miércoles, 28 de abril de 2010

Nuevos avatares en las coaliciones electorales

 

Por: Federico Müggenburg

abril / 2010

 

Desde la aparición de la reciente y exitosa película (desde el ángulo del despliegue tecnológico y la recaudación económica) "Avatar", se ha confundido el sentido originario que tiene dicha palabra, que según refiere el Diccionario de la lengua española, es una voz de origen sánscrito, que significa "suceso inesperado que produce un cambio brusco en la marcha de una cosa". Para conocer el origen y sentido de la palabra también conviene recordar que el sánscrito es una lengua sagrada y literaria de la religión de los brahamanes de India.

 

El hecho mismo de anunciar coaliciones entre partidos políticos de matrices culturales tan opuestas, como es el caso del PAN y el PRD, postulando candidatos de un tercer partido, el PRI, es en sí un "avatar" histórico que ha puesto en evidencia la profunda crisis del actual gobierno federal, que ha perdido la identidad con los principios y valores de su partido, al haber caído en la trampa de los vicios políticos del "viejo sistema" que controló la vida política del país durante 72 años consecutivos.

 

La adopción del modo concentrado y autoritario de gobernar; la renovada vigencia del "dedazo" para imponer candidatos a puestos de elección, despreciando su tradicional forma democrática de elegir internamente a sus candidatos desde los distritos locales, municipales, estatales, hasta el nivel federal, tanto para el poder Ejecutivo como el Legislativo; las modalidades de campañas para atraer el voto con acarreos, ofertas estériles y dádivas miserables; las coaliciones con liderazgos sindicales evidentemente corruptos-corruptores que obtienen beneficios para sus particulares y casi siempre personales causas, tienen el agravante de no conseguir los resultados que sí obtenían sus inventores los priístas.

 

A medida que se han consolidado las coaliciones, se ha manifestado quiénes son los autores de la estrategia y los propósitos finales que evidentemente tienen puesta la mira en el gran proceso por acceder a la presidencia en 2012. ¿Permanecerán los que están o regresarán los que estaban?

 

El proceso de transición para llegar a un nuevo sistema político se encuentra en el punto más confuso de su desarrollo, ocasionando un gran desánimo entre sus impulsores y actores. Empieza a configurarse el proyecto de "otro nuevo sistema", distinto del previsto hace años. Ahora se despliega la fuerza estratégica de dos figuras con capacidades para eliminar la oportunidad de un modelo de gobierno diferente al histórico autoritario, intervencionista y corrupto.

 

Por una parte, está la propuesta de Carlos Salinas de Gortari, bajo la nueva expresión de la "democracia republicana", que parecería sustituir al "liberalismo social" de hace poco, bajo la precandidatura de Enrique Peña Nieto. Por la otra, la propuesta de Víctor Manuel Camacho Solís, con la manifiesta intención de enarbolar una "socialdemocracia a la mexicana", en sustitución del viejo "nacionalismo revolucionario", bajo la precandidatura, ya sea de Marcelo Ebrard, o la recién anunciada de Ramón de la Fuente.

 

Al día de hoy, el posible precandidato del tercer gran elector, Felipe Calderón, parecería estar entre Alonso Lujambio y Ernesto Cordero. Si los resultados electorales de 2010, arrojan la derrota de las coaliciones, el PAN tendería a convertirse en la tercera fuerza política, que tradicionalmente había mantenido el PRD, con el contraste excepcional de la presidencial de 2006. Por otro lado, si algunas de las candidaturas de "coalición" tienen éxito, aunque sea parcial, entonces se reforzaría la opción a buscar una gran coalición para 2012. Ante las dos posibilidades, el único gran perdedor es el PAN.

 

El más novedoso de los "avatares" entre las coaliciones ha sido la "orden" de Andrés López a todos los cuadros del PT, para abstenerse de participar en ellas. En cada caso importante el PT lanzará sus propios candidatos, con la sola excepción del estado de Oaxaca, en donde se "respetará" la candidatura de Gabino Cué. La decisión de López Obrador es la "respuesta" al anuncio de Vicente Fox, de brindar todo su apoyo a la candidatura de Xóchitl Gálvez, en el estado de Hidalgo.

 

Ortiz Pinchetti, ex panista y muy cercano consejero de Andrés López, calificó recientemente a las coaliciones entre partidos "progresistas" y partidos "reaccionarios" como aberrantes. No resulta ocioso recodar que la creación del PT y del PVEM, fue el resultado de una "decisión" de Carlos Salinas de Gortari, cuando era presidente y que el "operador" que llevó adelante ambos proyectos fue Víctor Manuel Camacho Solís.

 

Había "urgencia electoral" de recoger en un partido controlado y manejable, las oposiciones de los "ecologistas" y de la "izquierda radicalizada", como en su tiempo se había fomentado y creado el PARM para "militares inconformes" y el PPS para los "izquierdistas radicales" que ya no podían permanecer en el PRI. De fondo es el mismo argumento de antaño, crear "partidos", o de hogaño, crear "coaliciones", que mediaticen la auténtica oposición, para que un solo grupo político con un mismo signo cultural, controle la vida nacional.

 

La vieja cultura política no se rinde, ni se da por vencida. Ha logrado que el régimen actual caricaturice sus viejos métodos y se autoderrote con ellos, para intentar establecer una "novedosa" cultura política que se ensaña con el fracaso de sus pésimos imitadores, mientras crea una alternativa con la modalidad de las "coaliciones".

 

Éstas, afortunadamente, no han engañado a todos, aunque sí a unos pocos que están en las pociones clave, gubernamentales y partidistas, pero hundidos en las frivolidades e intemperancias de la vida, cegados por la soberbia de la carne y la del espíritu. Carentes de la fortaleza necesaria, han puesto en riesgo la consolidación de un sistema político basado en una nueva cultura política.

 

 

 


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