martes, 23 de marzo de 2010

¿Nadie quiere el aborto?

Por: Equipo yoinfluyo.com

Marzo / 2010

Rosaura Ruiz, presidenta de la Academia Mexicana de las Ciencias (AMC), afirmó al diario El Universal el pasado 16 de marzo que las leyes estatales que protegen el derecho a la vida desde la concepción deben replantearse, dado que las normas jurídicas deben hacerse con base en el conocimiento científico y no por ideología o conocimiento religioso.

Aunque para muchos las declaraciones de la académica pasaron desapercibidas, tienen gran relevancia en el marco del Día Internacional de la Vida, que se celebrará el próximo 25 de marzo.

Debemos recordar que, hasta ahora, 18 estados de la República mexicana han consignado en sus constituciones locales que la vida debe ser protegida desde el momento de la concepción. Estos hechos molestaron a grupos feministas y a ciertos periodistas e intelectuales del llamado círculo rojo.

Contra lo que se hubiera pensado, el partido político que fue objeto de quejas y reclamos de parte de aquéllos fue el PRI.

Como si hubieran acordado una campaña mediática –preferimos asumir que no fue así–,Ciro Gómez Leyva, columnista y directivo de Milenio, así como Ricardo Alemán y Denise Maerker, entre otros, se aprestaron a afirmar que el PRI y su presidenta, Beatriz Paredes, habían pactado con el PAN la promoción y aprobación de estas legislaciones.

Con este antecedente, El Universal publicó el pasado 16 de marzo que "legisladores del PRI convocaron a un grupo de académicos y especialistas para analizar las reformas constitucionales denominadas 'antiaborto' en 18 estados y 'cuestionar' de esa forma las políticas asumidas por su estado en esas entidades".

¿Cuál es el fin de buscar revertir las legislaciones que protegen el derecho a la vida? ¿Quién o quiénes están interesados en que se lleve a cabo esa regresión?

Los estados que hoy protegen la vida desde la concepción son: Baja California, Campeche, Chiapas, Chihuahua, Colima, Durango, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Nayarit, Oaxaca, Puebla, Querétaro, Quintana Roo, San Luis Potosí, Sonora, Veracruz y Yucatán.

Es cierto que el aborto, más allá de una herramienta discursiva que engaña a las mujeres, es un negocio que deja grandes divisas a sus empresas promotoras.

El Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE) y la Fundación Mexicana para la Planeación Familiar (Mexfam) son dos empresas que se escudan en el "derecho a decidir" para hacer lobby a favor del aborto en diferentes estados del país.

Ambas empresas, vale decir, son filiales de Planned Parenthood, una de las promotoras del aborto más grandes del mundo.

Sólo bajo esta perspectiva es posible comprender la indignación de las muchas voces que se han levantado para afirmar falsamente que las leyes estatales que protegen la vida en diferentes estados "criminalizan a las mujeres". Nada más falso.

Lo realmente importante es que el negocio se les va de las manos. Están dejando de ingresar millones de dólares por lo que ellos llaman "argumentos religiosos" que han dado sentido a esas leyes. A todo esto, ¿cuánto dinero han ingresado las clínicas abortistas del Distrito Federal desde que el aborto se liberalizó en la ciudad?

El Día Internacional de la Vida es una buena oportunidad para recordar que, a pesar de los esfuerzos de poderosos intereses en negar el derecho más fundamental del hombre, existen muchos movimientos y asociaciones que, lejos de evadir la situación, dan soluciones plausibles y prácticas a quienes, por alguna u otra razón, llegan a considerar el aborto como una posibilidad.

No queda más que conformar y formar parte de esos movimientos que enfrentan con valentía el problema de los embarazos inesperados o no deseados, y que dan a la mujer opciones reales para decidir sobre su vida y la de su bebé. Si es cierto que nadie quiere el aborto, que el Estado y los organismos civiles se apuesten a que no exista un solo aborto en nuestro país. Es nuestro deber

Por Equipo yoinfluyo.com. Rosaura Ruiz, presidenta de la Academia Mexicana de las Ciencias (AMC), afirmó que las leyes estatales que protegen el derecho a la vida desde la concepción deben replantearse, dado que las normas jurídicas deben hacerse con base en el conocimiento científico y no por ideología o conocimiento religioso. ¿Cuál es el fin de buscar revertir las legislaciones que protegen el derecho a la vida? ¿Quién o quiénes están interesados en que se lleve a cabo esa regresión





La venganza que la arrancó del infierno


Por: Víctor Mata

Marzo / 2010

 

Existen jóvenes que han tocado fondo. Basta ir a los puntos de muerte de la ciudad de Roma; lugares como los subterráneos de la estación de trenes Termini.


Entre éstos, Michela cuenta una historia especial, casi extrema. Abandonada por sus padres en un hospital apenas recién nacida, fue educada en un orfanato, conociendo de todo menos el amor. Creció con el deseo de disfrutar la vida, la rebelde vida que llevaba.

 

A los 18 años abandonó el orfanato y pronto se transformó en chef de cocina internacional. El dinero llenó sus bolsillos rápidamente. Lo adoraba como a su dios y lo gastaba sin reparos.

 

En sus años de juventud la afectividad desordenada no faltó. Tuvo novios como trapos desechables, "los usas y los tiras". Hasta que se topó con un novio serio, Luca, de éste sí se enamoró. El único defecto: un católico practicante. Se extrañaba que éste no aceptara invitaciones nocturnas. Su respuesta era: hasta el matrimonio…

 

A pesar de todo, ella lo amaba, deseando vivir el momento presente. Su novio con mucho amor y respeto la quiso para toda la vida y he aquí que intentó llevarla al altar para bendecir su unión. Pocos días antes de la boda a Luca le detectaron sida por una transfusión de sangre contaminada. El novio practicante y amado se le fue seis días antes de la ceremonia.

 

Ante esto, su rebeldía llegó al extremo, según cuenta Michela: "Me enfadé con Dios por haberme quitado a mis padres. Me enfadé con Dios por haber sufrido tanta violencia desde pequeñita. Me enfadé con Dios por la muerte de Luca. La noche de su funeral, me marché a la playa y allí mismo hice un juramento: 'Dios, si tú no existes, pasaré toda mi vida diciéndoselo a todo el mundo. Pero si existes de verdad, empeñaré mi vida en destruirte'".

 

En medio de su rebeldía –y de su vacío interior– se vio envuelta en varias filosofías como el New Age y el Reiki. Michela pisó fondo intentando conocer a Dios por un camino equivocado y no encontró nada. Una doctora de psicoterapia que intentó sanar las heridas más profundas de su alma, no le hizo sino más daño y casi se adueña de su libertad. Ella misma cuenta que la trataban como a un títere.

 

Y fue gracias a esas prácticas de psicoterapia, como Michela se introdujo en el satanismo paso a paso, casi consagrándose al mismo demonio. Le ofrecieron ser sacerdotisa de una secta diabólica. Para alcanzar esa meta, el reto consistía en algo aparentemente simple: matar a Chiara Mirante (Fundadora de la Comuniad Nuovi Orizzonti).

 

Con el cuchillo en la mano fue recibida con un abrazo de quien sería su víctima; un abrazo que le cambiaría la vida. Aún teniendo el alma muerta, Michela fue capaz de recibir amor y fue amada por lo que era. Al abrazarla, Chiara Mirante le dijo: "Bienvenida hija mía, por fin has llegado a tu casa".

Michela puso cara de interrogación… ¡Nunca antes se habían visto! Pero el amor es gratuito, y un abrazo y una mirada bastaron para desarmar el corazón de piedra que tenía.

 

La vuelta a Dios y a la paz del alma no fueron fáciles. En el camino, la joven buscó por todos los medios conocer a quien la había gestado y traído a este mundo, su madre natural. Pero cuando la encontró recibió como una bofetada estas palabras: "Tú nunca has existido para mí". Más lágrimas y el desprecio recibido apretaron y casi destruyeron sus anhelos de amar y ser amada. Quiso tomarse un descanso… así se lo comunicó a Chiara, quien la envió a Medjugorye.

 

La muerte y el odio no tienen la última palabra. Dios siempre saca buenos frutos de todo lo que nos pasa. Tras una experiencia fuerte de amor, Michela encontró en Medjugorye a una Madre que la agasajó y le llenó el alma de amor: María. Ella le cambió su corazón frío y lleno de odio por uno nuevo. La Virgen le regaló la alegría que sanó para siempre todas sus heridas.

