miércoles, 21 de diciembre de 2011

El agua de la desconfianza

 

Andrés Lajous

 

Pocas personas hablan del agua de la llave o sólo lo hacen para decir que sabe feo. Me veo, frente a extranjeros paseando por México, diciéndoles que es un mito el de la contaminación del agua en el DF. Les digo de chicotazo, sin estar completamente seguro, que es limpia, que en todo caso sabe a cloro.

 

Hace no mucho salieron las fotos de un parlamentario japonés tomando agua sacada de los dos reactores de la accidentada planta nuclear de Fukushima de un vaso transparente. La intención del mensaje era clara: estamos tan seguros de que el agua contaminada se ha tratado correctamente que un funcionario de alto nivel se somete al riesgo de confiar en su gobierno.

 

Vuelvo a ver esa foto, y pienso en las conversaciones que escucho sobre la potabilidad y gusto del agua sola en la ciudad de México. Algunas personas prefieren una marca sobre otra: quesque una tiene más minerales, quesque la otra tiene un proceso de purificación más natural, quesque una sabe más a plástico. Pocas personas hablan del agua de la llave o sólo lo hacen para decir que sabe feo. Me veo, frente a extranjeros paseando por México, diciéndoles que es un mito el de la contaminación del agua en el DF. Les digo de chicotazo, sin estar completamente seguro, que nuestra agua es limpia, que en todo caso sabe a cloro pero que no tienen de qué preocuparse. En un tono que combina lo machín y lo nacionalista, presumo que tomo agua de la llave y no me enfermo. Luego con un tono menos machín, y más de precavido y supuesto conocedor, explico que recientemente he comprado garrafones de agua para tener en casa, porque aunque el cloro mata a las bacterias temo que pueda tener metales pesados el agua de la llave. ¡Nadie quiere envenenarse con mercurio, plomo o desarrollar cáncer nada más por machín...y nacionalista!

 

Todavía me acuerdo de cuando empezaron a aparecer las botellas de agua en mi primaria.

 

Cada una valía 500 pesos (claro, de los viejos), y más bien eran vasos con una tapa de papel aluminio. El rumor era que el dueño de la escuela también era dueño de un pozo de agua mineral, que ahora está en manos de una transnacional. Se ha de haber hecho millonario.

 

Después, pienso en la última vez que fui a alguna oficina de gobierno; en sus reuniones y en sus cocteles; en sus salas de espera y conferencias. Y claro, ahí tampoco son machines ni nacionalistas.

 

Botellitas de agua por doquier. Las de la que saben a plástico, de la que tiene más minerales, de la más natural. Uno que otro garrafón por ahí, pero sobre todo botellitas. Cientos y miles de ellas que son sustituidas diligentemente todas las mañanas por quienes limpian las oficinas. ¿Cuánto confían en el sistema de agua de la ciudad? ¿Cuánto plástico genera la tan mala costumbre de las botellitas de agua? ¿Cuántos viajes de camión para entregar las botellitas, y cuántos viajes para tirarlas como basura? ¿Cuántos metros cuadrados de relleno sanitario para deshacerse de ellas?

 

En los últimos cuatro años todos los órganos de gobierno del DF han gastado en conjunto alrededor de 52 millones de pesos en botellas de agua según datos obtenidos a través de la ley de acceso a la información. En promedio 10.4 millones al año (y la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF) tendrá que explicar por qué en 2008 les dio tanta sed que creció cuatro veces su gasto en agua purificada). Quienes más gastan son la delegación Ixtapalapa que se acerca a los 2 millones de pesos al año, y la Secretaría de Salud que algunos años rebasa el millón de pesos.

 

En el último año el Gobierno del Distrito Federal (GDF) ha estado instalando bebederos con purificadores de agua en las escuelas. Cada uno de esos bebederos, que dice, produce agua 100% potable, cuesta alrededor de 100 mil pesos. Es decir, nada más con lo que se gastó en botellas de agua en 2010 el gobierno de la ciudad podría construir al menos 100 sistemas de purificación de agua en los edificios de la administración pública. ¿Y si hubiéramos gastado los 52 millones de pesos de los últimos cuatro años en mejorar la calidad del agua de provisión pública habría alguna diferencia?

 

El agua embotellada tiene que desaparecer pronto. Quiero ver al funcionario/a público que no por machín y nacionalistas, sino por reconocer la estupidez, destierre el agua embotellada de su oficina.

 

Este país gasta en agua embotellada lo que no gasta en darnos la confianza de que no moriremos simplemente por tomar agua del grifo.

 

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