jueves, 17 de febrero de 2011

El secreto de los números


 

Por: Pihtha Gohrahs

 

Entendibles sólo gracias a la maravilla que son las matemáticas.

 

Este año tendremos cuatro fechas no comunes:

1/1/11, 1/11/11,11/1/11, 11/11/11.

¡Y hay más!

Tome los últimos
2 dígitos del año en que nació, y sume la edad que usted va a cumplir en este año, ¡y la suma será igual a 111 para todos!


¿Cómo la ven?

 


¡Cerdo!

Antero Duks






Había una vez un hombre que tenía una cabaña en las montañas y un Porsche para llegar ahí.




Cada sábado por la mañana el hombre conducía hasta su cabaña por un peligroso camino lleno de curvas cerradas, abismos sin vallas protectoras y engañosos virajes.




Pero a este hombre no le molestaba el peligro. Después de todo, tenía un magnífico auto, era un excelente conductor, y conocía el camino como la palma de su mano.




Una hermosa mañana de sábado, el hombre se dirigía a su cabaña. A aproximarse a una de sus curvas favoritas redujo la velocidad, hizo los cambios, y pisó el freno preparándose para la curva que se encontraba a unos 300 metros.




De repente, del otro lado de la curva surgió un auto casi fuera de control. El auto estuvo a punto de caer por el abismo pero en el último segundo su conductor consiguió ponerlo de nuevo en el camino.




El auto avanzaba zigzagueando.



-¡Dios mío!, -pensó- ¡va a estrellarse conmigo!, de modo que el hombre redujo la velocidad hasta casi detener su Porsche.




El auto se abalanzó sobre él estrepitosamente. Justo cuando estaba a punto de golpearlo - en el último momento - se desvió bruscamente hacia su carril.




Al pasar junto a él una hermosa mujer asomó su cabeza por la ventanilla y le gritó a todo pulmón: "¡¡¡Cerdo!!!".



-¿Qué?, -pensó él- ¿Cómo se atreve a llamarme así?




¡Él estaba exasperado por el insulto! De manera instantánea gritó: "¡¡¡Cerda!!!", mientras ella continuaba su camino.




"¡Yo estaba en mi carril! ¡Era ella la que venía de un lado a otro!", rezongó. Luego comenzó a controlar su ira; sonrió y se sintió complacido por su pronta y aguda respuesta. "Le di su merecido", pensó muy altivo.




Acto seguido, pisó el acelerador a fondo, tomó velocidad alrededor de esa ciega curva… ¡Y se estrelló con el cerdo



¿Zanahoria, Huevos o Café?


Antero Duks










Una hija se quejaba con su padre acerca de su vida y cómo las cosas le resultaban tan difíciles. No sabía cómo hacer para seguir adelante; creía que se daría por vencida. Estaba cansada de luchar. parecía que cuando solucionaba un problema enseguida aparecía otro.




Su padre, un chef de cocina, la llevó a su lugar de trabajo. Allí llenó tres ollas con agua y las colocó sobre el fuego. Pronto, el agua de los tres recipientes estaba hirviendo.




En una olla colocó zanahorias, en otra huevos y en la última colocó granos de café.




Las dejó hervir sin decir palabra. La hija esperó impacientemente, preguntándose qué estaría haciendo su padre.




A los 20 minutos el padre apagó las hornillas. Sacó las zanahorias y las colocó en un tazón. Sacó los huevos y los acomodó en otro plato. Finalmente, coló el café y lo puso en otro recipiente.




Mirando a su hija le dijo: "Querida, ¿qué ves?"




- Zanahorias, huevos y café - contestó la niña.




La hizo acercarse y le pidió que tocará con cuidado las zanahorias. Ella lo hizo y notó que estaban suaves, blandas. Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Después de quitarle la cáscara, observó el huevo duro. Finalmente le pidió que probara el café.




Ella sonrió mientras disfrutaba de su rico aroma. Con gran curiosidad, la hija preguntó: "Qué significa esto, papá?




Él le explicó que que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: agua hirviendo, pero cada uno había reaccionado de forma diferente.




La zanahoria llegó al agua fuerte, dura, pero después de pasar por el agua hirviendo se había vuelto débil, fácil de deshacer.




El huevo había llegado al agua frágil, su cáscara fina protegía su interior liíquido, pero después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido.




Los granos de café, por el contrario, eran únicos. Después de estar sometidos al agua hirviendo, ellos habían cambiado al agua.




- ¿Cuál eres tú? - Le preguntó a su hija.




"Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿cómo respondes? ¿Eres una zanahoria, que parece fuerte pero que cuando las dificultades, adversidades y el dolor te tocan, te vuelves débil y pierdes tu fortaleza?




"¿Eres un huevo que comienza con un corazón maleable? ¿Poseías un espíritu fluido pero después de un duro golpe como la muerte de un ser querido, una separación dolorosa, o un despido te has vuelto duro y rígido? Por fuera puedes parecer igual, sin embargo ¿eres amargado y áspero, con un espíritu y un corazón endurecido?




"¿O eres como un grano de café? El café cambia al agua hirviente, el elemento que le causa dolor. No al revés. Cuando el agua llega al punto de ebullición, en ese justo momento el café alcanza su mejor sabor.




"Si eres como el grano de café, cuando las cosas se ponen peor o más complicadas, entonces tu reaccionas mejor y haces que las cosas mejoren a tu alrededor."




Y tu, ¿cuál de los tres eres?


sábado, 12 de febrero de 2011

La Gran Selva, S.A.

