sábado, 3 de abril de 2010

¡Educación! ¡Educación! ¡Educación!

 

Por: Arturo Núñez Esteva

Presidente de Sociedad en Movimiento

Marzo / 2010

 

Que se eduque a los hijos del labrador y del barrendero
como a los del más rico hacendado

(José María Morelos y Pavón)

 

¡Educación! ¡Educación! ¡Educación! Fueron las tres propuestas que hizo Tony Blair al pueblo de Inglaterra durante su toma de posesión como primer ministro de ese país. ¡Y qué razón tenía el señor Blair! Pues sólo puede transitar una sociedad hacia su desarrollo si se nutre con educación de calidad. Todos los mexicanos elevemos el mismo grito y exijamos: ¡Educación! ¡Educación! ¡Educación!, a nuestras autoridades, al sindicato de maestros y a las instituciones educativas de nuestro país. Sí, educación de calidad que prepare una juventud capaz de insertarse exitosamente en un mundo exigente, competitivo e innovador; educación que forme buenos mexicanos y transmita los valores universales, conducentes al bien ser, al bien estar, y no sólo al bien tener como propósito en la vida. Educación que oriente a la persona hacia la trascendencia, la solidaridad y a la entrega desinteresada hacia los demás. Una educación formadora de líderes y no sólo de seguidores, que ayude a disminuir en México la enorme brecha de la desigualdad; educación que provea de herramientas intelectuales a quienes nacen en la pobreza, para superarla a través de su esfuerzo. ¡Educación! ¡Educación! Educación! Todos los mexicanos debemos lanzar este grito desde lo más hondo de nuestros pechos.


Tenemos razón para sentirnos a disgusto con nuestro sistema educativo y para muestra basta un botón:


A nivel nacional, nuestro gasto en educación se está aproximado poco a poco al ocho por ciento del Producto Interno Bruto, objetivo que nos sitúa en la misma línea de los países desarrollados, pero el problema es la forma irracional en que se despilfarran esos recursos.

 

La calidad de la educación es lamentable y así lo demuestran los estudios comparativos a nivel nacional e internacional. Según lo señala la prestigiada institución Mexicanos Primero, en lo que toca a matemáticas (prueba ENLACE 2008) el 22 por ciento de los alumnos evaluados en sexto año de primaria están ubicados en el nivel "insuficiente" y si revisamos el tercer año de la secundaria y el último de bachillerato, el nivel de insuficiencia alcanza el 55.1 por ciento y el 46.5 por ciento, respectivamente. México participa, como país miembro de la OCDE, en el Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes, PISA, por sus siglas en inglés. En el año 2006 el 56 por ciento de los estudiantes mexicanos que resolvieron la prueba de evaluación se ubicaron en los niveles 0 y 1, es decir, que no cumplen con las habilidades mínimas, en términos académicos, requeridas para enfrentar las demandas del mundo contemporáneo.


Las deficiencias en materia de calidad educativa, según se señala en el diagnóstico hecho en el proyecto México a Debate, son un problema general, pero ésta se expresa de manera diferenciada en los distintos tipos de escuelas. En lo que respecta a la educación primaria, hay diferencias abismales entre los promedios alcanzados por los estudiantes de escuelas particulares y los correspondientes al promedio de las escuelas en zonas indígenas. En el nivel de secundaria el mayor contraste se encuentra al comparar las escuelas particulares con las telesecundarias.


Como país, a la luz de lo anterior, nos debemos cuestionar: ¿podremos ser competitivos e innovadores? ¿Podremos formar buenos ciudadanos? ¿Podremos sacar de la pobreza a la mitad de la población? ¿Podremos evitar que nuestros niños y jóvenes caigan en manos del crimen organizado?


Necesitamos hacer muchas cosas, no sólo el gobierno y el SNTE, también la sociedad, incluidos los padres de familia y los alumnos.


Exijamos una educación de calidad, evitemos la arbitrariedad o la "buena voluntad" del sindicato, porque es un derecho de la sociedad explícito en la Constitución mexicana. Propiciemos una educación de calidad que llegue a las escuelas privadas, a las rurales y a las indígenas; que los maestros más capaces ocupen las plazas, y sea una regla la evaluación continua tanto de ellos como la de las escuelas, supervisada por la sociedad. Demandemos maestros con elevadas calificaciones que reciban el reconocimiento de la sociedad y una remuneración basada en resultados; cero tolerancia al ausentismo docente. Exhortemos a que la SEP ejerza su función de Secretaría de Educación Pública, y el Sindicato actúe en defensa de sus agremiados, no desvíe sus intereses hacia la política nacional y rinda cuentas claras en el uso de los recursos que recibe del Estado. Promovamos el involucramiento de los padres de familia en la educación de sus hijos a través de su participación en los consejos escolares. Rechacemos el modelo de memorización y optemos por la promoción de un modelo basado en el razonamiento, la investigación y la innovación, orientada a la preparación de los alumnos hacia los retos del futuro, en el mundo que les tocará vivir, pero sin descuido de la enseñanza en los principios y las raíces que nos identifican como mexicanos. Exijamos la vinculación de las universidades y las escuelas técnicas con el sector productivo.


Bien decía Fernando Savater: "¿Sabe cuál es el más notable efecto de la buena educación? Despertar el apetito de más educación, de nuevos aprendizajes y enseñanzas. El bien educado sabe que nunca lo está del todo, pero que lo está lo suficiente como para querer estarlo más".


Efectivamente, la educación concluye hasta que termina la vida.

 

Presidente de Sociedad en Movimiento


sociedad.en.movimiento@hotmail.com

 

 

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