viernes, 17 de diciembre de 2010

Carlos Abascal, lo que México perdió


Por: Rodrigo Iván Cortés Jiménez


Diciembre / 2010




Palabras de Rodrigo Iván Cortés Jiménez a nombre de la Fundación Carlos Abascal


2 de diciembre de 2010



Un liderazgo especial



Estimados amigos y amigas de la Fundación Carlos Abascal, es para mí un honor y causa de profunda alegría estar con ustedes en el mismo recinto donde se escuchó, de viva voz, al hombre que inspira nuestros esfuerzos.



A lo largo de nuestra vida nos podemos topar con mucha gente, sin embargo, si nos referimos al encuentro auténtico con una persona es algo más exigente, implica poner en juego lo que uno ha sido, lo que uno es, y sobre todo, lo que uno puede aspirar a ser. Un encuentro verdadero puede cambiarte la vida.



Tuve la fortuna de encontrarme con Carlos Abascal hace ya varios años, cuando yo dirigía un movimiento universitario y Carlos estaba al frente de un movimiento nacional de la sociedad civil que se llamaba Vertebra.



Desde muy pronto pude percibir en ese líder social algo que va más allá de lo que solemos ver, algo que de manera clásica se le ha llamado mística y que se expresa en el auténtico servicio de quienes se adentran en una tarea noble y no en quienes se encumbran en puestos a costa de los demás.



La mística, acudiendo al autor del "Manifiesto Humanista", el francés Mounier, es "el movimiento de acción en la integridad de su inspiración y el fervor de su juventud espiritual, viva en los corazones vivos", es por tanto esa mística la que ha animado a los grandes humanistas que se han puesto en acción, con ímpetu, para empujar la mejora de México.




Una vida para la trascendencia



Don Carlos murió como vivió, con alegría, con entereza, con un gran amor por Dios y por el prójimo, de cara siempre a la trascendencia, con lo cual, por cierto, no se alejaba de atender su particular deber y circunstancia, es más, por esta actitud trascendente encontraba el más pleno significado al instante que le tocaba vivir: desde ser mensajero hasta ser director general tras tres décadas de trabajo, desde el ser empresario hasta ser el responsable de la paz laboral y la conciliación del capital con el trabajo, desde ser secretario de estado, con las más altas responsabilidades de la república, hasta despachar desde una cama de hospital, batallando con alegría una enfermedad terminal.



Carlos era un realista con esperanza, como él mismo se auto definía:



"el realismo me ayuda a anclarme en el mundo, en mi circunstancia. Así puedo conocer mis posibilidades, mis limitaciones. Pero también hay en mí grandes dosis de esperanza, de expectativa, de confianza en Dios, en los demás y en mí mismo. Tengo la esperanza –insistía– de seguir avanzando en la vida para construir cosas que sean útiles para los demás y para mí."



Esa mezcla lo convirtió no en un soñador fatuo que construye castillos en el aire, sino que lo hizo un realista con esperanza que nos dejó obras de un humanismo práctico que le ayudó a ser realmente eficaz en aquello que emprendía, que no fue poco.



Los ideales lo iluminaron toda su vida y le dieron un horizonte de muy largo plazo, lo llevaron de regreso a la casa del Padre, como le gustaba decir, de manera afectiva, al día en que culminaran sus días.




Proyectar el legado



Don Carlos nos dejó un cierto vacío con su partida física, pero su presencia trascendente nos sigue animando de la misma manera como solía hacerlo en vida por donde pasaba, haciendo el bien, amando a su prójimo, ejerciendo la noble tarea de la política, ya fuera en el ámbito empresarial o laboral, en un partido o en el gobierno, en la familia o en la amistad.



Es por ello preciso saludar las iniciativas que honran su legado y que buscan que su mensaje y su testimonio siga vivo en corazones vivos. Nuestro país está ávido de hombres como él, cuya filosofía de vida y principios sean transmitidos a generaciones nuevas, que lo conozcan y sepan que es posible ser íntegros, conciliadores y plenos.



Estas iniciativas van desde la creación de círculos de formación, la creación de diplomados y especialidades universitarias, hasta la publicación de artículos y libros.




Los círculos de Formación Carlos Abascal



Quisiera detenerme en este momento en los círculos de formación.



