sábado, 30 de abril de 2011

‘Estamos hasta la madre’


Javier Sicilia – Proceso No 1796 – 3 de Abril de 2011




El brutal asesinato de mi hijo Juan Francisco, de Julio César Romero Jaime, de Luis Antonio Romero Jaime y de Gabriel Anejo Escalera se suma a los de tantos otros muchachos y muchachas que han sido igualmente asesinados a lo largo y ancho del país a causa no sólo de la guerra desatada por el gobierno de Calderón contra el crimen organizado, sino del pudrimiento del corazón que se ha apoderado de la mal llamada "clase política" y de la "clase criminal", que ha roto sus códigos de honor.



No quiero, en esta carta, hablarles de las virtudes de mi hijo, que eran inmensas, ni de las de los otros muchachos que vi florecer a su lado, estudiando, jugando, amando, creciendo para servir, como tantos otros muchachos, a este país que ustedes han desgarrado.



Hablar de ello no serviría más que para conmover lo que ya de por sí conmueve el corazón de la ciudadanía hasta la indignación. No quiero tampoco hablar del dolor de mi familia y de la familia de cada uno de los muchachos destruidos. Para ese dolor no hay palabras –sólo la poesía puede acercarse un poco a él, y ustedes no saben de poesía–. Lo que hoy quiero decirles desde esas vidas mutiladas, desde ese dolor que carece de nombre porque es fruto de lo que no pertenece a la naturaleza –la muerte de un hijo es siempre antinatural y por ello carece de nombre: entonces no se es huérfano ni viudo, se es simple y dolorosamente nada–, desde esas vidas mutiladas, desde ese sufrimiento, desde la indignación que esas muertes han provocado, es simplemente que estamos hasta la madre.


Estamos hasta la madre de ustedes, políticos –y cuando digo políticos no me refiero a ninguno en particular, sino a una buena parte de ustedes, incluyendo a quienes componen los partidos–, porque en sus luchas por el poder han desgarrado el tejido de la nación, porque en medio de esta guerra mal planteada, mal hecha, mal dirigida, de esta guerra que ha puesto al país en estado de emergencia, han sido incapaces –a causa de sus mezquindades, de sus pugnas, de su miserable grilla, de su lucha por el poder– de crear los consensos que la nación necesita para encontrar la unidad sin la cual este país no tendrá salida; estamos hasta la madre, porque la corrupción de las instituciones judiciales genera la complicidad con el crimen y la impunidad para cometerlo; porque, en medio de esa corrupción que muestra el fracaso del Estado, cada ciudadano de este país ha sido reducido a lo que el filósofo Giorgio Agamben llamó, con palabra griega, zoe: la vida no protegida, la vida de un animal, de un ser que puede ser violentado, secuestrado, vejado y asesinado impunemente; estamos hasta la madre porque sólo tienen imaginación para la violencia, para las armas, para el insulto y, con ello, un profundo desprecio por la educación, la cultura y las oportunidades de trabajo honrado y bueno, que es lo que hace a las buenas naciones; estamos hasta la madre porque esa corta imaginación está permitiendo que nuestros muchachos, nuestros hijos, no sólo sean asesinados sino, después, criminalizados, vueltos falsamente culpables para satisfacer el ánimo de esa imaginación; estamos hasta la madre porque otra parte de nuestros muchachos, a causa de la ausencia de un buen plan de gobierno, no tienen oportunidades para educarse, para encontrar un trabajo digno y, arrojados a las periferias, son posibles reclutas para el crimen organizado y la violencia; estamos hasta la madre porque a causa de todo ello la ciudadanía ha perdido confianza en sus gobernantes, en sus policías, en su Ejército, y tiene miedo y dolor; estamos hasta la madre porque lo único que les importa, además de un poder impotente que sólo sirve para administrar la desgracia, el dinero, el fomento de la competencia, de su pinche "competitividad" y del consumo desmesurado, que son otros nombres de la violencia.



De ustedes, criminales, estamos hasta la madre, de su violencia, de su pérdida de honorabilidad, de su crueldad, de su sinsentido.



Antiguamente ustedes tenían códigos de honor. No eran tan crueles en sus ajustes de cuentas y no tocaban ni a los ciudadanos ni a sus familias. Ahora ya no distinguen. Su violencia ya no puede ser nombrada porque ni siquiera, como el dolor y el sufrimiento que provocan, tiene un nombre y un sentido. Han perdido incluso la dignidad para matar. Se han vuelto cobardes como los miserables Sonderkommandos nazis que asesinaban sin ningún sentido de lo humano a niños, muchachos, muchachas, mujeres, hombres y ancianos, es decir, inocentes. Estamos hasta la madre porque su violencia se ha vuelto infrahumana, no animal –los animales no hacen lo que ustedes hacen–, sino subhumana, demoniaca, imbécil. Estamos hasta la madre porque en su afán de poder y de enriquecimiento humillan a nuestros hijos y los destrozan y producen miedo y espanto.