 

Hoy, Michela tiene 40 años y vive en la comunidad que la recibió con un abrazo lleno de amor. Es consagrada en el movimiento Nuovi orizzonti desde hace ya 12 años y no cesa de repetir a todos los que quieren escucharla:

 

"Os lo repito, no huyáis del sufrimiento, utilizadlo. Levádselo a Jesús y ese sufrimiento se transformará en amor. Me despido con una frase de Edith Stein. Cuando Edith Stein se convirtió, le preguntaron por qué se había convertido al catolicismo, y ella respondió: 'Yo busqué el amor. Y encontré a Jesús'".

 


 




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Adopción: igual, pero diferente


Por: Norma Mendoza Alexandry

Marzo / 2010

 

El 19 de marzo se celebró el Día de la Adopción.

 

Adoptar a uno o varios niños es una decisión de vida, es además una forma alternativa de formación familiar y es, en último término, compartir el propio destino con un ser humano en crecimiento al que han de profesarse los cuidados, educación, formación, cariño, que cualquier padre y madre responsables profesan a sus hijos.

 

¿Qué significa ser padre o madre? ¿Cómo criar a un niño? Una familia con una madre embarazada tiene ya muchas respuestas a estas preguntas. Quizá aprendieron lo básico de la paternidad y maternidad de sus progenitores. Muchos de los futuros padres asumieron desde pequeños que ellos harían lo mismo.

 

Pero cuando la mayoría de quienes desean ser padres confrontan una nueva situación de la que no tienen precedentes, posiblemente acudan a otras personas que consideren más experimentadas, ya sea a un psicólogo que se encargará de analizar si existe algún problema de tipo mental, asistirán a terapia; posiblemente leerán alguna revista para padres o preguntarán a sus amigos o a algún vecino.

 

Sin embargo, para los padres adoptantes la información clara es difícil de encontrar. Adopción es una forma tanto igual como diferente de crianza de un infante. Mientras que se sabe lo mismo que otros padres sobre cómo criar a un niño, existen ciertos aspectos de la paternidad/maternidad adoptiva que sorprenden o en los que no se pensó previamente.


Cuando la experiencia difiere de lo que la mayoría de las personas experimentan, los estándares comparativos desaparecen. Aun el propio crecimiento –a menos que uno hubiese sido adoptado también–, priva de ofrecer un precedente. La experiencia de otros padres posiblemente no tenga que ver con el propio hijo que fue adoptado, entonces carecerá de medios disponibles o de ejemplos comparativos para formar el propio criterio.

 

Desafortunadamente, en lo que a la adopción se refiere, los medios masivos a menudo enfocan la atención a lo excepcional y no a la norma, dejando muchas veces a la gente con la idea negativa de que el niño adoptado tiene algún desajuste.

 

Así, mencionan que es "mejor que un niño(a) sea adoptado por dos mujeres o por dos hombres, a que crezca en abandono", siendo que existen muchísimos matrimonios en lista de espera que desean ser padres y madres de un pequeño, e internacionalmente hay solicitudes en espera para adoptar niños(as) con algunos años de edad.

 

Existen muchos estudios que demuestran que los niños adoptados por familias con padre y madre crecen y se desarrollan muy bien, aunque hemos de reconocer que aún existen prejuicios en ciertos lugares. Como ejemplo, bastan las declaraciones de los mismos adoptados y no sólo en México, sino en países de primer mundo.

 

Recientemente en el país tuvimos la visita de Dawn Stefanowicz, canadiense que fue adoptada por una pareja homosexual, quien habló de su propia experiencia y desajustes, asegurando que lo más importante son los derechos de los niños y reiteró su desacuerdo con la legalización de adopción de menores por dichas parejas.

 

En el Reino Unido, el conocido actor John Thomson es uno de los miles de niños beneficiados por la ayuda de una agencia católica. Él fue dado en adopción por su madre en 1969 y colocado en una familia con padre y madre quienes lo acogieron como su hijo; Andrew y Martha Thomson (a través de Catholic Children's Rescue Society).

 

Thomson, quien ha actuado en series inglesas como "Cold Feet" y "Coronation Street", ha colaborado en encuentros especiales de caridad para apoyar a la asociación que le permitió ser adoptado.

 

Al ser entrevistado, declaró: "Mis padres adoptantes me dijeron que ellos me habían escogido y eso me hizo sentirme muy especial", y agregó: "Me dí cuenta cuán agradecido estaba de haber sido colocado en el seno de tan agradable familia y de haber tenido un crecimiento sano… cuando no eres adoptado y creces en un albergue, pierdes la oportunidad de ser amado por un padre y una madre" .

 

También en el Reino Unido una agencia de adopciones ganó este mes una pelea legal para conservar su regla de que ningún niño debe darse en adopción a parejas homosexuales, lo cual afirma que puede y debe ser respetada la libertad de conciencia.

 

Si hay insuficiencia y necesidad de expertos profesionales en adopción de menores con estudios específicos en la materia para proveer la orientación a los padres adoptivos en un momento de desorientación respecto a las especificidades del crecimiento de su hijo, deseo saber si al aprobar la adopción por parte de personas homosexuales o lesbianas, se consideró también el adecuado y sano crecimiento del niño(a).

 

Quienes ofrecen servicios de consejería en esta materia, en la mayoría de los casos no han tenido entrenamiento o estudios superiores acerca de la multiplicidad de facetas de la adopción.

 

La buena noticia es que los requisitos básicos para la crianza de un niño que fue adoptado, en gran medida, son los mismos que para la crianza de un hijo de nacimiento: amor, empatía, aceptación, paciencia, confianza, compromiso, comprensión y la guía y ejemplo complementarios del padre y madre.

 

También se necesita una sustancial cantidad de información sobre qué esperar en cada etapa de crecimiento del niño, las secuelas de su pasado y cómo tratar posibles desajustes o complicaciones tanto de tipo interno como en cuanto a la sociedad en la que crecerá.

 

Adoptar a un menor no es lo mismo que una obra de teatro en donde hay un comienzo, una culminación y en donde la audiencia conoce aproximadamente cuál es el final de la historia; el universo presentado en un drama es fijo, cerrado y finalista.

 

En su desarrollo, los actores y la audiencia saben claramente la diferencia entre el bien y el mal y también que algunas fuerzas van a triunfar sobre otras porque está ya pre-determinado. Pero en la vida real, el drama, el rol de las personas no tienen ese sentido de totalidad y pre-determinación sobre cómo va a terminar la "obra".

 

Aquí, las personas están bajo sus propias decisiones y responsabilidad. Lo que hace que alguien se supere es su habilidad, su capacidad de entender y adaptarse a su medio ambiente, ya sea por su intelecto, sentimientos o ambos. Pero si en las situaciones de desencanto la persona es herida, entonces recae en su ingenuidad, en su deseo de intentar adaptarse. Aquí no ocurre lo que en el teatro —algo inesperado que de pronto salva— sino que al sentirse herido, su sentido de ser completo falla y entonces es sustituido por lo parcial, lo artificial, lo sustitutivo.

 

Esto es lo que sucede con un niño que fue adoptado y al que no se le dan explicaciones claras, exactas, con cariño y con el ejemplo, de las circunstancias de su vida: por qué en su caso la sangre y la tradición no predominan sobre la elección; por qué alguien lo cedió o abandonó y por qué la vida lo manejó de tal modo que crece con personas que no tienen conexión alguna con él.

 

He aquí la definición de roles; los adoptantes deberán estar seguros del sentido de la paternidad y maternidad, su dilema consiste esencialmente en cómo se ven a sí mismos y el papel que escogieron para sí mismos.

 

Pueden guardar el secreto de la adopción y verse como los padres originales del niño y ser percibidos por la sociedad como cualquier familia, con lo cual arriesgan la sólida relación con su hijo por el ocultamiento. O pueden reconocer y saber cuál es la diferencia al retener en la memoria las privaciones y reconocer su posición como padre y madre sustitutos, lo cual traerá un ambiente de veracidad dentro de su familia, aunque la sociedad los considere distintos.

 

El objetivo de integración del niño dentro de su nueva familia es uno de los más importantes, ya que a partir de esto, él formará la creación de una nueva identidad. En lenguaje común decimos: "Él(ella) sabe quién es" y lo que queremos decir es que: Él sabe quién es y además él sabe en dónde se encuentra, a dónde pertenece".

