viernes, 19 de marzo de 2010

Mi familia y yo

 

Por: Alberto Núñez Esteva

       Presidente de la Sociedad en Movimiento

30 de Enero de 2010

 

Escoge una mujer de la cual puedas decir:

Hubiera podido escogerla más bella, pero no mejor

Pitágoras de Samos

 

 

Disfruto al recostarme sobre el campo bajo la luz de las estrellas y contemplar las maravillas del universo. En esta época del año, Orión, mi constelación favorita y las estrellas que la integran, Betelgeuse, Bellatrix, y Rigel. Al centro del cinturón, las estrellas conocidas como los tres reyes magos. Muy cerca de Orión está Sirio con su intenso brillo y grandiosidad. También contemplo la majestuosidad de la Vía Láctea, de la que formamos parte y que contiene 100,000 millones de estrellas, la mayoría de ellas mucho más grandes que nuestro sol. Y con imaginación, o un telescopio, podemos ver solo algunas, muy pocas, de los más de cien mil millones de galaxias que, similares a la Vía Láctea, forman parte de este universo infinito obra de El Señor. Universo en expansión permanente.


¡Señor, que grande eres! ¡Qué insignificante soy yo! ¡Qué insignificantes somos lo seres humanos comparados con la inmensidad del universo! Un grano de arena entre las playas de tu inmenso mar.


Entro a la casa con la emoción reflejada en el rostro y la reflexión marcada en el alma y contemplo a mi hija amamantando a mi nieto recién nacido. Un niño que se prende al pecho de su madre y toma de él la vida que necesita. Un ser indefenso que confía en el amor de su madre para sobrevivir. Una madre que expresa un intensísimo amor y una ternura maravillosa hacia el hijo que está alimentando. Lo arrulla, lo besa, lo goza, y esos minutos de intensa comunicación entre madre e hijo son un regalo de Dios…y yo gozo al ver cómo gozan estos dos maravillosos seres humanos, parte de la creación.


¡Señor, qué grande eres! Ahora entiendo nuestra grandeza dentro de nuestra pequeñez. ¡Bendito seas, Señor, por permitirme verte en lo inmenso y en lo insignificante, porque lo insignificante también es inmenso!


Este niño, su madre, el padre y los hermanitos, el abuelo y la abuela, son el núcleo de la familia mexicana. La familia es la piedra angular de nuestra sociedad. Ahí se cultiva el amor, se genera la solidaridad, y se transmiten los valores que constituyen las raíces del ser humano. El ejemplo de los padres y de los padres de los padres, es la mejor forma de educar a los hijos y a los hijos de los hijos.


Quienes como yo contemplamos a una tercera generación, con la esperanza y la posibilidad de contemplar una cuarta, encontramos en la familia el mayor de nuestros tesoros y la mejor de nuestras empresas. Mis días más felices, sin duda, son aquellos que comparto con mi familia, rodeado por mis hijos y escuchando la algarabía de los nietos. Eso no lo cambio por nada. Y las pequeñas o grandes empresas y los pequeños y grandes proyectos que he emprendido en mi vida, palidecen frente al amor de mi familia.


¿Matrimonio entre homosexuales? Me cuesta trabajo, mucho trabajo entenderlo. El matrimonio heterosexual es una institución de la sociedad y es una institución sacralizada por distintas religiones que no debe prostituirse, so pena de minar los valores que se depositan en la familia. El matrimonio es la piedra angular sobre la que se construye el bien ser de sus integrantes, el bien ser de una sociedad y el bien ser de una nación. Golpear esa piedra puede tener un costo inimaginable. La gran pérdida de la sociedad contemporánea es la transformación que han sufrido nuestros valores familiares y sociales y nuestro mayor esfuerzo debe estar en conservarlo, no en destruirlos ¿Estaré muy viejo a mis 76 años y por eso pienso así? Posiblemente, pero a los viejos se nos atribuye la luz y a los jóvenes la fuerza.


¿Desprecio a los homosexuales? En forma alguna. La vida me ha enseñado y a veces obligado a ser tolerante y respetar la libertad que Dios nos ha dado por el simple hecho de nacer. He vivido y a veces sufrido la evolución del pensamiento en esta materia, pero lo he aceptado a la luz del precioso tesoro que tanto aprecio: la libertad, libertad que sólo debe tener como límite el derecho de los demás.


¿Qué convivan dos personas del mismo sexo? Es algo que está dentro de los límites de su libertad y es decisión de ellos y ellas ¿Qué se unan en matrimonio tal como entendemos éste? Esto lesiona la maravillosa institución del matrimonio. No estiremos la liga con un relativismo que puede dañar profundamente a la sociedad.


¿Qué adopte niños un "matrimonio" entre personas del mismo sexo? Perdón pero, ¿En qué cabeza cabe una propuesta de esta naturaleza? ¿En qué estaban pensando nuestros "representantes" en la Asamblea Legislativa del D. F., al proponer y aprobar esto? "¡Hay que proteger los derechos de las minorías!" ¿Por qué no se piensa antes en los derechos de los niños que van a ser adoptados? ¿Quién defiende los derechos de estos niños, seres indefensos? La mejor forma de educar, decíamos, es con el ejemplo. ¿Cuál es el ejemplo que darán dos personas del mismo sexo unidos en "matrimonio" al hacer una de las personas el papel de papá para efectos sexuales y de la vida diaria, y la otra persona el papel de mamá? ¿Serán motivo de admiración por parte de sus hijos adoptivos? ¿Cómo responderá el niño o la niña cuando le pregunten sobre su madre o su padre? ¿Y cuándo invite a sus amigos a su casa y les presente a sus papás, estará orgulloso de ellos y deseando que papá y "mamá" lo acompañen a las fiestas de la escuela, al partido de futbol o a la clase de baile? Si el niño admira a su "padre" ¿No incurrirá él también en prácticas homosexuales?


Ésta y mil preguntas más debieron haberse planteado nuestros "representantes" antes de tomar una decisión tan delicada que con justa razón ha indignado a la mayor parte de nuestra sociedad. Ahora entiendo la expresión "que se vayan al diablo con sus instituciones" pronunciada por uno de los grandes de la izquierda. Sí, nuestros legisladores de esa corriente han mandado al diablo a la institución matrimonial, institución que para muchos de nosotros es sagrada.


Espero que este grave error se corrija, todavía estamos a tiempo.

 

 



«El respeto a la ley enaltece nuestro espíritu»

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