lunes, 19 de noviembre de 2012

¿Qué se acaben senado y plurinominales?

Salvador I. Reding Vidaña
Fuente; Yoinfluyo

Para muchas personas, en México hay demasiados legisladores federales. ¿Por qué? Hay diversos argumentos, pero los principales son que "no hacen nada, no trabajan" y además "cuestan demasiado caro". Hay más todavía.
Una corriente, minoritaria, insiste en desaparecer al Senado de la República; no se necesita, dicen, ya tenemos diputados… ¿para qué otra cámara? Alegan que en algunos países no existe un senado. Veremos si tienen razón.
Pero hay otra corriente de opinión mucho más prolífera, es la que quiere reducir tanto como se posible -o quizá razonable-, el número de legisladores federales. El blanco principal de ataques es el concepto de legisladores plurinominales, esos que no se eligen directamente en las urnas, sino que se les conceden a los partidos políticos en proporción a sus votos reales.
Participo de la idea de que 500 diputados son más que los convenientes, que debe reducirse su número. Pero tampoco creo que deban restringirse a solamente 300, es decir uno por cada distrito electoral. De paso, reducir el número de distritos no me parece tampoco una buena idea.
Con 300 diputados, tendríamos una Cámara constituida solamente por representantes del partido que ganó la mayoría de los votos en cada distrito electoral. Sin embargo, esa mayoría no necesariamente es mayoría absoluta. Supongamos que el ganador tiene el 45 por ciento de los votos válidos, y el que le sigue tiene 35 por ciento, con otros candidatos repartiéndose el 20 restante.
No hay duda que el segundo lugar representa muchas voluntades electorales. Por esta razón, pienso que vale la pena que esos votantes tengan representación en la Cámara. Quiero decir que, tal como se acepta la primera minoría en el Senado, también es aceptable en entre los Diputados.
Pero una "primera minoría" en los 300 distritos electorales nos daría otros 300 diputados, más que los 500 actuales. La solución queda entre los plurinominales, como ahora existen con una salvedad. Pero 200 plurinominales son demasiados, habría que reducirlos a un número que se considere conveniente, de tal manera que los partidos que terminaron como primeras minorías, tengan representación proporcional a nivel nacional.
Las diferencias con el sistema actual serían: un menor número de plurinominales, no doscientos. La segunda sería que solamente resultaran plurinominales quienes fueron efectivamente candidatos votados, no personas designadas al gusto de las cabezas partidarias. Actualmente, las listas de plurinominales se componen de personas que ni siquiera tuvieron que molestarse en buscar el voto; no debe ser así. Finalmente, ¿cuántos diputados son el mejor número? Por dar una opinión, digamos que entre 390 y 400.
Respecto al Senado, se podría mantener la elección con las treinta y dos "primeras minorías", eliminando los senadores plurinominales, por la misma razón que se sugiere para la Cámara de Diputados. Quedaríamos con 96 senadores.
Pero vayamos más lejos, con las personas que quieren que desaparezca el Senado. Considero que ellos no saben cuáles son las razones de existencia del Senado, una institución milenaria en la historia política del mundo.
El Senado es una institución legislativa, que tiene además otras funciones, como aprobar, dar el visto bueno, a nombramientos hechos por el Ejecutivo. Los senadores deben ser personas de más experiencia de vida que los diputados, por eso se establecen límites mínimos de edad para ser senador.
En el caso mexicano, lamentablemente hace unos años, se redujo la edad mínima de 35 años a 26, para darle entrada a quien se conocía y se sigue conociendo como "el Niño Verde". Lo ideal es regresar ese mínimo a su nivel anterior. Solamente así puede pensarse que todos los senadores tienen más experiencia de vida.
Parte del problema que hace que haya personas que quieran desaparecer al Senado, que creen que no hace nada o casi nada, es que reducen la visión del trabajo senatorial a las sesiones plenarias. Error, también cometido con la diputación. En ambas cámaras hay comisiones que trabajan permanentemente, y ese trabajo también es importante; de hecho el de las plenarias deriva del de las comisiones camerales y bicamarales.
El sistema bicamaral existe en la mayoría de los países con democracias maduras, aunque hay excepciones, pero el que existan éstas no significa que tengan razón. La mutua revisión del trabajo legislativo ha demostrado ser útil en México, igual que en otros países.
La persistente acusación, y motivo de protesta popular, de que el Congreso federal es demasiado caro, que hay derroche y demasiados dineros que se gastan sin dar cuenta alguna a nadie, es totalmente válida. Pero reducir el número de legisladores no arregla esto. Es necesario que aumente la presión social para que quienes se aprueban los presupuestos del Congreso, los reduzcan y rindan cuentas de cómo los utilizan, y regresen los dineros no gastados, en vez de repartírselos entre ellos.
En conclusión, es conveniente el sistema bicamaral, con Senado, pero sí disminuir el número de legisladores, no llevar a las cámaras a quienes no han recibido votos ciudadanos y presionar (que es lo único que puede hacer la ciudadanía), para que los presupuestos del legislativo bajen y se rindan cuentas de cada peso recibido.
A la rendición de cuentas monetaria, debe sumarse la del propio trabajo de cada legislador, que debe participar activamente en comisiones y sesiones plenarias; que gaste dinero en asesorarse y en viajes de auténtico trabajo, y no simplemente quedárselo. Y aplicarles el principio paulino de que el que no trabaja que no coma, o más bien que no pueda cobrar el tiempo perdido, y que finalmente se le separe y se de el lugar a su suplente.
La modificación a la estructura del congreso federal está a discusión, en manos precisamente de ellos, con los intereses particulares de los partidos políticos, pero con la expectativa ciudadana de que sí se hagan modificaciones sensatas, y que, como aparentemente todos estamos de acuerdo, reducir el número de legisladores.
¿Cómo lo harán, no lo sabemos, pero es importante hacerles llegar las opiniones de los contribuyentes que pagamos sus dietas, sus gastos, y que deseamos verlos trabajar realmente en su labor legislativa, no perder el tiempo ni utilizar sus influencias para hacer negocios o arreglos del poder político.




No hay comentarios:

Publicar un comentario