 

En la paternidad/maternidad de un matrimonio estable y en la posterior adopción de un menor, la meta es aquella que involucra la progresiva diferenciación de los niños en su camino hacia la madurez sobre una firme base de integración. En otras palabras, la persona al recordar su pasado ha de decir: "Alguna vez fui alguien… ahora soy alguien más".

 

 

 

 


 



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lunes, 22 de marzo de 2010

La cacareada Reforma Laboral

 

Por: Antero Duks

Marzo / 2010

 

 

Ya sabemos que en México desde que se anuncia algo hasta que se cumple –si es que esto llega a suceder--  bien pueden pasar muchos, pero muchos años.  Y se da, por coincidencia, que entre más buena sea, más se tarda.  ¡Ah!, pero si es mala la propuesta, de aquellas que si merecen un amplio debate e, incluso, hasta una consulta popular, entonces se aprueba ipso facto.  En esta última categoría están las leyes que aprueban el "matrimonio" entre homosexuales y la adopción de menores por dichos matrimonios.  Luego nos preguntamos ¿por qué somos un pueblo mediocre y estamos como estamos?  Pas de chemin, c'est la vie

 

La iniciativa de reforma laboral presentada por el Partido Acción Nacional (PAN), que ya tiene mucho tiempo polarizó las opiniones de quienes integran el ámbito del trabajo en México –situación obvia.  


El secretario del ramo, Javier Lozano Alarcón, la recibió con beneplácito por considerar que, de ser aprobada, permitirá al país una mayor productividad. Sin embargo dijo, no es la reforma que podría ser posible: "si la propuesta que nosotros hemos venido impulsando y que en gran medida está recogida en esta iniciativa del Partido Acción Nacional, estaremos mucho más cerca de la reforma necesaria que de la posible, es más, el no modificar el Artículo 123 no es una actitud conformista".


Lozano Alarcón rechazó que la iniciativa pretenda favorecer a algún sector en detrimento de otro; sin embargo, los líderes sindicales opinan lo contrario.


Agustín Rodríguez Fuentes, secretario General del STUNAM, dijo: "en el fondo, lo que representa esta propuesta es una disminución de derechos de trabajadores que ya están establecidos en la propia Ley del Trabajo, ejemplo, el Artículo 35 que establece las formas de contratación, y pretenden incorporar la contratación y capacitación inicial y la contratación temporal".


La propuesta tampoco encontró total aceptación en el ámbito académico.


"El proyecto de reformas del Partido Acción Nacional es quitarle y quitarle derechos a los trabajadores. ¿A cambio de qué? A cambio de darles migajas, porque les están dando un mensaje: "pues mira, o migajas o nada" y eso no es una reforma a la ley, pues eso lo están haciendo de facto", apuntó Enrique Larios, investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).


"Estamos frente a una propuesta de reforma que anula los derechos de los trabajadores, que pasa por encima de la Constitución, aunque se dice que sólo se reforma la Ley Federal del Trabajo se vulnera la Constitución, se busca la flexibilización y precarización extrema, favorable completamente a los empresarios", destacó Héctor de la Cueva, coordinador general del Centro de Investigación Laboral y Asesoría Sindical (CILAS).


En tanto que los sindicatos gremiales, como el de las sobrecargos, consideran que no fueron tomados en cuenta.


Lisette Clavel Sánchez, secretaria General de la Asociación Sindical de Sobrecargos de Aviación de México (ASSA), declaró: "me parece importante que se ponga en la mesa de discusión una reforma laboral, sobre todo cuando tenemos una gran necesidad como país, de esquemas productivos y competitivos. Solicitamos ser escuchados en ese sentido, trabajar en conjunto por una reforma que en todo caso pueda permitir la subsitencia de nuestros sindicatos, el crecimiento de estos sindicatos y bueno, sobre todo preservando la condición específica y técnica que tienen nuestras funciones".


La Comisión del Trabajo y Previsión Social de la Cámara de Diputados analizará la iniciativa; algunos sindicatos ya anunciaron que se harán escuchar a través de manifestaciones y plantones.

 

 

 

«El respeto a la ley enaltece nuestro espíritu»

Benito Juárez, entre la patria y la secta

  

Por: Equipo yoinfluyo.com

Marzo / 2010

 

Benito Juárez es, sin duda, una de las figuras históricas más aclamadas en el México contemporáneo. La clase política habla del "espíritu juarista" cual si ello fuera un conjuro para adquirir características de estadista y visión de Estado. La corriente liberal ha hecho suyo el legado de este personaje. ¿Qué fue lo que Juárez nos dejó a los mexicanos de hoy?

 

¿QUIÉN FUE BENITO JUÁREZ?

 

Benito Pablo Juárez García nació el 21 de marzo de 1806 en San Pablo Guelatao, Oaxaca. Las circunstancias, el momento histórico que rodearon a Juárez en aquellos tiempos fueron fundamentales, dado que se trató del tiempo de la consolidación de nuestro país.

 

Dado que sus padres murieron cuando él era apenas un niño, su tío Bernardino se hizo cargo de él. Le enseñaba castellano al joven de origen zapoteca, idioma que éste aprendía con entusiasmo. No queda duda: Benito Juárez, desde temprana edad, se interesó en desarrollarse más allá de trabajar en el campo. Lo que él realmente quería era estudiar.

 


El joven se fugó de su lugar de origen: dejó atrás su trabajo, su rutina y hábitos para enfrascarse en una verdadera aventura. Su hermana, entonces trabajadora de una familia noble, recibió a Benito. Fue empleado como cuidador de la granja de un afamado comerciante extranjero, de nombre Antonio Maza.

 

No tardó mucho en conocer al sacerdote Antonio Salanueva, de la orden franciscana, quien impulsó a Juárez a estudiar. Así, tiempo después, aunque afirmaba sentir "instintiva repugnancia" hacia los asuntos eclesiásticos (ver Apuntes para mis hijos, Benito Juárez, México, 1857), se mantuvo en el seminario estudiando latín, filosofía y teología. Hacia 1824, abandonó el seminario.

Juárez siguió preparándose. En 1834 se graduó de la carrera de Jurisprudencia, la cual cursó en el Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca.

 

Luego de haber emprendido una carrera política en los tribunales y regimientos de Oaxaca, llegó a la Ciudad de México en 1847, cuando fue elegido diputado federal. Registros históricos cuentan que en aquel año, Juárez se inició en la masonería, en la que se impuso el nombre de Guillermo Tell (ver La Epopeya de México Volumen II: De Juárez al PRI, Armando Ayala, México, 2005).

 

UN MEXICANO MUY MASÓN: BENITO JUÁREZ

 

"Juárez fue un francmasón que perteneció al Rito Nacional Mexicano, y en el que llegó a obtener el grado Noveno, equivalente al grado 33° del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, que fue tan ferviente en la práctica masónica que su nombre se conserva con veneración en todos los ritos, y muchas logias y cuerpos filosóficos lo han adoptado como un símbolo sagrado".

 

Así afirma Rafael Zayas Enríquez, ensayista, dramaturgo mexicano y autor de "Benito Juárez, su vida y su obra". La pertenencia de Juárez a la masonería no es un secreto, como tampoco lo son los fines de dicha organización. El semanario digital ALBA, en octubre de 2009, publicó una entrevista a Vicente Alejandro Guillamón, quien escribió un libro llamado "Los masones en el gobierno de España".

 

Ante la pregunta de si hay algún denominador común en las obediencias masónicas, Alejandro Guillamón respondió: "Su inquina a lo católico. Y en las obediencias ateas o agnósticas, a lo cristiano en general. La orden es especialista en enredar y cuenta con numerosas terminales mediáticas capaces de arruinar la fama y la vida del más pintado, de forma que se impone ser cautos".

 

El masón Cuauhtémoc Molina García, en el sitio web "Pietre-Stones, review of Freemasonry", señala:

 

"[...] Jamás los masones mexicanos hemos renunciado al hálito universal de la masonería regular, pero ante los embates de un clero sedicente —como el que en México existió durante La Colonia y durante el siglo XIX— los hombres de pensamiento progresista tuvieron que salir a la palestra en defensa de los ideales de evolución y transformación que la masonería proclama en su fuero más interno y que constituye el leit motiv implícito en sus enseñanzas y rituales.

 
"Juárez fue uno de esos hombres, y la pléyade que le acompañó en su lucha —los Hombres de la Reforma Liberal— son el mejor ejemplo de cómo los principios, los postulados y las enseñanzas de la masonería deben sembrar la inquietud y los ánimos de las instituciones sociales y políticas de los pueblos evolucionados.

