Leyendo algunas notas procedentes de los Estados Unidos de América, me entré que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, promulgó una ley que regula a las tarjetas de crédito. Entre las medidas destaca no otorgar tarjetas a menores de 21 años si no pueden demostrar capacidad de pago y avisar previamente al cliente moroso sobre el alza de intereses.
"Las tarjetas de crédito dan un servicio valioso; no nos oponemos a que busquen alguna ganancia. Sólo queremos asegurarnos de que respeten la defensa de las normas básicas de equidad, transparencia y rendición de cuentas", manifestó Obama.
Meditando y reflexionando sobre esta nueva disposición en el país del norte, me dije: ¿por qué en nuestro país no imitamos eso que a todas luces es positivamente bueno?
En nuestra amada patria somos sui generis en algunos aspectos. Este es uno de esos casos, anatematizamos, con razón, algunas costumbres que nos llegan del norte, sin embargo nos invaden prácticas que chocan con nuestras costumbres y no decimos nada. Pero normas que a todas luces son beneficiosas, y que oficialmente se podrían aplicar en México con indudable beneficio para la sociedad, las repudiamos ipso facto.
La medida en comento, indudablemente traería un beneficio inconmensurable para nuestra sociedad, de entrada se puede asegurar que los llamados "junior", que tanto daño se hacen a sí mismos y por ende a la sociedad, se reducirían notoriamente, ya que se reduciría el poder de acción que les da el disponer de recursos a discreción. Con esta reducción de acción se reducirían con mucho los delitos que emanan de ese poder. Además, sin lugar a dudas, sería positivo en cuanto a su educación.
Es claro que, independientemente del beneficio que esta norma pueda dar, siempre será imprescindible la presencia de los padres en cuanto a los valores morales, ¡estos son los principios a los que siempre hay referencia!
«El respeto a la ley enaltece nuestro espíritu»
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