martes, 4 de enero de 2011

La Liebre y la Tortuga

Antero Duks






La liebre vivía vanagloriándose de ser el animal más rápido del bosque:



- Ninguno de ustedes puede correr más rápido que yo - decía siempre


que se encontraba con otros animales.



Un día iba corriendo cuando vio a la tortuga que caminaba lentamente.



Comenzó a burlarse de ella, y la desafío a una carrera.



Para sorpresa de todos los habitantes del bosque, la tortuga aceptó el desafío.



- Te apuesto, amiga liebre, a que puedo llegar a la meta antes que tú.



- ¿Antes que yo, comadre? ¡¡¡Ja, ja, ja! ¿Oyeron? ¡Qué tonta! - exclamó la liebre.



- Tonta o no, te lo apuesto.



Así quedó concertado. Al día siguiente, todos los animales se reunieron para presenciar a la carrera.



La liebre llegó riéndose y no cesaba de exhibirse antes de comenzar la carrera. La tortuga se situó con parsimonia en la línea de partida.



Apenas inició la carrera, en pocos segundos la liebre ya había desaparecido en la curva. Corrió un buen trecho, distanciándose tanto que decidió detenerse para poder vanagloriarse aún más.



Doña tortuga proseguía su camino con lentitud y perseverancia.



La liebre, creyéndose con la victoria en la mano, se detuvo al sol y comenzó a rascarse, pensando en todo menos en la carrera. De repente abrió los ojos y vio a la tortuga que, con sus pasitos cortitos, ya estaba llegando a la meta. Salió disparada como flecha, saltando con toda la fuerza de sus largas piernas, pero la tortuga llegó primero.



- ¿De qué sirve correr tanto? - le dijo la tortuga a la liebre -. ¡He llegado a la meta antes que tú! ¿Y qué harías si llevaras la casa a cuestas como yo?



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