sábado, 29 de enero de 2011

De la raíz a la sociedad, todo empieza en casa

Share


Por Francisco Grass


Enero / 2011





La ética y la religión guardan una relación muy estrecha. La ética es un conjunto de normas que la sociedad se encarga de transmitir de generación en generación. La religión es la relación entre el hombre y Dios. Es un contacto íntimo de la persona con un Ser infinito, del cual procede y que le sirve de guía personal para una conducta correcta en la vida cotidiana, plena de virtudes y valores humanos.



Hacer las cosas con ética es hacerlas de acuerdo con las normas morales que rigen la conducta humana. Es parte de la filosofía que trata de la moral, la virtud, el deber, la felicidad y las obligaciones del hombre.



La ética es reflexión y argumentación sobre el hecho moral, es decir, sobre lo que está bien o mal, a pesar de que algunas sociedades continuamente inventan conceptos que pareciendo correctos ocultan unas intenciones perversas, que van en contra de la ley de Dios, de la moral natural y del bien común.



Aunque las raíces etimológicas de ética y moral sean las mismas, no son lo mismo. La ética son el conjunto de normas que nos vienen del interior y la moral las que nos vienen del exterior. Desde Aristóteles hay escritas cientos de miles de páginas sobre ética.



La ética en la vida diaria hace falta incluirla en la escuela, en la educación, en la honradez ciudadana, etcétera. La ética tiene que ser la bandera de la libertad del ciudadano del siglo XXI.



Es lo que los padres con su ejemplo deben enseñar a sus hijos, cónyuges y amigos. La ética se tiene que demostrar en el buen carácter de las personas, en su comportamiento, actuación y proceder. La ética es la ciencia de la integridad, la conciencia deontológica profesional, como el Juramento de Hipócrates de los médicos, etcétera.



La ética y la estética mantienen una estrecha relación, por más que casi siempre permanezca velada. La estética es el fruto de una elección moral. Lo hermoso es mejor que lo feo. La cortesía es mejor que la rudeza. Alguien que saluda amablemente tiene más probabilidades de ser buena persona que alguien que adrede y empuja cuando pasa.



Algunas personas que no tienen en cuenta el comportarse con ética creen que la práctica de las virtudes y valores humanos, como la caridad, la sinceridad, la bondad o la honradez, no son necesarios para convivir. Sin embargo, cada vez hay más personas en determinados grupos sociales que aprecian los modales y las buenas normas de educación y comportamiento.


La ética de los testimonios: En la familia hay que dar testimonio de lo maravilloso que es la familia, del amor entre un hombre y una mujer, del don de la vida expresado en los hijos dentro del matrimonio, de la misión de los padres para educar a sus hijos, del trabajo y la práctica de las virtudes y valores humanos.



Los padres tienen que tener la valentía de contar los testimonios sobre las cosas buenas que hacen y lo que hay que luchar y sacrificarse para conseguirlas, sobre todo cuando tienen el único fin de incitar a los demás para que les imiten y las realicen. Son muy distintos los que ofrecen testimonios sobre cosas malas, que muchas veces solamente les sirven para presumir de los hechos y tener su minuto de fama.



La ética en la sociedad: Se ejerce al no copiar en los exámenes escolares. No adelantándose en las filas de espera. No aprovechándose de los descuidos de otros. No usufructuando injustamente de la libertad que otros nos dan. No tomando ventaja de los débiles, indefensos o con discapacidad física, emocional o de conocimiento.



Tampoco abusando del poder concedido o conseguido. No lucrándose en perjuicio de terceros, con del poder de los monopolios, asociaciones gremiales o sindicales. Siendo caritativos y generosos con las necesidades del prójimo. Cuidando el medio ambiente. Manteniendo las normas de circulación. Pagando todos los impuestos que correspondan, etcétera.



La ética en la familia y su influencia en el papel educador es fundamental para la construcción de la identidad personal, de la madurez, de la responsabilidad, de la conducta y carácter, el modo de ser y de relacionarse con otras personas de forma adecuada.



La familia tiene que ser una isla ética dentro de la sociedad, sin que a sus miembros les importe lo que dirán ni quién lo dirá. Hay que mantener la ética con los padres y familiares necesitados, que aunque sea desagradable, pues les debemos respeto y ayuda. La ética en la familia debe mantenerse y respetarse, aunque haya leyes injustas que permitan el matrimonio entre personas del mismo sexo y otra clase de uniones aberrantes.



La ética en las finanzas. Decidir lo que es una inversión ética o incorrecta no es siempre una opción entre blanco y negro, puede parecer gris. Es muy difícil de conseguir la capacidad, para determinar cuáles son los fondos éticos de inversiones y hasta dónde y cuándo lo son. Pero un inversionista bien formado y con un claro concepto de la ética puede ir haciendo el camino, que aunque no esté exento de dificultades, promete ser una tendencia que seguirá ganando fuerza.



