allá del acto heroico, que sin duda puede llegar a suceder, se trata de hacer de cada instante de la vida una oportunidad de servir. El hecho es que este llamado, este apelar al individuo, no aspira a convertirse en un imperativo categórico ni mucho menos, dado que la reflexión parte del fondo mismo del hombre que, como hemos dicho, busca el bien, desea el bien, sin renunciar a su naturaleza concupiscente, más bien controlándola.

Una vez comprendido esto, invito al lector a dar el paso crucial de este ensayo. Una vez que el hombre se asume como servidor del otro, no podrá sino concluir que su propia realización está en función del prójimo. Y esto, hay que decirlo, no implica necesariamente instrumentalizar al otro. Al contrario. El sujeto entiende que forma parte de una comunidad a la que debe servir y que en el servicio está su razón de ser, por lo que la realización del bien común no se alcanza si no es a través del servicio mutuo.

Este aspecto, llevado a la vida pública, adquiere una dimensión profundísima. La única forma a través de las sociedades habrán de alcanzar el estado ideal de armonía, de justicia, anhelado desde el principio de la historia no es otra que el bien común, con todo el trasfondo que hemos descrito. El servicio al otro es la clave. ¿Cómo puedo yo, individuo, único, en esta realidad particular que me apela, servir al otro? Si un político debiera tener una ambición, ésta tendría que ser la ambición sana de servir con celo y pasión a su sociedad. Lo mismo para los funcionarios públicos, para los burócratas, para los jueces, para los grupos de interés, para todos los que participan y tienen un rol que jugar en el espacio público. Esto es lo que diferencia a los hombres de Estado de los enanos de la política. Y ejemplos de ambas categorías abundan en la historia. En el fondo, cuando Weber hablaba de vivir "para la política", se refería al político que tiene como ideal profundo el servir a los gobernados.

Las políticas públicas, más allá del valor al que necesariamente deben invocar, deben construirse desde la visión del bien común, tomando a éste como el valor de fondo por excelencia, al que se subordinan las particularidades de la política. En efecto, aunque la teoría de la disciplina es clara cuando asume que ante la implementación de una política se consagran ganadores y se crean perdedores, el hecho es que, si esto es inevitable, la visión no deja de ser la misma. ¿Cómo construir políticas públicas en las que el funcionario se hace responsable de lo que hace ante sí mismo y ante los demás, y también busca en el fondo servir a los que dirige la política específica? Es cierto, ya hay mecanismos institucionales que pretenden avocarse a ello, sin embargo debe quedar claro que la transformación estructural es, ante todo, cultural.

A MANERA DE CONCLUSIÓN: ¿ES ESTO POSIBLE?

Es cierto, todo lo anterior parece imposible. No es una aspiración, ya lo hemos dicho, a la manera de la modernidad. Es, más bien, un llamado a la esencia del hombre. La situación hipermoderna actual no encontrará solución si no es a través de un llamado fuerte, contundente, al rescate de ideales nobles, sublimes. Y eso es muy bueno. Sin embargo, la solución primordial parece ir en el sentido del reconocimiento de la realidad del bien común, no en referencia a su factibilidad, sino a su fundamento. Un cáncer no puede ser curado con analgésicos. Requiere de un tratamiento paciente, meticuloso, esforzado y perseverante. Un tratamiento así requiere nuestra realidad.

El hombre y su dimensión socio-política debemos ser reorientados. La propuesta es que esa orientación se haga a partir del servicio al otro, a la comprensión de que la supervivencia social depende de todos, no sólo de unos pocos. El cuerpo social está compuesto de muchos miembros, del que todos formamos parte. Cuando uno de los órganos de este cuerpo falla, el cuerpo deja de funcionar. Y la sangre que deberá correr por las venas de este cuerpo es, sin duda, el servicio. En efecto, de ahí vendrá la transformación del espacio público, de la vida social, de la realidad política.

¿Cómo lidiar con las diferencias de pensamiento, con la pluralidad natural de una sociedad heterogénea? El servicio es un lenguaje universal que traspasa la barrera de los colores políticos, de la diversidad social y de la riqueza personal. Los crímenes que a diario se realizan por estas diferencias en el mundo tienen como raíz la negación de la responsabilidad de los sujetos hacia los demás. Es cierto, hay que fortalecer al Estado, hay que fortalecer las instituciones, hay que generar reglas que delimiten el comportamiento, pero eso tiene que hacerse teniendo a la dignidad de la persona como centro y fin de las mismas, no al agregado social sin rostro e impersonal.

La autoridad legítima del Estado es la única garante de ello, pues a ésta compele no sólo el uso monopólico de la fuerza, sino el uso de todos los recursos a su alcance, dentro del marco de la ley, para que las condiciones necesarias de desarrollo individual sean generadas. Así, el Estado mismo también cumplirá con su fin último, que es no sólo contener a aquellos que renuncien a su responsabilidad hacia los demás, sino también ponerse al servicio de los individuos y de la sociedad en conjunto.

(1) Lipovetsky, Gilles (2006). Los tiempos hipermodernos. Anagrama, Barcelona.

(2) Bauman, Zygmunt (2005). La ética posmoderna. Siglo XXI Editores, México.

(3) León XIII, en su encíclica Rerum novarum, escrita a fines del siglo XIX y surgida a favor de lo

movimientos obreros de aquellos años, que sentó las bases para el posterior desarrollo de la doctrina social

de la Iglesia y fue el primer pontífice en hablar de "bien común".

(4)Ver Lipovetsky, Gilles (2006). Los tiempos hipermodernos. Anagrama, Barcelona. Pág. 77

(5) Ver Weber, Max (1924). La política como vocación, en "El político y el científico". Fondo de Cultura Económica. México.

(6) Ver Arendt, Hannah (1993). La condición humana, Paidos, Barcelona.

(7) Op. cit.

(8) Pontificio Consejo de Justicia y Paz, Compendio de Doctrina Social de la Iglesia,Conferencia del Episcopado Mexicano, Ediciones CEM, 2006. México. Núm. 164

 

 




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