Antero Duks






En una selva, conocida por el nombre de Gran Selva, S.A., el león, en calidad de Director - presidente, convocó a sus vicepresidentes y demás directores para discutir el mejor modelo empresarial, capaz de hacer frente a los problemas de la Nueva Era.



Durante tres días cada director habló de los atributos indispensables para alcanzar la excelencia. Al destacar esos atributos, solemnemente denominados "factores de éxito", cada uno de los convocados se inspiraba en sí mismo.



- En esta Gran Selva alcanzaremos la excelencia cuando todos los animales sean capaces de correr a gran velocidad ¡Ningún peligro podrá alcanzarnos! - dijo el conejo.



- Apreciados compañeros - manifestó solemnemente la ardilla -. La capacidad de escalar las montañas y los árboles más altos reviste una importancia fundamental entre todos los demás factores de éxito, pues desde la cima conseguimos observar con más amplitud lo que ocurre en estos dominios.



- El factor de éxito más importante para los habitantes de esta selva, atravesada por tantos ríos, es la capacidad de nadar - dijo el pato.



- Pues a mi me parece - argumentó el águila - que el talento más poderoso para los habitantes de esta selva sería la capacidad de volar a gran altura.



Y así sucesivamente, los animales fueron enalteciendo las más diversas cualidades. La lechuza alabó el don de ver en la oscuridad, la luciérnaga elogió el poder de producir luz propia, el tigre proclamó la superioridad de los que tienen garras afiladas, y así hasta que la secuencia de los discursos se hizo tan agotadora que el león interrumpió la discusión con un gran rugido.



- ¡Basta! Vamos a nombrar un Consejo Consultivo con la función de definir de una vez por todas los factores de éxito.




Después de más de una semana de reuniones, las cualidades mas votadas fueron: correr, escalar, nadar y volar. Luego se determinó que el Departamento de Personal de la Selva organizase un proceso de Formación y Desarrollo con el objetivo de preparar a todos los animales para que dominasen esos factores.



El león aprobó las recomendaciones del Consejo Consultivo y comenzó el entrenamiento. Pero, por mas que se esforzaron, para ninguno de los animales fue fácil dar cumplimiento a la decisión.



El pato era un excelente nadador, pero era mediocre al volar y pésimo al correr. Como corría muy despacio, tenía que quedarse practicando después de las clases y así tenia menos tiempo para nadar.



Como intentaba correr hasta que las patas le dolían, comenzó a nadar con dificultad.



El conejo comenzó siendo el primero en las carreras, pero tuvo un ataque de estrés debido al gran esfuerzo que dedicó al aprendizaje de la natación, y a la frustración que le produjo.



La ardilla era excelente escalando, hasta que se lesionó cuando tuvo varias caídas en las clases de vuelo. También tuvo notas bajísimas en las de atletismo y natación.



Al águila no se le dio nada bien la natación, se hirió una de las alas y acabó sin poder hacer la prueba de vuelo.



La evaluación del primer mes de entrenamiento fue tan negativa que los animales hicieron una nueva reunión. El león, enojado y nada democrático esta vez, ordenó que todo volviese a ser como antes.



El clima se volvió tenso, hasta que el mono levantó la mano y pidió la palabra:



- Vamos a aprender de esta experiencia, queridos amigos. Para enfrentarse a la Nueva Era, tal vez lo más importante sea la cooperación de todos, los unos con los otros. Participar con lo mejor de cada uno, sumando las diferentes cualidades, ¿no es más productivo que intentar hacer lo que hacen mucho mejor los demás?



Todos aplaudieron, y la Gran Selva fue más próspera que nunca.



¡Mi perro la detesta!

Antero Duks






En la primera reunión anual de la empresa, llevó a un hotel de cinco estrellas a todos sus ejecutivos.



Durante cinco días, utilizando los más sofisticados recursos audiovisuales, los participantes analizaron la actuación de la empresa y discutieron todos los aspectos relacionados con el sector.



Sentado en el último sillón de la sala, el empresario asistió pacientemente a todas las presentaciones, una después de otra. Al final del quinto día, le correspondía clausurar esa reunión anual en calidad de presidente de la empresa.



Comenzó elogiando a los distintos departamentos, destacó la importancia de los programas de calidad total y de informatización que estaban en curso, y manifestó su admiración por los profesionales de la empresa.



Pero al mismo tiempo, comentó su frustración por los resultados obtenidos, ya que su empresa tenía la menor participación en el mercado de comidas para perros, a pesar del cuidado con que se realizaba la producción y de la enorme inversión en publicidad que se había hecho durante un año.



Intrigado por esta paradoja, preguntó si alguien, entre los presentes, podía aclararle por qué motivo las cosas habían sido así.



Hubo un momento de silencio, porque los ejecutivos no sabían que responder, y el presidente decidió hacer una pausa para que todos reflexionasen sobre la cuestión.



Durante ese tiempo, el presidente dio un pequeño paseo por el jardín del hotel, y vio a un hombre que paseaba a su perro. Se le acercó y habló con él. Después de algunos comentarios iniciales, le preguntó qué le daba de comer a su perro:



- Ah, acostumbro a darle comida para perros de la marca X o de la marca Y.



- ¿Ha intentado darle comida de la marca Z? - preguntó el empresario, refiriéndose a su producto.



- Oh, si. La propaganda me pareció interesante, el precio atractivo y el envase muy bonito, así que decidí comprarla una vez, ¡pero mi perro la detesta!