 

"Los Estados Unidos fueron fundados por masones y la Reforma Liberal Mexicana es, sin duda alguna, la segunda fundación de nuestra República y al mismo tiempo la inauguración definitiva que colocó a México entre las naciones civilizadas del mundo".

 

Hay quienes afirman, creyentes de las teorías de la conspiración, que pensar en que la masonería estuvo detrás de la Leyes de Reforma que promulgó Juárez es algo más que paranoico. Sin embargo, hay quienes creen que la realidad, cuando es contundente, habla por sí misma. Parece que este es el caso.

 

El entonces presidente Benito Juárez promulgó las Leyes de Reforma entre 1859 y 1860. Esas leyes prohibían a la Iglesia Católica recibir donaciones y beneficios económicos, expropiaban los bienes del clero a favor de la nación, prohibían la existencia de claustros y conventos, así como la realización de ceremonias fuera de los templos religiosos. No cabe duda, en esas leyes había un verdadero tufo anticlerical.

 

Queda la duda: ¿por qué los masones asumen que "los principios, los postulados y las enseñanzas de la masonería deben sembrar la inquietud y los ánimos de las instituciones sociales y políticas de los pueblos evolucionados"? ¿Eso es servir a la patria? ¿Diseñar y legislar en función de dogmas políticos y sociales tiene largo aliento?

 

EL LEGADO DE BENITO JUÁREZ

 

Actualmente Benito Juárez es objeto de culto. Lo invocan derecha e izquierda por igual. Es conocido como el "Benemérito de las Américas". Es cierto, el legado de Benito Juárez es amplio. Un hombre con una visión política privilegiada, la aprovechó para sortear las crisis políticas en las que participó en su tiempo.

 

Conocedor y estudioso de otros sistemas políticos, su papel consistió en consolidar el propio sistema político mexicano. Y vaya que lo logró. A través de la Constitución de 1857 dio un giro al espíritu de las leyes nacionales, diseñó nuevas instituciones y dio paso a una nueva era en la vida pública mexicana.

 

Sin embargo, ese legado ha quedado empañado por el trasfondo antirreligioso imperante en aquella Constitución, que configuró el quehacer cotidiano del país, que fue el antecedente de la Constitución de 1917 –conocida por su marcado anticlericalismo– y que derivó en el conflicto cristero de 1926.

 

Juárez fue un hombre que buscó construir un país democrático, pero su empeño se volcó hacia una franca –aunque soterrada– persecución religiosa. Buscó que las instituciones y la sociedad mexicanas se alejaran de un punto esencial de su identidad: el fenómeno religioso.

 

Este hecho persiste hasta nuestros días. El legado de Juárez es reivindicado por muchos políticos, académicos y periodistas de hoy que comparten un discurso y posturas ideológicas comunes. Los vemos y escuchamos todos los días. El espíritu antirreligioso juarista permanece cuando se busca configurar instituciones y al Estado mismo en función de lo que se resuelve en las llamadas "tenidas" y "talleres".

 

Existe una tremenda diferencia entre el espíritu de dar a las instituciones civiles su justa dimensión y separarlas por completo de la naturaleza e identidad mexicana. Nadie pone en duda la necesaria separación Iglesia-Estado. Lo preocupante es que esa separación se convierta en persecución, como de hecho sucedió cuando Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles llegaron al poder.

 

El legado de Juárez es haber consolidado un sistema político que se negaba a hacerlo. Su error fue configurarlo en función de sus dogmas masónicos, dado que hoy nos encontramos con la necesidad de reformarlo una vez más.

 

Al final de cuentas, ¿quiénes son los que usan ornamentos litúrgicos, hacen ceremonias y celebraciones en las que se discute el destino político, social y económico de México?

 

 

 «El respeto a la ley enaltece nuestro espíritu»

sábado, 20 de marzo de 2010

Sentido y riesgo de las alianzas políticas

        

Por: José de Jesús Castellanos

Febrero / 2010
 

La posibilidad de integrar alianzas o coaliciones políticas entre partidos de similar o distinto signo político, es un hecho que se ha dado a través de la historia. Sin embargo, es importante recordar para qué sirven y cuáles son los efectos de las mismas.

En el caso de los gobiernos parlamentarios, las coaliciones suelen ser una constante que permite crear gobierno y suelen alcanzarse mediante negociaciones en las cuales se unen un proyecto político y cargos en la administración. En estos casos, la garantía de cumplimiento de los objetivos planteados es que en caso de no avanzar en esa dirección, en cualquier momento se puede romper la alianza y generar una crisis de gobierno que lo haga caer.

En los sistemas presidencialistas con periodos fijos de gobierno, las alianzas son más frágiles y riesgosas, aun cuando los partidos que la conforman sean afines. Un ejemplo de ello es la Alianza Popular de Chile que llevó al poder a Salvador Allende y que fracasó por la radicalidad de algunos de sus integrantes.

En cambio, un ejemplo de alianza efectiva en partidos aun de diferentes ideologías y vinculados en torno a un objetivo común, es el de la Concertación en el mismo Chile, que sacó a Pinochet del poder y gobernó durante 30 años.

Las alianzas se vuelven necesarias cuando existe la certeza de que una sola fuerza política, por importante que sea, no es capaz de acceder al poder por sí misma y ve la posibilidad de lograrlo con la aportación significativa de otra fuerza política que acerca dicha posibilidad. La esperanza más o menos fundada en el acceso al poder justifica la unión de fuerzas.

Sin embargo, la posibilidad de acceso al poder no puede ser el único elemento que justifique la alianza. Por obvias razones, tal acción para ser consistente requiere algo más que un objetivo coyuntural y momentáneo, como es el proceso electoral.

Una alianza política requiere un programa común de gobierno, creíble por el electorado, aceptable para los partidos que la integran y con un claro beneficio social. En segundo lugar, la alianza exige que se comparta la responsabilidad gubernamental en la cual las distintas fuerzas políticas contribuyan a objetivos administrativos y políticos que vayan más allá de la coyuntura, sino de bien común.

Para complementar esta fórmula, el candidato que encabece la alianza debe corresponder a este propósito. Su trayectoria, congruencia y autoridad moral son más importantes que su popularidad.

Si bien es cierto que es necesario tener candidatos que tengan penetración social, su persona no debe prevalecer por encima de la alianza de los partidos ni de los mismos, pues el caudillismo o personalismo termina por convertirlos en rehenes del candidato. En esta relación habría que distinguir qué es más importante: el candidato o el proyecto político.

En el caso de México, es importante recordar que estamos inmersos en una transición de un sistema autoritario a uno nuevo que pretende ser democrático. Por tanto, se requieren alianzas que aseguren e impulsen la transición, con sus componentes de promoción del bien común, que se traduzcan en beneficios concretos para la población y, al mismo tiempo, desmantelen los elementos del antiguo sistema.

La transición se encuentra en grave riesgo por los diferentes avances que ha tenido a nivel nacional y local. Las alianzas políticas deben contribuir significativa y simultáneamente a la consolidación de la transición. Ése debería ser el eje sobre el cual se funden las alianzas planteadas en la actual coyuntura y van más allá de un triunfo electoral.

La pérdida de este objetivo de fondo es lo que genera la percepción de que los partidos buscan el poder por el poder mismo, con un sentido patrimonialista de los cargos en beneficio propio, como fue la característica del sistema durante 70 años, y ha generado en muchos desaliento y decepción en torno a lo que se puede esperar de la democracia.

Poco aporta a la transición que los partidos pidan prestados al viejo sistema a algunos de los personajes que aparentemente les garantizan triunfos, pero que de alcanzarlos repetirán, bajo el cobijo de otros partidos, los usos y costumbres del viejo sistema.

El necesario pragmatismo que implican las alianzas no pueden llegar a extremos en los cuales lo que importa es el triunfo de unas siglas, con aparente derrota del rival común, cuando en la práctica se entrega a un hombre y su grupo, vinculados a la "familia revolucionaria", el poder.

En estos casos el supuesto triunfo del momento nada aporta a los partidos que lo postulan, a la transición y al bien común. Se trataría de triunfos pírricos que, a la postre, harán que retorne al poder el partido que se busca desplazar, pues su sistema permanecerá intacto.