Ustedes, "señores" políticos, y ustedes, "señores" criminales –lo entrecomillo porque ese epíteto se otorga sólo a la gente honorable–, están con sus omisiones, sus pleitos y sus actos envileciendo a la nación. La muerte de mi hijo Juan Francisco ha levantado la solidaridad y el grito de indignación –que mi familia y yo agradecemos desde el fondo de nuestros corazones– de la ciudadanía y de los medios. Esa indignación vuelve de nuevo a poner ante nuestros oídos esa acertadísima frase que Martí dirigió a los gobernantes: "Si no pueden, renuncien". Al volverla a poner ante nuestros oídos –después de los miles de cadáveres anónimos y no anónimos que llevamos a nuestras espaldas, es decir, de tantos inocentes asesinados y envilecidos–, esa frase debe ir acompañada de grandes movilizaciones ciudadanas que los obliguen, en estos momentos de emergencia nacional, a unirse para crear una agenda que unifique a la nación y cree un estado de gobernabilidad real. Las redes ciudadanas de Morelos están convocando a una marcha nacional el miércoles 6 de abril que saldrá a las 5 de la tarde del monumento de la Paloma de la Paz para llegar hasta el Palacio de Gobierno, exigiendo justicia y paz. Si los ciudadanos no nos unimos a ella y la reproducimos constantemente en todas las ciudades, en todos los municipios o delegaciones del país, si no somos capaces de eso para obligarlos a ustedes, "señores" políticos, a gobernar con justicia y dignidad, y a ustedes, "señores" criminales, a retornar a sus códigos de honor y a limitar su salvajismo, la espiral de violencia que han generando nos llevará a un camino de horror sin retorno. Si ustedes, "señores" políticos, no gobiernan bien y no toman en serio que vivimos un estado de emergencia nacional que requiere su unidad, y ustedes, "señores" criminales, no limitan sus acciones, terminarán por triunfar y tener el poder, pero gobernarán o reinarán sobre un montón de osarios y de seres amedrentados y destruidos en su alma. Un sueño que ninguno de nosotros les envidia.



No hay vida, escribía Albert Camus, sin persuasión y sin paz, y la historia del México de hoy sólo conoce la intimidación, el sufrimiento, la desconfianza y el temor de que un día otro hijo o hija de alguna otra familia sea envilecido y masacrado, sólo conoce que lo que ustedes nos piden es que la muerte, como ya está sucediendo hoy, se convierta en un asunto de estadística y de administración al que todos debemos acostumbrarnos.



Porque no queremos eso, el próximo miércoles saldremos a la calle; porque no queremos un muchacho más, un hijo nuestro, asesinado, las redes ciudadanas de Morelos están convocando a una unidad nacional ciudadana que debemos mantener viva para romper el miedo y el aislamiento que la incapacidad de ustedes, "señores" políticos, y la crueldad de ustedes, "señores" criminales, nos quieren meter en el cuerpo y en el alma.



Recuerdo, en este sentido, unos versos de Bertolt Brecht cuando el horror del nazismo, es decir, el horror de la instalación del crimen en la vida cotidiana de una nación, se anunciaba: "Un día vinieron por los negros y no dije nada; otro día vinieron por los judíos y no dije nada; un día llegaron por mí (o por un hijo mío) y no tuve nada que decir". Hoy, después de tantos crímenes soportados, cuando el cuerpo destrozado de mi hijo y de sus amigos ha hecho movilizarse de nuevo a la ciudadanía y a los medios, debemos hablar con nuestros cuerpos, con nuestro caminar, con nuestro grito de indignación para que los versos de Brecht no se hagan una realidad en nuestro país.



Además opino que hay que devolverle la dignidad a esta nación.







Francisco Martínez



"Un día vinieron por los negros y no dije nada; otro día vinieron por los judíos y no dije nada; un día llegaron por mí y ya no pude decir nada" Bertolt Bretch.



La leyenda del conjuro Siux



Antero Duks









Cuenta una vieja leyenda de los indios Sioux, que una vez llegaron hasta la tienda del viejo brujo de la tribu, tomados de la mano, Toro Bravo, el más valiente y honorable de los jóvenes guerreros, y Nube Azul, la hija del cacique y una de las más hermosas mujeres de la tribu....

- Nos amamos...- empezó el joven




- Y nos vamos a casar....- dijo ella.




Y nos queremos tanto que tenemos miedo...queremos un hechizo, un conjuro, o un talismán...algo que nos garantice que podremos estar siempre juntos...que nos asegure que estaremos uno al lado del otro hasta encontrar la muerte.




Por favor... - repitieron; hay algo que podamos hacer?



El viejo los miró y se emocionó al verlos tan jóvenes... tan enamorados...y tan anhelantes esperando su palabra...




- Hay algo....-dijo el viejo- pero no sé...es una tarea muy difícil y sacrificada...




- Nube Azul...-dijo el brujo- ¿ves el monte al norte de nuestra aldea? Deberás escalarlo sola y sin mas armas que una red y tus manos.... deberás cazar el halcón más hermoso y vigoroso del monte...si lo atrapas, deberás traerlo aquí con vida el tercer día después de luna llena...

¿Comprendiste?

- Y tú, Toro Bravo... - siguió el brujo - deberás escalar la montaña del trueno... cuando llegues a la cima, encontrarás la más brava de todas las águilas, y solamente con tus manos y una red, deberás atraparla sin heridas y traerla ante mí, viva... el mismo día en que vendrá Nube Azul...




¡Salgan ahora!




Los jóvenes se abrazaron con ternura y luego partieron a cumplir la misión encomendada... ella hacia el norte y él hacia el sur...





El día establecido, frente a la tienda del brujo, los dos jóvenes esperaban con las bolsas que contenían las aves solicitadas.




