lunes, 10 de enero de 2011

Saber donde dar el golpe

Antero Duks




Una ocasión, un navío cruzaba el océano con un cargamento de oro a bordo, era un barco potente capaz de enfrentarse a las tormentas navegando a todo vapor. Realizaba viajes de gran importancia, rodeado de todas las precauciones.


Pero un día, el motor sufre una descompostura. Inmediatamente el comandante llama al técnico del puerto más cercano, quien trabaja durante una semana sin obtener resultados.


Llaman entonces al mejor ingeniero naval del país más próximo, quién trabaja en el motor tres días completos, sin descanso, y tampoco obtiene nada. El barco continúa sin funcionar.


La empresa naviera llama entonces al mejor especialista del mundo en ese tipo de motores. El especialista llega, observa detenidamente el cuarto de máquinas, escucha el ruido del vapor, examina la instalación de los tubos, abre su caja de herramientas, saca un pequeño martillo, da un golpe en una válvula roja que estaba un poco suelta y guarda el martillo en su caja. Ordena encender los motores y todo funciona con normalidad.


Llegan las facturas a las oficinas de la empresa naviera. Por una semana de trabajo, el técnico del puerto más cercano cobra 700 dólares, 100 dólares por día. El ingeniero naval, por tres días de trabajo, cobra 900 dólares, 300 por día. Y el especialista por su parte, cobra 10,000 dólares por el servicio.


- ¿Cómo es que cobra 10,000 por un minuto de trabajo y un solo golpe de martillo? - se pregunta la empresa.


Consultado al respecto, el especialista envía el siguiente detalle de gastos:


"Por dar un golpe de martillo: 1 dólar.


Por saber dónde golpear: 9,999 dólares"


Más importante que dar el golpe, es saber dónde golpear.


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