 

 

 

«El hombre sin honra peor es que un muerto»

Por una democracia liberal

 

Para erradicar el clientelismo

 

Por: Luis Carlos Ugalde

Febrero / 2010

 

A una década de la salida del PRI de Los Pinos, el Estado mexicano no ha logrado despojarse de su perfil clientelar. Luis Carlos Ugalde traza en este ensayo la ruta de la agenda política pendiente: la construcción de una sólida democracia liberal


México es una democracia electoral, pero no una democracia liberal. Hay elecciones libres y periódicas, pero sin un Estado de derecho que garantice el acceso universal y equitativo a la justicia; los ciudadanos eligen a sus gobernantes, pero éstos rinden pocas cuentas de sus actos; cada voto vale lo mismo en las urnas, pero la influencia de los poderes de facto es cada vez mayor para definir políticas públicas; existen tribunales que deben aplicar las leyes, pero persiste el uso selectivo del derecho por razones políticas. Tenemos más votos, pero no más ciudadanos.

 

En lugar de evolucionar hacia una democracia liberal —esto es, a una democracia basada en un gobierno que garantice un Estado de derecho con protección de las libertades individuales—, la mexicana se ha convertido en una democracia de tipo clientelista. El clientelismo establece relaciones políticas basadas en el intercambio de favores entre un "patrón" y sus "clientes", entre políticos que dan prebendas, cargos públicos y presupuestos a cambio de apoyo político o económico. El clientelismo establece relaciones con base en el poder y la influencia; la democracia liberal con base en el derecho y la igualdad ante la ley.

Casi 10 años después de que Vicente Fox desplazó al PRI de la presidencia de la República, el clientelismo sigue vigente y parece adquirir nueva vitalidad. Hace apenas una década muchos intelectuales creían que la limpieza electoral y la alternancia eran el camino seguro hacia la democracia, pero no se preguntaron qué tipo de democracia. Hoy somos más democráticos que hace 20 años, pero no hemos superado el perfil clientelista y corporativo del Estado mexicano. Somos una democracia "iliberal", usando el término acuñado por Fareed Zakaira hace más de una década.1



Apostar sólo por los votos como la vía para ser una democracia ha sido una ingenuidad histórica y una irresponsabilidad política. Muchos confundieron un instrumento (las elecciones libres) con el fin (democracia liberal y gobierno eficaz). Creyeron que la alternancia era el fin y no construyeron las reglas y las instituciones que permitieran que los votos se transformaran en buenos gobiernos.


Los enamorados de la alternancia apostaron por un nuevo inquilino, en lugar de construir una casa nueva. Creyeron que "sacar al PRI de Los Pinos" era causa suficiente para que las cosas mejoraran. Así, estimularon cierta pereza política e intelectual: bastaba sentarse a esperar que ese día llegara. Lo demás se daría por generación espontánea. Pero "lo demás" era lo más importante para superar la tradición clientelista y corporativa del Estado mexicano: la rendición de cuentas y el Estado de derecho.


Así llegó Vicente Fox a la presidencia. Enfrentó un dilema: adoptar una estrategia gradualista de cambios negociados con los clientes tradicionales del Estado-patrón (partidos, sindicatos, empresarios, movimientos agrarios) o adoptar una agenda reformista que significaba aprovechar su propia legitimidad para profundizar los cambios. Optó por el gradualismo y la negociación y así contribuyó a perpetuar el pacto clientelista bajo una fachada democrática.


El presidente Felipe Calderón ha sido hasta ahora complaciente, igual que Fox, con el clientelismo político, a pesar de que su partido, el PAN, lo combatió por décadas cuando era partido de oposición. Las señales así lo indican: su alianza con la lideresa del sindicato de maestros; la carencia de una política global para transparentar la vida de los sindicatos; la falta de acciones para regular las industrias oligopólicas; la permisividad para que los gobernadores ejerzan el gasto público con discrecionalidad; y su aval para la reforma electoral de 2007 que consolidó la partidocracia como un eje que alimenta el clientelismo y el abuso del poder.2


En diciembre de 2009, al cumplir tres años de gobierno, Felipe Calderón propuso una reforma política con 10 puntos concretos para "pasar del sufragio efectivo a la democracia efectiva". Se trata de la propuesta más ambiciosa en más de 30 años. Mitigaría algunos síntomas del clientelismo mexicano, aunque sería insuficiente para arribar a una democracia liberal. Para ello se requieren reformas de gran calado en diversos ámbitos más allá del político, como el presupuestal, el regulatorio y el judicial. La propuesta de Calderón es un primer paso en la ruta hacia la democracia liberal. Desafortunadamente, se oyen diversas voces desde algunos partidos que presagian que aún ese pequeño paso no se dará, al menos en los próximos años. Es una lástima.


La democracia clientelista


Hay cinco causas que han moldeado el carácter clientelista de la democracia mexicana: 1) el Estado "rentista"; 2) el Estado "capturado"; 3) la impunidad política; 4) la partidocracia; 5) el surgimiento de los gobernadores como una fuerza política regional sin contrapesos.

El Estado rentista


Para resolver las pugnas por el poder político —y garantizar estabilidad y paz—, el PRI construyó al finalizar la Revolución un arreglo corporativo y clientelista que usó los dineros públicos, las concesiones y los contratos de obra pública como medio de control y cooptación sobre los sindicatos, los militares desempleados y los políticos opositores al régimen.


Como señala Gabriel Farfán, la bonanza petrolera que surge en los años setenta del siglo XX fortaleció el clientelismo porque el gobierno tuvo más recursos (rentas) para financiar gasto sin tener que aumentar los impuestos.3 Las "rentas" son recursos que "brotan" de la explotación de recursos naturales (petróleo, diamantes, cobre) sin esfuerzo fiscal de los ciudadanos. Las rentas generan riqueza aparente y pasajera y, por su naturaleza, tienden a financiar gasto corriente e improductivo que no genera ni responsabilidad de gobierno ni exigencia ciudadana.


Cuando el gasto público no se apareja de responsabilidades ciudadanas para financiarlo, se estimula una cultura para vivir del presupuesto. Caudas de burócratas y sindicatos de gobierno viven de presupuestos de baja productividad. En 2010 el gasto público ascenderá a 3.17 billones de pesos. Diez años antes la cifra era de 1.24 billones, un incremento en términos reales de más del 60%. Juan Pardinas ha mostrado que entre 2001 y 2007 el gasto en servicios personales en los gobiernos estatales creció 29% en términos reales, mientras que en los ayuntamientos se disparó en 68%.4


Las rentas generan una cultura para exigir gasto, en lugar de esfuerzos para financiar el desarrollo. Por eso seguimos enamorados de los milagros transformadores del dinero público cuando en realidad sólo generan adicción y conformismo. Por eso el Congreso y el Poder Ejecutivo sucumben una y otra vez a las presiones de sectores que se venden como defensores de luchas sociales, en lugar de pedirles primero su contribución. Por ejemplo, las universidades públicas han escapado del recorte presupuestal de los últimos años, en parte por la retórica de que todo el dinero invertido en educación es bueno por definición, sin reparar en el hecho de que parte de esos fondos se va para alimentar a burocracias administrativas, no a profesores ni estudiantes.


En noviembre de 2009, cuando se negociaba el presupuesto de 2010, el diputado Cruz López, dirigente de la Confederación Nacional Campesina (CNC) del PRI, logró una reasignación de 22 mil millones de pesos para el campo. Por su valor histórico, pero sobre todo por la vergüenza nacional de la marginación que siguen viviendo hoy los campesinos mexicanos, el dinero al campo es sagrado y nadie lo cuestiona, sin preguntar si los beneficios de esos recursos son para los campesinos o para sus líderes organizados.


En nombre de la descentralización y del federalismo, las transferencias (rentas) a los estados se han multiplicado en la última década —y en esa medida el gasto clientelista de los gobernadores se ha potenciado—. El gasto federalizado se habrá incrementado entre 2002 y 2010 en 160% en términos reales. Esos incrementos contrastan con el incremento en productividad del país que en la última década se incrementó en 14% y con el crecimiento del ingreso per cápita que fue de 64%.


El clientelismo también se perpetúa por el lado del ingreso. Ofuscados por las rentas de la riqueza petrolera, los gobiernos mexicanos pudieron financiar un sistema fiscal que cobra poco y gasta mucho; que tiene regímenes fiscales de excepción y que no cobra IVA en alimentos y medicinas. Cobrar poco significa cobrarles a pocos, que son con frecuencia una masa cautiva de contribuyentes no organizados y desprovistos por ello de las ventajas que da ser parte de una clientela sindical, agraria o gremial.


