Antero Duks
Se encontraron dos soldados con un ladrón; uno de ellos huyó, pero el otro se defendió valientemente.
Puesto el ladrón en fuga, acudió el compañero a defender: desenvainó la espada y echando hacia atrás la capa gritó:
-¡Ven bandido, voy a hacerte saber a quiénes has atacado!
Entonces, el que había luchado valerosamente repuso:
-Hubiera deseado que, al menos, con esas palabras me hubieras ayudado, porque yo habría estado más firme mientras combatía. Ahora ya no es necesario, por tanto, envaina tu espada y calla tu lengua, ambas, igualmente vanas. Quizá pudieras engañar a quienes no te conozcan, pero yo que te he visto con cuánto vigor has huido, sé muy bien cuán poco hay que fiarse de tu valor.
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