El viejo les pidió que con mucho cuidado las sacaran de las bolsas... eran verdaderamente hermosos ejemplares...




- Y ahora qué haremos... - preguntó el joven - ¿los mataremos y beberemos el honor de su sangre?




- No - dijo el viejo.




- Los cocinaremos y comeremos el valor en su carne? - propuso la joven.

- No - repitió el viejo. Harán lo que les digo: tomen las aves y átenlas entre sí por las patas con esta tiras de cuero... cuando las hayan anudado, suéltenlas y que vuelen libres...




El guerrero y la joven hicieron lo que se les pedía y soltaron los pájaros... el águila y el halcón intentaron levantar vuelo pero sólo consiguieron revolcarse por el piso. Unos minutos después, irritadas por la incapacidad, las aves arremetieron a picotazos entre sí hasta lastimarse....

- Este es el conjuro. Jamás olviden lo que han visto...son ustedes como un águila y un halcón...




Si se atan el uno al otro, aunque lo hagan por amor, no sólo vivirán arrastrándose... sino que además, tarde o temprano, empezarán a lastimarse el uno al otro...




Si quieren que el amor entre ustedes perdure...




"Vuelen juntos...pero jamás atados".




El engaño de hoy: ideología de género


Por José de Jesús Castellanos


Febrero de 2011





Con el propósito de combatir el mal trato a la mujer, la violencia y las discriminaciones, se introdujo en el mundo una legítima lucha por la equidad y el respeto de la dignidad de todos. Se respondía de esta manera a una legítima aspiración de las mujeres, principalmente para que se les reconocieran derechos iguales a los de los hombres. Eso fue y es inobjetable.



Sin embargo, más allá de esa legítima aspiración y con el pretexto de la misma, se inventó una nueva ideología que tomó de aquí y de allá elementos para hacer una verdadera revolución filosófica, antropológica, lingüística, cultural y social: la ideología de género.



Se trata de uno de los engaños más cuidados y más corrosivos de los últimos tiempos con consecuencias peores que las engendradas por las ideologías fascistas y marxistas, porque de ellas, incluso, tomó elementos para inocularse en el mundo moderno.



Desde el punto de vista filosófico toma del nominalismo la negación de la esencia de las cosas para afirmar que las cosas son lo que su nombre indica, así, con el apoyo del existencialismo viene a reiterar que las cosas no tienen una naturaleza específica, sino que se construyen en la historia. Las consecuencias antropológicas son claras, el hombre no es una cosa específica, sino historia.



Este hacerse en la historia a partir de algo indeterminado, permitiría negar la objetividad de la naturaleza humana y, por lo tanto, su identidad como hombre o mujer, a pesar de ser biológicamente sexuado.



La concepción de género vino a constituirse como la resultante de una construcción histórico-cultural que determinaría a las personas más allá de lo que inevitablemente son. De esta manera, la falta de identidad consigo mismo, lejos de ser un problema sicológico o psiquiátrico, se convirtió en una "liberación" de la atadura física, para establecer la posibilidad de una opción "libre" de la propia sexualidad.



Así, lo que originalmente se presentó como una lucha de las mujeres pasó a ser una verdadera desconstrucción de la persona humana, levantando la bandera hacia la libertad de "opción", no de sexo, pues éste es biológico y forma parte de la unidad personal, sino "cultural", contra natura misma. Por ese camino se ha iniciado una revolución que, según sus exponentes, "desconstruye" lo construido culturalmente y es visto como una imposición social y hasta clasista.



Llevada a sus consecuencias totales, la ideología de género que defiende el supuesto derecho a optar por el género preferido, tendrían cabida y derecho a vivir como quieran los homosexuales, los bisexuales, los transgénero, los transexuales, los pedófilos, los travestis, los fetichistas, los voyeristas, los exhibicionistas, los sadistas y masoquistas sexuales y hasta los bestialistas.



Y no sólo se trata de que puedan hacer lo que quieran –de hecho nadie puede impedírselos en muchos casos–, sino que estas desviaciones sexuales dejen de ser consideradas como delitos e, incluso, se les otorguen los derechos de la institución social por excelencia que es la familia resultante del matrimonio entre hombre y mujer.



Con ello asistiríamos a la más grande revolución social de la historia, incluso más allá de lo que se imaginó Federico Engels, pues ello cambiaría radicalmente las formas de relación entre las personas, independientemente de su sexo.



Pero no se piense que estas son especulaciones. Ya en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se intentó –aunque hasta ahora ha sido rechazado– introducir la idea del "derecho a la opción sexual" como un derecho humano. Pero no sólo allá. Aquí, en México, en el Senado se acaba de detener la minuta de los diputados para reformar el artículo 1 de la Constitución que abría la puerta para la introducción de este fenómeno en la Carta Magna y convertirlo en un derecho protegido y hasta promovido por el Estado.



Pocos conocen y saben lo que se estaba cocinando. Ni los mismos legisladores han reflexionado acerca del gol que estaban a punto de meterles. Por fortuna, la alerta detuvo el proyecto. Sin embargo, el peligro no está conjurado. La sociedad tiene que hablar.




martes, 26 de abril de 2011

Los Instrumentos




Antero Duks













Hubo hace ya cierto tiempo un taller en el que se elaboraban distintos instrumentos musicales. Un día, al dar las doce, se reunieron entre ellos para hablar de su destino. Estaban un poco cansados de los músicos, y la mayoría se sentían utilizados.