La renta petrolera desalienta la ciudadanía responsable ("si no pago no reclamo, sólo estiro la mano"). Quienes no pagan impuestos exigen pocas cuentas al gobierno por los servicios gratuitos que reciben. El gobierno a cambio provee servicios en masa sin poner suficiente atención a su calidad. Se trata de un círculo perverso de conformismo que no ayuda ni a la formación de una ciudadanía más vigorosa y demandante ni a la creación de gobiernos más eficaces y responsables. Se trata de una condena histórica de una sociedad rentista acostumbrada a vivir por encima de sus posibilidades.


El Estado capturado


El clientelismo se basa en un esquema político de distribución de beneficios fiscales, presupuestales y políticos a cambio de diversos apoyos económicos y políticos. Con el paso del tiempo, diversos grupos que se benefician de este arreglo adquieren suficiente poder para desafiar la autonomía del Estado y someterlo a una presión que altera la relación de subordinación.


En un libro de reciente aparición, Santiago Levy y diversos autores muestran que los dos grandes beneficiarios de este esquema son los grandes conglomerados empresariales que operan en esquemas monopólicos (big business) y los sindicatos del sector público en los sectores del petróleo, la electricidad, la educación y la seguridad social.5


Algunos grandes corporativos que operan en mercados oligopólicos como la telefonía fija y móvil, la TV abierta y de cable, y la banca privada, cargan altos precios, tarifas y comisiones a los consumidores y, en algunos casos, obtienen tratos fiscales preferentes por parte del gobierno. Por su parte, los sindicatos de sectores protegidos obtienen salarios relativamente mayores, pensiones jugosas y acceso a posiciones políticas (todo esto en un entorno de opacidad, baja productividad y contratos colectivos de trabajo favorables). Ambos actores (corporativos y sindicatos) se han protegido mediante un conjunto de tácticas que incluyen la captura de las agencias reguladoras, la presión política y el uso y abuso de las leyes, notoriamente el amparo.


Los presidentes Miguel de la Madrid (1982-88) y Carlos Salinas de Gortari (1988-94) emprendieron procesos de reforma del Estado, pero sin alterar el pacto clientelista. Se ordenaron las finanzas públicas, pero no se revisaron las transferencias a los sindicatos; se abrió la economía, pero se mantuvieron los monopolios en la energía, las telecomunicaciones y otros sectores; se privatizaron empresas públicas, pero sin un marco regulatorio que mitigara los riesgos de los monopolios privados.


La implementación de políticas "neoliberales" bajo entornos clientelistas como México, sin reguladores eficaces e independientes, hizo que algunas privatizaciones de los años noventa beneficiaran más a los compradores de las empresas públicas que a los consumidores; que la desregulación económica beneficiara más a los grandes corporativos que al mercado. La culpa no es de la economía de mercado, sino de un mercado atrapado por clientelas que distorsionan su funcionamiento y capturan sus beneficios en demérito del bienestar de los consumidores.


Por eso el neoliberalismo económico se ha convertido en sinónimo de corrupción, abuso y desigualdad, porque se implementó sin antes desmontar las estructuras
clientelistas del Estado mexicano. En consecuencia, las reformas económicas de los años noventa dieron aún más poder a algunos actores privados y sindicales que hoy son capaces de desafiar a su procreador.


Debido a que la transición democrática en México sólo buscó generar elecciones limpias sin alterar el pacto clientelista, la nueva democracia electoral ha incluso profundizado la captura del Estado por las mismas clientelas de antes y otras nuevas. Por ejemplo, el presidente Vicente Fox no reformó las reglas laborales ni fomentó mayor competencia en diversas industrias. La administración del presidente Calderón ha sido también omisa. A pesar de la extinción de Luz y Fuerza del Centro que ha erradicado a uno de los poderes fácticos más visibles del sindicalismo, esa acción no se ha enmarcado todavía en una política general para combatir ese fenómeno en todos los sindicatos. Tampoco ha propiciado hasta hoy mayor competencia en los mercados oligopólicos.


La impunidad política


La impunidad política significa no pagar las consecuencias de lo que uno hace o no hace, es la falta de castigo cuando se actúa de manera ilegal, irresponsable o equivocada. La impunidad política premia el abuso y la corrupción de las clientelas burocráticas, sindicales y empresariales que viven al amparo del poder. Es la antítesis de la democracia liberal y, lamentablemente, un signo muy visible del ejercicio de poder en México.


La impunidad es resultado de la fragilidad del Estado de derecho —cuya naturaleza es la de ser imparcial, universal y eficaz—. Ciertamente, hay más Estado de derecho que antes —el Poder Judicial y sus tribunales son más independientes y profesionales y muchos recursos de particulares son vías para detener abusos del gobierno o de otros particulares—. Pero a la vez hay tribunales en los estados que siguen actuando bajo criterios políticos y sujetos a presiones de los gobiernos. Y el acceso a la justicia es desigual: las grandes empresas, por ejemplo, pueden frenar acciones que los afectan, pero muchos mexicanos están indefensos frente al abuso del poder y sujetos a una justicia discriminatoria.


El uso político y clientelista del derecho ha construido una República de las Excepciones cuando lo que necesitamos es una República de la Legalidad. Ésa es una de las mayores anclas del atraso de México desde su independencia —la divergencia entre un país que aspira a ser gobernado por las leyes y otro que opera mediante la aplicación selectiva de las normas—. Esa dicotomía permite que en México los "clientes" sean más importantes que los ciudadanos.


La partidocracia


El pluralismo político y la alternancia pusieron fin a la era del hiperpresidencialismo y del abuso del poder por parte del Poder Ejecutivo.6 Pero en su lugar se ha erigido la partidocracia como una nueva forma de ejercer y abusar del poder —esto es, la concentración del poder político en los partidos, con escasos controles externos, tal como sucedía con la institución presidencial en la era del partido dominante.


Tres hechos facilitaron el surgimiento de la partidocracia. Primero, la inauguración del gobierno dividido en 1997 que equilibró las relaciones entre el Ejecutivo y el Congreso. Segundo, la alternancia en la presidencia de la República porque se evaporaron los poderes "metaconstitucionales" que disfrutaban los presidentes mexicanos para controlar al PRI.7

 

Tercero, el financiamiento público creciente a los partidos que inicia en 1996 con la reforma electoral de ese año y que dota a todos los partidos de recursos abundantes para competir y sobrevivir de manera independiente al Poder Ejecutivo.

 

Si el presidencialismo del siglo XX justificaba su actuar en nombre de la Revolución y de la justicia social, la partidocracia del siglo XXI justifica su actuar —y su abuso— en nombre de las masas que representa, en nombre de las clientelas que llenan urnas y plazas. El presidencialismo de antaño construyó el Estado corporativo y clientelista; el clientelismo partidocrático lo ha preservado con un añadido: ha multiplicado a los dadores de favores —antes era el presidente; hoy son los partidos, los legisladores, los líderes sindicales y los gobernadores.


Ambos clientelismos, el presidencial y el partidocrático, son dañinos porque no rinden cuentas y porque reparten favores con los dineros públicos y con las leyes que aprueban. Incluso, el clientelismo partidista puede ser más dañino porque hay más intereses fragmentados que cuidar, más intermediarios con quienes negociar y el resultado son políticas menos coherentes y más atentas a satisfacer lo inmediato. Además, cuando los partidos se ponen de acuerdo y aprueban una ley o un presupuesto, no hay nadie que los llame a cuentas o que limite su abuso. ¿Quién le exige cuentas a los partidos y al Congreso? ¿Quién los puede sancionar?


El clientelismo regional o "feuderalismo"


Si en el ámbito federal se observa la consolidación de la partidocracia en demérito de la fuerza del Poder Ejecutivo, en muchas entidades se observa el fenómeno inverso: la concentración del poder en manos de los ejecutivos estatales (los gobernadores). Aunque el fenómeno es diferente, su origen es el mismo: la evaporación del hiperpresidencialismo generó un vacío que fue ocupado por los partidos y el Congreso en el ámbito federal y por muchos gobernadores en el ámbito local.