Carlos Abascal daba una alta, muy alta relevancia a la formación de los jóvenes para hacer una mejor política. Todavía pueden resonar sus palabras, pronunciadas en este mismo recinto sólo unos días antes de su regreso a la casa del Padre:



"Me interesan especialmente los jóvenes (…)", y nos decía de manera contundente "Afirmo hoy más que nunca que la vida pública requiere de mujeres y hombres de vigoroso carácter moral, con una sólida formación espiritual, y con un compromiso indeclinable de ser cristianos de tiempo completo al servicio de la Nación".



En la culminación de su vida política Carlos Abascal dedicó tiempo y esfuerzo, a pesar de su ya precaria salud, a la formación de jóvenes políticos a través de lo que llamó el Circulo Tomás Moro, tomando como referencia el talante de aquel gran político inglés que se destacó tanto por su capacidad profesional, como por su humanismo y su profunda formación y vivencia cristiana.



Don Carlos eligió a unos 12 jóvenes políticos para formarlos en el humanismo integral y solidario, a partir del estudio y reflexión profunda de dos compendios, el del catecismo y el de la doctrina social de la iglesia.



Estaba convencido de la brevedad, claridad e integridad formativa de estos dos documentos. Los valoraba como instrumentos clave para el impulso del compromiso auténtico.



La invitación a ser miembro del círculo de formación incluía el compromiso explícito de que cada uno de ellos, a su vez, tenía que hacer lo mismo y fundar otros círculos de formación. Yo fui uno de esos afortunados y por ello pude ser testigo directo del profundo cariño y sacrificio con el que cumplía con esa función de maestro, la cual sólo se vio interrumpida por su ingreso al hospital y después con su partida.



Es por ello que la Fundación ha emprendido una labor formativa de jóvenes, con vocación social y política, en el humanismo integral y solidario, retomando esos dos documentos como instrumentos para el impulso del auténtico compromiso, con la visión de crear Círculos Carlos Abascal, que se desdoblen para su proyección nacional, conservando la metodología y vinculándolos con la Fundación con el respaldo de redes sociales virtuales como foros de formación comunitaria.




Sin miedo y con alegría



Estimados amigos y amigas de la Fundación, ante el gran reto de formar nuevas generaciones de jóvenes líderes políticos y sociales humanistas, a través de círculos de formación, publicaciones, especialidades y diplomados universitarios, así como encuentros y foros, tanto reales como virtuales, retomemos la entereza de aquel que nos inspira, encontremos en sus palabras, recientemente impresas en el libro "Ideas Fuerza de Carlos Abascal", el ánimo y la guía necesarios para emprender esta noble tarea.



Don Carlos nos decía:



"No tengamos miedo. Nos dirán que defendemos principios religiosos; les diremos que aunque algunas iglesias, las iglesias históricas sustentan los mismos valores, la ley natural es filosofía, derecho y democracia; nos llamaran fundamentalistas los fundamentalistas del relativismo, les demostraremos que la democracia no es viable sin valores absolutos; nos imputarán que violamos el Estado laico y les demostraremos nuestro compromiso con la laicidad del Estado como conquista de la civilización, porque no pretendemos que una ley religiosa se torne civil, sino que los derechos humanos, derivados de la naturaleza humana, se objetivicen en el derecho positivo; nos dirán que no entendemos las exigencias de la civilización y que por tanto, no estamos capacitados para participar en política, les diremos que tal postura es intolerante y antidemocrática; nos dedicarán todo tipo de adjetivos, ruindezas; nosotros respetaremos invariablemente a las personas que piensan diferente a nosotros pero al mismo tiempo seguiremos trabajando denodadamente por la verdad acerca de la persona y de la familia.



"No tengamos miedo"; los ciudadanos también saben valorar la coherencia, en especial de las y los políticos, los ciudadanos están ansiosos de coherencia en nosotros".



Trabajemos, pues, con la cara al descubierto, presentémonos ante la gente sin miedo, con la serena alegría que da el saber que estamos cumpliendo con la encomienda de formar nuevas generaciones de humanistas que no se limiten a administrar el poder o el dinero, sino que sean líderes de trasformación positiva, comprometidos con el bien común de nuestra nación.






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