"Yo - dijo el clarinete -, soy el que produce la música, gracias a mis pistones, mis llaves, mis boquillas, ¿y a quién le aplauden, quién se lleva el mérito? ¡El músico! ¡El hombre lo único que hace es poner su aliento! Pues se acabo, a partir de ahora, propongo que rechacemos a los músicos, no los necesitamos, la música somos nosotros, compañeros."







El flautín corroboró lo dicho por el clarinete y añadió que ya era hora de que la gente dijese: ¡Que hermosa sinfonía ha tocado este flautín! O el instrumento que fuese, y no: ¡que bien ha ejecutado esta obra el profesor Tal o Cual!







Le tocó el turno a la guitarra, y aconsejó hiciesen una huelga general. Todos lo aprobaron. Por fin los hombres se iban a enterar, sin ellos no habría música.







Y así fue, cuando un músico intentaba tomar en sus manos un clarinete, un flautín, o cualquier otro tipo de instrumento musical, este se le resbalaba de las manos. O le hería los labios. Nadie se explicaba el por qué sucedía aquello. Pero lo cierto es que todos los conciertos hubieron de ser suspendidos.







Los instrumentos estaban felices, por fin se haría justicia. Pero cuando intentaron producir ellos mismos la música vieron que nada salía de ellos. Empezaron a moverse de un lado para otro, a rodar, pero sólo hacían ruido.







Sin embargo, los hombres, los músicos, seguían produciendo música. Lo hacían batiendo las palmas. O chasqueando los dedos, o silbando, o tocando piedras unas con otras. Los pobres instrumentos musicales se dieron cuenta, pero ya era demasiado tarde, de que la música no la producían ellos, la tenían los profesores músicos en el alma, y con sus manos o su aliento se la comunicaban. Ellos habían tenido la oportunidad de participar de esa gloria, pero por soberbia, por orgullo, no habían querido; sin los músicos sólo eran unos trastos inútiles.







En el taller se oyó una voz humana. "¿Profesor que hacemos con los antiguos instrumentos; los echamos al fuego? Total, ¡sólo son un estorbo!"







Un estremecimiento sacudió las almas de metal y de madera, hubo un aliento contenido.







La voz humana respondió; "Por esta vez, déjalos, quiero ver si podemos utilizarlos de nuevo. Yo era el que tocaba el clarinete, y le tenía un gran cariño, era un buen instrumento, con él he interpretado sinfonías bellísimas; no sé por qué pasó lo que pasó."







Desde aquel día, los instrumentos cumplieron su oficio. Y volvieron a llenar los teatros. Y se alegraron y sintieron como propios los aplausos dedicados a los músicos. Habían comprendido que sin ellos no eran nada.





Derriba los pensamientos limitantes


Por Esteban Correa




Solo nosotros mismos podemos bloquear nuestro potencial con pensamientos limitantes. No hay nada ni nadie que pueda impedirnos servir a Dios, tener propósito y alcanzar nuestros sueños. Solo nosotros mismos podemos bloquear nuestro potencial con pensamientos limitantes.



A continuación una lista de las trabas más comunes que tenemos en la mente:


Si piensas: "No tengo estudios y eso me limita" Recuerda que Juan y Pedro eran llamados hombres sin letras y del vulgo (Hechos 4:13)



Sin embargo esto no fue una limitación para ellos porque Dios los levantó y capacitó. Juan era el discipulo amado de Jesús, escribió el bello evangelio que lleva su nombre, además de 3 epístolas y el libro de Apocalipsis.



Pedro escribió 2 epístolas en el nuevo testamento y fue una de las personas usado de forma poderosa y ejemplar para creyentes de todos los tiempos. Nunca es tarde para estudiar, para pedir sabiduría y para ser usados por Dios.



Si piensas que eres pobre y eso no te dejará alcanzar cosas y sueños, recuerda que Jesús nació en un lugar pobre, pero él nunca fue pobre, desde el mismo momento de su nacimiento le trajeron presentes de mucho valor y nunca jamás le hizo falta nada. Los israelitas estaban pobres y esclavos en Egipto, sin embargo cuando Dios los libero se llevaron consigo toda la riqueza de los egipcios. También recuerda la promesa de Dios en Filipenses 4:19: "mi Dios les proveerá de todo lo que necesiten, conforme a las gloriosas riquezas que tiene en Cristo Jesús" y Deuteronomio 8:18 "(…) acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas"



Si piensas: "No puedo porque ya soy viejo" Recuerda que:



• Caleb conquisto a los 80 años con la misma fuerza de los 40. (Josué 14:11)


• Abraham recibió la promesa a los 100 años (Génesis 21:5)


• Moisés comenzó su gran labor de liderazgo recién a los 80 años. (Éxodo 7:7)


• El apóstol Juan recibió las revelaciones más impresionantes del futuro de la humanidad cuando era muy anciano. (Apocalipsis 1)



Si piensas: "Soy temeroso" Recuerda que cuando Dios llamó a Gedeon él se sentía inútil y temeroso, sin embargo Dios le dijo: "Varón esforzado y valiente" porque Dios llama las cosas que no son como si fueran. (Jueces 6:11) Luego el creyó en el respaldo del Señor y fue un vencedor. No importa el sentimiento que tenga, sino en el Dios que me respalda.



