sábado, 12 de febrero de 2011

¡Mi perro la detesta!

Antero Duks






En la primera reunión anual de la empresa, llevó a un hotel de cinco estrellas a todos sus ejecutivos.



Durante cinco días, utilizando los más sofisticados recursos audiovisuales, los participantes analizaron la actuación de la empresa y discutieron todos los aspectos relacionados con el sector.



Sentado en el último sillón de la sala, el empresario asistió pacientemente a todas las presentaciones, una después de otra. Al final del quinto día, le correspondía clausurar esa reunión anual en calidad de presidente de la empresa.



Comenzó elogiando a los distintos departamentos, destacó la importancia de los programas de calidad total y de informatización que estaban en curso, y manifestó su admiración por los profesionales de la empresa.



Pero al mismo tiempo, comentó su frustración por los resultados obtenidos, ya que su empresa tenía la menor participación en el mercado de comidas para perros, a pesar del cuidado con que se realizaba la producción y de la enorme inversión en publicidad que se había hecho durante un año.



Intrigado por esta paradoja, preguntó si alguien, entre los presentes, podía aclararle por qué motivo las cosas habían sido así.



Hubo un momento de silencio, porque los ejecutivos no sabían que responder, y el presidente decidió hacer una pausa para que todos reflexionasen sobre la cuestión.



Durante ese tiempo, el presidente dio un pequeño paseo por el jardín del hotel, y vio a un hombre que paseaba a su perro. Se le acercó y habló con él. Después de algunos comentarios iniciales, le preguntó qué le daba de comer a su perro:



- Ah, acostumbro a darle comida para perros de la marca X o de la marca Y.



- ¿Ha intentado darle comida de la marca Z? - preguntó el empresario, refiriéndose a su producto.



- Oh, si. La propaganda me pareció interesante, el precio atractivo y el envase muy bonito, así que decidí comprarla una vez, ¡pero mi perro la detesta!







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