Durante buena parte del siglo XX los gobernadores (del PRI) actuaron como agentes del presidente. A él debían su postulación como candidatos y él podía removerlos del cargo. Entre 1946 y 2000 hubo 49 "remociones" de gobernadores por razones políticas; sólo durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari hubo 12.8


En 2000, con la alternancia en la presidencia de la República, ese control presidencial se esfumó, y desde entonces muchos gobernadores se han convertido de facto en jefes políticos regionales sin contrapesos políticos en sus estados, como ocurría anteriormente con el presidente en el ámbito nacional. Por eso cada vez más gobernadores pueden recrear la práctica del "dedazo", destinar recursos a campañas políticas y obtener triunfos arrolladores en elecciones locales y federales. La consecuencia ha sido una mayor fuerza regional del PRI y, en muchas entidades, el retorno de los gobiernos unificados —esto es, gobierno y Congreso en las manos de un solo partido—. Por eso muchos gobernadores son hoy inmunes al control legislativo, porque controlan a los poderes legislativos en lugar de rendirles cuentas.


Además de las razones políticas que sustentan el clientelismo regional, hay una causa presupuestal muy importante: los gobernadores tienen cada vez más dinero para gastar pero rinden pocas cuentas. Tienen más dinero porque a partir de los años noventa se han trasladado mayores responsabilidades de gasto a los estados; rinden pocas cuentas porque esa descentralización no se acompañó de mecanismos de rendición de cuentas.


La fuerza política de los gobernadores ha crecido tanto que ya trasciende su ámbito regional e impacta sobre el funcionamiento de la Cámara de Diputados. Debido a que en 2009 muchos de ellos jugaron un rol decisivo para escoger candidatos a diputados federales y mediante diversos apoyos políticos y económicos garantizar su triunfo, un amplio segmento de los nuevos diputados operan como sus delegados más que como representantes de los electores. Se trastoca así la función representativa de la Cámara de Diputados —no sólo deja de representar los intereses de los ciudadanos para representar a los gobernadores (y sus clientelas), sino que incluso sustituye en la práctica la función de representación regional que corresponde al Senado en un sistema federal como el mexicano.


En un artículo reciente, Jorge G. Castañeda y Héctor Aguilar Camín bautizan este fenómeno de gobernadores independientes y poderosos como "feuderalismo", es decir, un federalismo fiscal y político que tiende a generar feudos locales de virreyes poderosos que rinden pocas cuentas y cuya acción independiente y clientelista debilita el Estado democrático.9


¿Qué hacer?


El camino hacia la democracia liberal será largo y sinuoso. Si contar votos con transparencia requirió de 30 años de luchas y conflictos —entre los años setenta y noventa del siglo XX—, la ruta hacia una democracia sostenida por un Estado de derecho universal y equitativo será más larga. Contar los votos con transparencia fue una proeza que mucho ha beneficiado al desarrollo político de México. Sustituir a los clientes por ciudadanos sería la transformación política más importante del México independiente.


Los principios


Para avanzar en la ruta liberal —esto es, la de colocar a los ciudadanos como los actores centrales de la vida pública de México— se necesitan principios de navegación. Hay cuatro muy importantes.


Primero, defender a la democracia como principio, pero cuestionar el tipo de democracia que hemos construido. Defender las elecciones libres y equitativas como el bloque fundacional de la convivencia política, pero erradicar la ingenuidad que suponía que la alternancia era la ruta automática a la democracia liberal y al gobierno eficaz.


El segundo principio es evitar el maximalismo. La grandilocuencia de quienes pregonan la refundación de la República es un riesgo por dos razones. Porque hay reglas del sistema político que funcionan adecuadamente y por una razón de factibilidad: en el entorno de pluralismo político y de confusión intelectual que vive México, abrir el debate para empezar de cero es abrir una caja de pandora difícil de cerrar. Llegaremos a una República liberal por secuencias acumulativas que modifiquen las reglas y los hábitos, no por pactos fundacionales.


El tercer principio es erradicar la presunta enemistad entre la justicia y la legalidad. Sociedades desiguales y clientelistas como la mexicana suponen que es más importante "hacer" justicia que cumplir la ley. Sus líderes políticos tradicionales hacen de la negociación de la ley un instrumento retórico para apoyar a los más necesitados, para evadir la ley en beneficio de los desposeídos. Es una falacia que al final acaba por perjudicar a todos, pobres y ricos. Las encuestas muestran que muchos mexicanos piensan que una ley debe respetarse si es "justa", en lugar de respetarla porque es ley. Esa actitud es consecuencia del discurso populista y justiciero que supone que es legítimo negociar la aplicación de la ley si es por un fin de justicia social.


El cuarto principio es que la democracia liberal debe fomentar un gobierno más eficaz para tomar decisiones y ejecutarlas sin que sean bloqueadas por grupos de interés y clientelas políticas. Un gobierno más eficaz requiere un presidente más fuerte que sea capaz de resistir las presiones y velar por el interés nacional de largo plazo. Si en el siglo XX frenar el abuso del poder requería desmantelar el hiperpresidencialismo, hoy se requiere un proceso de restauración democrática y legal que dote al ejecutivo de facultades para empujar agendas transformadoras dentro de los cauces institucionales y deliberativos, pero sin sucumbir a las presiones de corto plazo.


Los ejes rectores


Propongo cinco ejes de acción.


1. Diseñar un sistema de recaudación fiscal universal, transparente y progresivo, sin excepciones, sin recovecos, sin fines justicieros que encubran fines clientelistas. La solución que ha sido propuesta una y otra vez y que muestra ser la mejor en muchos países por su transparencia y fácil administración es homologar el impuesto al consumo (IVA) a todos los consumidores y a todos los productos. Ello estimularía la responsabilidad ciudadana para financiar a sus gobiernos y para exigir cuentas. Ojo: la mejor política social se da por la vía del gasto, no del ingreso. Las excepciones impositivas son en ocasiones un pretexto para beneficiar clientelas. El combate a la pobreza es más eficaz por la vía del gasto a través de políticas de fomento al empleo, de mayor calidad educativa y de programas de alivio a la pobreza extrema con programas como Oportunidades que focalizan la ayuda a individuos, no a colectividades abstractas.


Nuestra política de exenciones del IVA beneficia a los segmentos de menores ingresos, a costa de subsidiar los alimentos y las medicinas de los más ricos. Es mejor cobrar a todos pero focalizar el gasto a quienes más lo necesitan. Además de ser una política social más eficaz, se eliminan a los intermediarios (líderes políticos, agrarios y partidistas que lucran con la política de las excepciones). México no requiere de excepciones, sino de una cultura universal, igualitaria y progresiva para que paguen más los que más tienen, pero que también paguen los que menos tienen, en proporción a sus ingresos. Que todos paguen impuestos empodera a los ciudadanos para exigir cuentas y obliga a los gobiernos a gastar con mayor eficacia.


2. Reducir el tamaño del gasto público (esto es, la dependencia ciudadana de los gobiernos), pero sobre todo la estructura y composición del gasto. Mucho gasto público tiene un efecto negativo sobre la inversión y el crecimiento. Pero ésa no es la preocupación de este ensayo, sino su impacto sobre el clientelismo. Reducir el gasto es atacar una de sus causas centrales porque con esos recursos se financian los apoyos a diversos grupos y clientelas del Estado mexicano (burócratas, sindicatos, gremios, centrales agrarias, gobernadores, partidos).

 

México requiere una ruta gradual y progresiva para sustituir los beneficios sociales y económicos del gasto de gobierno por los efectos duraderos y sólidos de una economía que se base más en los empleos generados por empresas privadas (micro, medianas y grandes). Los puestos públicos son necesarios, pero muchos de ellos no lo son y persisten porque siempre hay un intermediario que los defiende a través del sistema clientelista de apoyos políticos a cambio de prebendas.


No soy ingenuo ni idealista: México es una sociedad desigual con resabios coloniales y estatistas y en ella el gasto público es y debe ser palanca del crecimiento, pero debemos apostar cada vez más por el impulso creador individual y empresarial. No se trata de achicar a los gobiernos como ruta mágica al crecimiento, pero sí de entender que un peso gastado en un puesto público superfluo es un peso menos para que ese empleo genere riqueza y salario desde la iniciativa ciudadana.


3. Fomentar una política de competencia en las industrias y de combate a los mercados monopólicos.
Si queremos menos gasto público como una vía para mayor innovación privada y generación de empleo y riqueza ajena a los gobiernos, es indispensable combatir las prácticas clientelistas y concentradoras en el ámbito empresarial. Menos gobierno no significa mercados eficientes ni empresas productivas. Sin una regulación apropiada, los corporativos abusan de su poder monopólico y limitan la generación y distribución de la riqueza. Para ello es necesario fortalecer la independencia, facultades y sanciones de los entes reguladores en materia de competencia y reducir el abuso de los recursos legales (amparo). Por ejemplo, dar mayores facultades a la Comisión Federal de Competencia para remediar directamente problemas de falta de competencia en el mercado. Elevar sanciones a estándares internacionales y fortalecer las sanciones penales que realmente disuadan prácticas monopólicas.