Si piensas: "Nadie me conoce" Recuerda que el más destacado rey del pueblo de Dios fue David, de quién vino Cristo; y a él ni siquiera su familia lo tenia en cuenta. Trabaja detrás de las ovejas (2 Samuel 7:8) siendo un perfecto desconocido para la mayoría del pueblo, sin embargo Dios miró su corazón y levanto su nombre y le dio fama.



"Y la fama de David fue divulgada por todas aquellas tierras; y Jehová puso el temor de David sobre todas las naciones".1 Crónicas 14:17



No importa que la gente no te reconozca, es Dios quien te promueve, como dice su promesa:



"Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público. Mateo 6:6 – Es Dios quien nos recompensa en público.



Si piensas: "He cometido terribles pecados" Recuerda que el apóstol Pablo (quién escribió gran parte del nuevo testamento y evangelizo a todo el mundo conocido de su época) fue el perseguidor más acérrimo y violento de la iglesia del Señor Jesús, incluso antes de conocer a Jesús como su Señor blasfemó el nombre de Cristo y torturo a todo el que predicaban el evangelio de Jesús, obligando a que negarán a Jesús. Pero esto no fue un impedimento para el gran amor de Dios que conoce lo más profundo de los corazones lo usara.



El apóstol Pablo fue, es y será uno de los ejemplos más inspiradores y desafiantes para la iglesia y él mismo escribió estas palabras:



"Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero". 1 Timoteo 1:15.



Si piensas: "No tengo nada para Dar" Recuerda que estás creyendo una de las más grandes mentiras, porque Dios a todos nos creo con capacidades y talentos. No eres una casualidad, Dios permitió tu vida, no importan las condiciones en las que hayas nacido. En el momento que Dios te formo en el vientre de tu madre también creo un plan para ti; por eso debes comenzar a soñar con todo lo que quieras lograr, esto de renovará, te desafiará y te impulsará a una vida llena de felicidad. Fuimos hechos para que nuestra vida glorifique a Dios con nuestra conducta y resultados victoriosos.



"Todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los he creado, los formé y los hice". Isaías 43:7



Cree esta palabra y recíbela, no hay impedimentos imposibles de vencer si puedes creer.


Si tienes ganas de servir al Señor, de crecer, de avanzar y de alcanzar sueños en tu vida, entonces adelante, hazlo ¡¡Dios esta contigo!! - > COMPARTIR >



Epolón y Lázaro




Quevir Roquedal





El Evangelio nos narra la parábola de Epulón y Lázaro, donde nos damos cuenta de que al morir, Dios los juzga por su corazón. ¿Qué ha hecho Lázaro de bueno para subir al seno de Abraham? Nada. ¿Qué ha hecho Epulón de malo para no subir al seno de Abraham? Nada. Podríamos pensar que la diferencia está en que uno es muy pobre y el otro rico, pero no es el motivo por el cual Cristo los juzga. Cristo los juzga por el corazón. La diferencia está en ser una persona de corazón abierto o de corazón cerrado a Dios nuestro Señor.


Quizá a nosotros en Cuaresma se nos podría nublar un poco la vista y estemos juzgando nuestra vida por nuestro exterior y, entonces, estaremos viviendo una Cuaresma simplemente exterior, olvidándonos de que la auténtica Cuaresma es la purificación del corazón. El profeta dice: "El corazón del hombre es la cosa más traicionera y difícil de curar. ¿Quién lo podrá entender? Yo, el Señor, sondeo la mente y penetro el corazón, para dar a cada uno según sus acciones, según el fruto de sus obras."


Es Dios quien sondea el corazón, a nosotros nos toca, si queremos vivir de cara a Dios nuestro Señor, vivir con un corazón listo a ser sondeado por Él. El primer gesto de purificación que en nuestra Cuaresma tenemos que buscar es la purificación de nuestro corazón, la purificación de nuestra voluntad, la purificación de nuestra libertad.


Purificar el corazón, purificar la voluntad y purificar la libertad es atreverse a tocar una fibra muy interior, porque es la fibra en la cual nosotros reposamos sobre nosotros mismos. Cada uno de nosotros, en última instancia, reposa sobre su propia voluntad: la voluntad de querer algo o la voluntad de rechazarlo. Cada uno de nosotros en la vida acepta o rechaza las cosas por su corazón, por su voluntad. El profeta es muy claro: "Maldito el hombre que confía en el hombre, que en él pone su fuerza y aparta del Señor su corazón". Son palabras muy duras, sobre todo en cuanto a las consecuencias: "Será como cardo plantado en la estepa, que no disfruta del agua cuando llueve; vivirá en la aridez del desierto, en una tierra salobre e inhabitable".


Si nuestro corazón no aprende a purificarse, si nuestra voluntad no aprende a actuar bien, si nuestro interior no opta en una forma decidida, firme y exigente por Dios nuestro Señor, se puede ir produciendo, poco a poco, una especie como de desertificación de nuestra vida, un avanzar del desierto en nuestro corazón. Si nuestro corazón no está apoyándose en todo momento en Dios nuestro Señor y nuestra voluntad no está purificándose para ser capaz de encontrarse con Él, sino que por el contrario, nuestra voluntad está confiando en el hombre, es decir, confiando simplemente en esa veleta de acontecimientos que constantemente nos suceden, querrá decir que nuestra vida acabará plantada en medio de una estepa, tierra salobre e inhabitable.