Las inversiones éticas crecen fuertemente, pues extraen beneficios de la virtud aunque no sean los mayores beneficios económicamente hablando, comparándolos con los que tienen algunas empresas faltas de conciencia. Está perfectamente demostrado que los principios éticos introducidos en los negocios siempre los hacen beneficiosos. Invertir en ética es muy rentable.


La ética en los negocios. Actualmente hay grandes y rentables negocios que no son éticos, aunque las leyes les amparen, no les persigan o les ignoren, como la droga, el aborto, el sexo, la pornografía, la prostitución, la pederastia, la guerra, la violencia, las armas, el terrorismo, los vicios humanos y un largo etcétera.



La ética y el ahorro. Hay Iglesias de diferentes denominaciones, universidades, organizaciones, fundaciones y fondos de pensiones, que a través de sus inversiones buscan mantener el valor adquisitivo de sus ahorros, buscando cada vez más y mejores formas de ligar su dinero a principios éticos, religiosos y socialmente responsables.



A veces tienen que sacrificar márgenes de rentabilidad al evitar los mejores rendimientos financieros del dinero proveniente de fuentes cuestionables. Otra de las ventajas que añaden es mejorar su imagen ante la opinión pública, al no invertir en los fondos financieros que violan los principios morales de tiene cada Iglesia, o que promocionan prácticas contra la familia, lo que acentúa la presión hacia determinadas empresas, por medio de las inversiones de sus fieles.



La ética en la inversión, en el voto y en el consumo inteligente. Aunque en algunos casos las decisiones éticas sean menos rentables, son pieza clave no sólo de la economía mundial, sino de la democracia. El ciudadano de a pie influye con su voto, pero mucho más con sus inversiones y consumos éticos e inteligentes, por eso las corporaciones y los políticos tienen miedo a los consumidores y a los votantes éticos, bien informados.


Es cierto que hay algunos consumos que no se pueden evitar porque sus productores tienen tal cantidad de productos en el mercado que ya no se puede, vivir, viajar, curarse, comer o vestir sin ser sus clientes.



La ética en la caridad deben mantenerla, incluso las fundaciones que bajo el caparazón de la caridad, llevan objetivos y filosofías de actuación malévolas, dirigidas contra las familias, Iglesias, naciones y condiciones medioambientales, incluyendo las organizaciones filantrópicas, que se nutren de los beneficios adquiridos por empresas faltas de ética. Estas organizaciones no se deben librar de la presión del público éticamente bien formado.



La ética en la ecología. No hay que olvidar que la naturaleza, animales, vegetales y minerales, están al servicio del hombre, para usarlos sin abusar. El hombre no está al servicio de la naturaleza. Por eso muchas organizaciones medioambientalistas carentes de ética se preocupan mucho más de favorecer a la naturaleza que al hombre.



La ética en las opiniones. No siempre hay que respetar las opiniones de otros, ni mucho menos aceptarlas. Fingir estar de acuerdo con ellas, no rebatirlas o callarse puede significar aceptarlas, pues el que calla otorga. Hay que procurar estar bien formado e informado y dejar muy claras las cosas cuando atañan a la moral, a las buenas costumbres o estén faltas de ética.



La ética en la vida humana. Hay muchas leyes injustas que son emitidas por los hombres, las cuales permitan, alienten y no castiguen el crimen del aborto, la eutanasia, el consumo de drogas y otras muchas actitudes contrarias a la moral, por ello no deben cumplirse esas leyes inmorales y se debe luchar para que desaparezcan.



La ética en la imagen personal siempre debe estar de acuerdo con la estética, la moral, las buenas costumbres, la decencia, el pudor y la honestidad.



La ética en la sexualidad debe fomentarse aunque estén promocionados y permitidos los abortos, preservativos y anticonceptivos, las relaciones prematrimoniales, las relaciones promiscuas, las relaciones homosexuales, etcétera.



La ética en los fines y medios para conseguirlos. El fin jamás justifica los medios si éstos son desproporcionados o faltos de ética. Por muy bueno que sea el fin, éste antepone la intención a la finalidad.



La ética en la economía, cuando ésta regula el aspecto de la vida del ser humano: sus problemas económicos, su alimentación, su vivienda, su salud, su jubilación, su educación, su trabajo, su salario, sus ahorros, sus préstamos, su subsistencia, etcétera. Incluyendo los prestamos con intereses usureros a países que no los necesitan.



La ética en el consumo responsable, enseñada por los padres, profesores, empresas y medios de comunicación, educando a los niños en la forma de gastar, no derrochar, utilizar bien, ahorrar y economizar solidaria, consciente y correctamente, haciéndoles entender que la felicidad está más en compartir que en poseer, en ser que en tener, en dar que en recibir y en la austeridad que en el despilfarro.



Poniendo énfasis en la ética en la alimentación, para prevenir que vaya en contra de la salud al engordar o adelgazar excesivamente, hasta enfermarse.




No hay comentarios:

Publicar un comentario