4. La agenda del Estado de derecho.
Esta será la ruta más larga del doloroso proceso para convertir a la mexicana en una democracia liberal. Un paso transformador fue dado en 1995 con la reforma del Poder Judicial que ha dotado a la Suprema Corte de mayor independencia y profesionalismo para ser garante del orden constitucional. Sin embargo, muchos tribunales de justicia de los estados siguen subordinados al poder político y muchos jueces siguen operando bajo presión y solicitudes de clientes y políticos.


El paso central, sin embargo, es elevar la observancia de las normas jurídicas. Los mexicanos cumplirán más cuando haya un sistema de leyes más claras que sea percibido como "justo". Que una ley sea valorada como justa depende de que sea "razonable" en el sentido de que establezca derechos y obligaciones con un propósito superior de bien común. Depende también de que sea aplicada a todos por igual, sin excepciones, y que las sanciones en caso de incumplimiento sean proporcionales a la falta cometida.


México requiere erradicar la cultura de los "fueros" heredados de la Colonia que hoy se traducen en que los poderosos e influyentes pueden evadir el cumplimiento de las leyes. En consecuencia, grupos organizados y marginados violan también dichas normas y exigen el mismo trato: impunidad en nombre de la justicia social. Salir de ese círculo perverso requiere de un compromiso político para que los gobernantes primero, y la sociedad después, se sometan escrupulosamente al imperio de la ley.


Culpar a la cultura de los mexicanos como causa de la ilegalidad es una trampa retórica. Los mexicanos empezarán a cumplir cuando se dé un efecto demostración "desde arriba". Ello requiere una revisión global de las normas y de las instituciones que procuran y administran justicia, pero sobre todo dependerá de la apuesta política de los gobiernos para someterse, ellos primero, al orden constitucional. No será fácil.


5. La regulación de la política. Se requiere mayor responsabilidad política de los gobernantes, combatir el nuevo fenómeno de la partidocracia y estimular mayor eficacia de los gobiernos. El presidente Felipe Calderón propuso en diciembre de 2009 una reforma que lograría varios de estos fines: la reelección legislativa estimularía mayor conexión entre representantes y ciudadanos; las candidaturas ciudadanas fomentarían una competencia externa al sistema de partidos que refrescaría la vida pública y obligaría a los partidos a mejorar sus ofertas ciudadanas; la reelección de alcaldes mejoraría la planeación y la eficacia en los gobiernos municipales.


La iniciativa preferente legislativa del presidente, así como el referéndum, lo dotarán de mayor capacidad para establecer la agenda nacional y empujar reformas transformadoras; fortalecer el veto presidencial junto con la iniciativa preferente reequilibraría el balance entre Ejecutivo y Legislativo, hoy cargado a favor de este último, y permitiría combatir leyes incoherentes o de contenido clientelista.


La segunda vuelta es un paso en la ruta correcta para dotar de mayor contundencia política y electoral a los presidentes, aunque hay una vía intermedia que me parece más apropiada: la elección presidencial por medio de una mayoría relativa calificada, esto es, un umbral menor al 50%, por ejemplo de 40-45%, con un margen de diferencia mínimo entre el primero y segundo lugares.


Otras propuestas son menos importantes y algunas dañinas. Reducir el tamaño del Congreso, sobre todo del Senado, es un paso correcto, pero no me parece trascendental y podría menguar la representación de minorías intensas pero sin apoyo electoral amplio. Aumentar el umbral para que los partidos obtengan y mantengan su registro del 2% al 4% de la votación nacional es irrelevante: más importante es revisar las reglas para registrar a partidos y su sistema de financiamiento. La facultad para iniciar leyes por parte del 0.1% de los ciudadanos inscritos en el padrón electoral o por la Suprema Corte son medidas vistosas, pero no me parecen relevantes.


En el ámbito de lo político restaría revisar los asuntos electorales. La reforma de 2007 fue regresiva para la libertad y la participación ciudadanas y ha sido contraproducente para la equidad de la competencia entre partidos. Reformar esa contrarreforma es un asunto pendiente. Sugiero cuatro medidas: a) remover las prohibiciones a la libertad de expresión de candidatos y partidos para privilegiar el derecho a la información de los ciudadanos; b) levantar la prohibición para que los particulares puedan expresar sus puntos de vista en medios electrónicos durante campañas políticas bajo criterios de transparencia absoluta de quién paga y cuánto paga, pero con una veda en un periodo previo a la jornada electoral; c) mantener el principio de acceso gratuito de los partidos a los medios electrónicos, pero reducir el volumen de tiempo para spots, sustituirlo por tiempo para franjas informativas y debates y simplificar el modelo de distribución y monitoreo; d) reglamentar el artículo 134 constitucional para evitar que los gobernadores usen recursos públicos con fines personales (spots, infomerciales).


Hay omisiones en la propuesta presidencial, algunas de las cuales caen en otros ámbitos. Menciono sólo dos: a) transparentar las finanzas de los sindicatos y eliminar las cláusulas de exclusión y de retención obligatoria de las cuotas sindicales; b) fortalecer la fiscalización de las finanzas de los gobiernos estatales y municipales.


La reforma política propuesta por Felipe Calderón, la más relevante en más de 30 años y que apunta en la dirección correcta es, sin embargo, sólo un paso en la ruta hacia la democracia liberal.


Esa reforma haría más funcional a la democracia presidencial mexicana, pero es insuficiente para construir una democracia liberal —que combine armónicamente el derecho a elegir a nuestros gobernantes con la garantía de que éstos responderán al interés ciudadano con respeto a los derechos individuales—. Para ello se requiere romper la arteria aorta que alimenta al clientelismo político mexicano mediante la reforma del sistema fiscal, la reducción del tamaño y la recomposición del gasto público, el fomento de mercados más competitivos y la fundación de un verdadero Estado de derecho. La reforma política —y electoral— es sólo uno de los elementos del mosaico para transitar de nuestra democracia clientelista hacia una democracia liberal.


Finalmente, es preciso desmitificar el significado del término liberal y separarlo del uso y abuso del término "neoliberal" en materia económica. El liberalismo político es, en esencia, el credo que promueve la libertad individual y la igualdad ante la ley como mecanismos para promover el bienestar social y combatir el abuso del poder del Estado. Por ello la democracia liberal une armónicamente no sólo los derechos políticos a decidir colectivamente quién nos gobierna, sino sobre todo cómo nos gobierna.


Luis Carlos Ugalde. Profesor de ciencia política del ITAM.


Agradezco los valiosos comentarios de Carlos Elizondo, Gabriel Farfán, Eduardo Guerrero, Marco Mena, Juan Pardinas, Carlos Ramírez Fuentes y Jorge Javier Romero.


Notas

1 "The Rise of Illiberal Democracy", Foreign Affairs, noviembre de 1997.

2 En un artículo en la edición de agosto de nexos, "La reforma regresiva", doy mis argumentos de los aspectos negativos de la reforma electoral de 2007.

3 Gabriel Farfán, Non-Embedded Autonomy: The Political Economy of Mexico´s Rentier State, PhD diss., London School of Economics, 2009.

4 Juan Pardinas, www.imco.org.mx

5 Santiago Levy y Michael Walton, No Growth Without Equity? Inequalities, Interests, and Competition in Mexico, Palgrave Macmillan and The World Bank, Washington, D.C., 2009.
6 Para una definición del hiperpresidencialismo, ver Jeffrey Weldon, "Fuentes políticas del presidencialismo en México", en Scott Mainwaring y Matthew S. Shugart, Presidencialismo y democracia en América Latina, Cambridge University Press, Nueva York, 1997.
7 Para una discusión sobre los poderes metaconstitucionales o partidistas de la presidencia mexicana, ver Jorge Carpizo, El presidencialismo mexicano, Siglo XXI Editores, México, 1978.
8 Rogelio Hernández Rodríguez, El centro dividido: la nueva autonomía de los gobernadores, El Colegio de México, México, 2008, p. 93.

9 "Un futuro para México", nexos, noviembre de 2009.

 



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