¿No podría ser, el verse plantadas así, el destino de muchos corazones, de muchas vidas? Y cuando empezamos a preguntarnos el por qué, en el fondo, acabamos encontrando siempre una misma respuesta: No supieron poner su libertad totalmente en Dios nuestro Señor. Y aquí no importa si les faltó poco o les faltó mucho, aquí lo que importa es que les faltó.


En el Evangelio, no importa si el rico fue poco injusto o muy injusto, lo importante es que no llegó a estar del otro lado. Su libertad no se puso del lado que tenía que ponerse, su voluntad no se orientó hacia donde tenía que orientarse. Nos puede dar miedo pensar siquiera en la posibilidad de orientar nuestra voluntad. Nos puede dar miedo el intentar tocar nuestro corazón para empezar a preguntarle: ¿Estás verdaderamente orientado a Dios? ¿En quién confías? ¿Auténticamente tu confianza está puesta en el Señor?


De nada nos servirá después, la súplica del rico: "Padre Abraham, ten piedad de mí", porque nuestra libertad necesita ser ahora purificada.


Es importantísimo que esta Cuaresma se convierta para nosotros en un momento de reflexión sobre hacia dónde está orientada nuestra voluntad, qué estamos haciendo con nuestra vida, qué ha elegido nuestra libertad, qué caminos tiene, qué opciones ha tomado. De poco nos serviría pensar que nuestra libertad y nuestra voluntad están orientada hacia Dios nuestro Señor, si en el fondo, nosotros mismos no hemos sido capaces de purificarnos, de tal manera que, auténticamente se orienten hacia Dios.


"El corazón del hombre es la cosa más traicionera y difícil de curar ¿Quién lo puede entender? Yo, el Señor, sondeo la mente y penetro el corazón". Atrevámonos a ponernos en Dios nuestro Señor. Atrevámonos a ponernos en Él como el único que va a ser capaz de decirnos si auténticamente nuestra voluntad y nuestra libertad están orientadas de tal forma que, en esta vida nos abramos a Dios, y en la futura nos encontremos con Él.


Atrevámonos a permitirle a Dios tocar los recursos, los resortes interiores de nuestra libertad.


Cuántas veces podríamos juzgar que estamos haciendo bien, y realmente podría ser que estuviésemos viviendo engañados, traicionados por lo más interior de nosotros mismos, que es nuestro corazón, "la cosa más traicionera y difícil de curar". ¿Me atrevo yo a permitir que ese médico del alma que es Dios, entre a mi corazón, toque y cuestione mi libertad y toque y fortalezca mi voluntad?


Creo que éste sería un buen camino de Cuaresma: el ir purificando nuestra voluntad y nuestra libertad de tal manera que, en el encuentro con la Pascua de nuestro Señor, lleguemos a decir que nuestro corazón, siendo débil como es, tiene una certeza y tiene una garantía: el estar apoyado sólo y únicamente en Dios nuestro Señor. Porque así, "será árbol plantado junto al agua que hunde en las corrientes sus raíces; cuando llegue el calor, no lo sentirá y sus hojas se conservarán siempre verdes; en el año de sequía no se marchitará ni dejará de dar frutos".


En nuestras manos está el hacer de nuestra libertad y de nuestra voluntad un camino de esterilidad, apoyado en nosotros; o un camino de fecundidad, apoyado en Dios.






Conchita Cabrera: una mística del hogar


Por Fernando Pascual


Marzo de 2011




Concepción Cabrera nació en San Luis Potosí, México, el 8 de diciembre de 1862. En su casa recibió la educación cristiana propia de su época. Estuvo poco tiempo en la escuela, pues dejó las clases cuando tenía ocho o nueve años. Desde ese punto de vista, su formación fue bastante incompleta. Dios se encargaría de ofrecerle, más allá de lo que se puede aprender en las aulas, gracias muy particulares y conocimientos que muchos no alcanzan ni siquiera a través de años de estudio de teología.



En su hogar pudo leer vidas de santos. Una de sus primeras ilusiones infantiles consistía en llegar a ser ermitaña. Con la adolescencia, se hizo notar su belleza. Al acudir a un baile, cuando tenía sólo 13 años, se le declaró Francisco Armida (para ella, simplemente Pancho). Pronto formalizaron las relaciones en un noviazgo que duraría casi nueve años.



Sobre su noviazgo recuerda: "Tengo que agradecerle a Pancho que jamás abusó de mi sencillez; fue un novio muy correcto y respetuoso, y yo, siempre, desde mi primera carta, lo llevé a Dios. Me cabe la satisfacción de haberlo inclinado a la piedad siempre; le hablaba de sus deberes religiosos, del amor a la Santísima Virgen, etcétera. Él me regalaba oraciones y versos piadosos. Lo hacía frecuentar los sacramentos en lo posible, y desde aquel instante yo no dejé su alma" (Autobiografía I, p. 70-72).



El 8 de noviembre de 1884, un mes antes de que cumpliese 22 años, se casó. En algunas familias de aquel tiempo la esposa estaba sometida en casi todo al marido. Por eso no extraña lo que Conchita pidió a su esposo en el momento del banquete de bodas:



"Que me dejara ir a comulgar todos los días y que no fuera celoso. ¡Pobrecito! Fue tan bueno que años adelante se quedaba con los niños mientras yo volvía de la iglesia, y aun en su última enfermedad, mientras no perdía el conocimiento, me preguntaba si ya había ido a recibir a Nuestro Señor. Dios le ha de haber pagado este favor que era mi vida" (Autobiografía I, p. 110).



La vida matrimonial fue bendecida con nueve hijos, algunos murieron de pequeños, con el dolor que esto implica a sus padres. El tercero, Manuel, nació el 28 de enero de 1889. Cuando Manuel nacía, moría un sacerdote. Conchita no dudó en ofrecer a su nuevo hijo a Dios. Con el pasar de los años, este hijo decidió ser sacerdote jesuita.



La cuarta en nacer fue Concha hija, a la que Dios llamaría a la vida consagrada, y que llenó de alegrías el corazón de su madre, aunque murió bastante joven.



En medio de sus muchas tareas como esposa, madre y ama de hogar, Dios trabajaba poco a poco en el alma de Conchita. En 1889, el año en el que nació su hijo Manuel, pudo hacer unos ejercicios espirituales en los que sintió la voz de Dios dentro de su alma. Así lo relató más tarde:



"Un día en el que me preparaba con toda mi alma a lo que el Señor quisiera de mí, en un momento escuché muy claro en el fondo de mi alma, sin poder dudarlo, estas palabras, que me asombraron: 'Tu misión es la de salvar almas'. Yo no entendía cómo podía ser esto; ¡me pareció tan raro y tan imposible!; pensé que esto sería que me sacrificara en favor de mi marido, hijos y criados".



"Hice mis propósitos muy prácticos y llenos de fervor, redoblando mis deseos de amar sin medida al que es Amor. Mi corazón halló su nido, encontró la paz en el retiro y la oración, pero tenía que salir al mundo y a mis obligaciones, con necesidad de andar entre el fuego sin quemarme. Con este crecido incendio en el corazón el celo me devoraba y ansiaba compartir mi dicha, con las enseñanzas sublimes que había aprendido" (Autobiografía I, p. 159-162).



A los cinco años de esta gracia (en 1894), y con permiso de su director espiritual, Conchita grabó físicamente en su pecho el monograma de Jesús (JHS). Ese gesto significó, para ella, el inicio de una mayor entrega al amor de su Señor, con quien se sentía unida en un desposorio espiritual.



En 1894 da inicio su actividad de fundadora, al poner en marcha su primera obra: el Apostolado de la Cruz. Esta actividad se prolongará en el tiempo con una fecundidad extraordinaria, pues surgirán luego otras cuatro fundaciones, además de la ya mencionada:



En 1897, las religiosas de la Cruz del Sagrado Corazón de Jesús. En 1909, la Alianza de Amor con el Sagrado Corazón de Jesús. En 1912, la Fraternidad de Cristo Sacerdote. En 1914, con el P. Félix de Jesús Rougier (1859-1938), los Misioneros del Espíritu Santo. Esta fundación fue posible gracias al encuentro, en 1903, entre Conchita y el P. Rougier (sacerdote francés), entre quienes surgió una especial sintonía espiritual.



Además de estas fundaciones, podemos recordar que Conchita inició, en 1935, la Cruzada de almas víctimas en favor de los hogares. Esta Cruzada invitaba a sus miembros, según sus respectivos estados de vida, a ofrecerse para expiar los pecados que se daban en los matrimonios y en la sociedad.



Volvemos al año 1894. Conchita hizo unos ejercicios espirituales que luego plasmó en propósitos sencillos, concretos, familiares. Podemos evocar, por ejemplo, lo que se propuso para vivir a fondo su cariño hacia el propio esposo:


"Con mi marido: tendré cuidado de no perder su confianza antes ganármela más y más; informándome de sus negocios, pediré luz a Dios para aconsejarlo rectamente. Procuraré que siempre encuentre en mí consuelos santos, dulzura y abnegación completa. Igual de carácter en todas las circunstancias, y él sí que vea traslucirse a Dios en todas mis obras para su provecho espiritual".



"Jamás hablaré mal, en lo más mínimo, de su familia; siempre la disculparé, teniendo cuidado de que respete la mía. Velaré por las economías sin descender a extremos, teniendo cuidado de que nada falte a los demás y haciendo personalmente muchas cosas que implicarían gastos. Estaré siempre despierta a todas las circunstancias. Daré del gasto las limosnas que pueda".



"En cuanto a la educación de mis hijos haré porque siempre caminemos de acuerdo, habiendo energía y rectitud de ambas partes, con especialísimo cuidado" (Diario, T. 4, p. 227ss, 6 de octubre de 1894).



Su vida de familia transcurre entre numerosas experiencias místicas. Es difícil recogerlas aquí, pero en sus escritos se evidencia la acción de Dios, que le va revelando misterios como el de la Trinidad, la Encarnación, la Presentación en el Templo, la importancia del Espíritu Santo, la Soledad de la Virgen, etcétera.



Con humildad, en medio de tantas gracias de Dios, Conchita acude a su confesor y a sacerdotes sabios para conocer si lo que escucha y percibe viene de Dios. Recibe mucha paz gracias al juicio de quienes ven cómo la Trinidad actúa en el corazón de una sencilla madre de familia numerosa.



En 17 de septiembre de 1901 llega una prueba dolorosa: la muerte de su marido Francisco, al que tanto había amado. Días más tarde escribirá en su diario, entre otros recuerdos de esos momentos, lo siguiente:



"Ya con anticipación me había ocupado de que se confesara y de que recibiera el santo viático... Le recé muchas veces las oraciones de los agonizantes, la recomendación del alma; lo exhorté cuanto pude hasta el instante de su muerte, con jaculatorias, actos de contrición, actos de amor y de fe y de esperanza, infundiéndole valor y confianza, que mil veces repetí con toda mi alma. Así pasé horas hasta que expiró, sufriendo con él mi corazón en su terrible agonía, asfixia y dolor".



Conchita quedó viuda con ocho hijos a los 39 años. Tener una relación muy cercana con Dios e incluso experiencias de tipo místico no quita el sufrimiento de la pérdida de un ser querido. Una pérdida que se acentúa con la muerte de algunos de sus hijos, antes o después de la muerte de su marido. Pero supera sus penas interiores y consigue seguir adelante como madre de familia y como fundadora.



De los siguientes años de su vida podemos recordar una peregrinación que hizo en 1913-1914 a Tierra Santa, Roma y Lourdes. En la Ciudad Eterna consigue una audiencia particular con el Papa Pío X, con quien habla sobre sus fundaciones (las distintas Obras de la Cruz). El viaje está bellamente narrado en su diario, con notas que reflejan su fe y su sensibilidad humana y espiritual.



En 1917 inicia lo que puede ser vista como la última etapa de su vida interior: una mayor participación en el misterio de la soledad de la Virgen María. Será una etapa larga, misteriosa, de purificación, pues durará 20 años, hasta su muerte (en 1937).



En sus cuadernos redactó lo que siente en su alma desde la acción de Dios, además de recoger en sus escritos otras experiencias personales como madre y como fundadora.



Resultan de una belleza especial las palabras que escribió con motivo de la ordenación sacerdotal de su hijo Manuel. En 1925, Dios le permitió una nueva prueba en el camino de la soledad: su hija Conchita, que había ingresado como religiosa de la Cruz, moría prematuramente.



Conchita refleja en sus notas manuscritas su profundo amor a México, su Patria, así como los sufrimientos de su alma ante las distintas revoluciones que se sucedieron y que propiciaron fuertes persecuciones contra la Iglesia. De manera especial, en el drama que desencadenó la revolución cristera, Conchita ve con pena cómo mueren muchos mártires.



En esas circunstancias terribles, Conchita no dejó de ayudar en lo que está de su parte, incluso escondiendo a obispos, sacerdotes o religiosas en su casa. Pero no puede con todo, pues Dios le permite una enfermedad seria en el año 1928 (en plena guerra cristera) que le hace pensar que la muerte está próxima.



Tras superar la enfermedad, piensa que debe escribir una carta a sus hijos para ofrecerles lo que (según ella pensaba en ese momento) serían sus últimos consejos:



"Si me muero, si ya Dios quiere llevarme, les recomiendo a todos sigan siendo cristianos valerosos y de fe, sin respetos humanos y practicando fidelísimamente las enseñanzas de la Iglesia, orgullosos de pertenecerle". "Les recomiendo la unión, la unión, la unión..." (Carta, 28 de junio de 1928).



Después de un camino largo de soledad, el 3 de marzo de 1937 llegó la hora de su partida al encuentro de Cristo que reveló todo su Amor en la Cruz y nos dejó, para siempre, la presencia del Espíritu Santo.



La Iglesia, a la que Conchita tanto amó, la presenta a los creyentes como ejemplo de virtudes cristianas. Después de análisis y estudios sobre su vida y sus escritos, Juan Pablo II firmó el decreto que la reconocía como venerable el 20 de diciembre de 1999.



Para conocer las fundaciones de Conchita Cabrera, cf. http://www.familiadelacruz.org





sábado, 23 de abril de 2011

El Hombre y su Sombra

Antero Duks







Hace muchos años, vivía un hombre que era capaz de amar y perdonar a todos los que encontraba en su camino. Por esta razón, Dios envió a un ángel para que hablara con él.





-Dios me pidió que viniera a visitarte y que te dijera que Él quiere recompensarte por tu bondad – dijo el ángel. Cualquier gracia que desees, te será concedida. ¿Te gustaría tener el don de curar?





-De ninguna manera – respondió el hombre – prefiero que el propio Dios elija a aquellos que deben ser curados.





-¿Y qué te parecería atraer a los pecadores hacia el camino de la verdad?





-Esa es una tarea para ángeles como tú. Yo no quiero que nadie me venere ni tener que dar el ejemplo todo el tiempo.





-No puedo volver al cielo sin haberte concedido un milagro. Si no eliges, te verás obligado a aceptar uno.





El hombre reflexionó un momento y terminó por responder:





-Entonces, deseo que el Bien se haga por mi intermedio, pero sin que nadie se dé cuenta – ni yo mismo, que podría pecar de vanidoso.




Y el ángel hizo que la sombra del hombre tuviera el poder de curar, pero sólo cuando el sol estuviese dándole en el rostro.





De esta manera, por dondequiera que pasaba, los enfermos se curaban, la tierra volvía a ser fértil y las personas tristes recuperaban la alegría.




El hombre caminó muchos años por la Tierra sin darse cuenta de los milagros que realizaba porque cuando estaba de frente al sol, tenía a su sombra atrás. De esta manera, pudo vivir y morir sin tener conciencia de su propia santidad.