jueves, 16 de diciembre de 2010

Efectos de la adopción gay, según el psicoanálisis. Parte XI

 

Por: José A. Pérez Stuart

| 06 de Diciembre de 2010

 

Ahora bien, también es importante considerar la diferencia, tan ampliamente resaltada en los últimos años, entre sexo y género. Es así que en este tenor tenemos que el término género proviene del campo de la literatura y se fue extendiendo de manera continua a partir de los años 60 tanto en el ámbito de la psicología como en el de la antropología.

 

Como quiera que esto último haya sido, el hecho es que al primero de dichos términos –el sexo–, se le ha dado una connotación biológica; en tanto al segundo –el género–, se le ha dado una especie de nacimiento, de construcción cultural, correspondiente a los roles o estereotipos que en cada sociedad se asignan a los sexos.

 

A partir de tal esquema es que se ha aplicado una diferenciación para discernir entre los aspectos biológicos, es decir "lo dado", y los factores culturales, es decir, "lo construido" (Marcuello, Ana Carmen, Sexo, género, identidad sexual y sus patologías, Biogenética, 2004). A partir de esto último, es que bien "el sexo, la identidad sexual, está determinada biológicamente de forma muy clara (…), de manera que podríamos decir que constituye 'lo dado', lo no elegible.

 

"Sin embargo la orientación sexual y la conducta sexual (heterosexualidad, bisexualidad, homosexualidad...), aun cuando tienen una base biológica, son configuradas por otros factores como la educación, los estereotipos, los factores culturales y el propio comportamiento elegido, puesto que hay un margen muy amplio de libertad en el modo en que cada sujeto conduce su sexualidad" (Idem). Y es precisamente a partir de tal esquema que se establece que:

 

·         Identidad sexual es la conciencia que tenemos cada uno de la identidad psico-biológica del propio sexo, y de la diferencia con relación al sexo opuesto.

·         Identidad de género es la conciencia de identidad psicológico-social-cultural del papel que desempeñan en la sociedad las personas de un determinado sexo.

Por tanto, tal y como se ha observado, el proceso de integración entre ambos permite a la persona actuar de forma coherente, equilibrada, conformando un todo armónico, estable, seguro, productivo y amoroso.

 

Por tanto, tal y como se ha observado, el proceso de integración entre ambos permite a la persona actuar de forma coherente, equilibrada, conformando un todo armónico, estable, seguro, productivo y amoroso.

 

El problema está en que de unos años a la fecha se ha difundido en algunos círculos de pensamiento la llamada "ideología del gender" o "ideología gender", según la cual la identidad de género no sólo se ha impuesto a cada uno, sino que incluso se ha violado la identidad sexual personal; es decir, para los teóricos de tal ideología, los llamados "sexo masculino" y "sexo femenino" son una imposición cultural, sin relación alguna con la  dimensión sexual de cada individuo.

 

Este es un motivo por el cual, en vez de observarse muchas de las conductas sexuales desequilibradas como lo que son, esto es, francas patologías producto de problemáticas familiares como las ya descritas, a partir de los postulados de la ideología gender, se pretende que sean "admitidas" como normales y convertidas incluso en "géneros".

 

El efecto inmediato de tal posición ha sido el de coadyuvar al debilitamiento del concepto tanto de varón como de mujer, dada la desfiguración de que son objeto, a su vez, las identidades masculina y femenina.

 

McDougall expone, claro, desde su óptica psicoanalítica, de lo que se trata; de cuál es la magnitud del fenómeno íntimo que se produce:

 

"Los desafíos que todo ser humano enfrenta –el de adquirir y asumir su sentimiento de identidad subjetiva, y el de conciliarse con su identidad sexuada y asumir su identidad sexual futura– exigen un considerable trabajo de duelo. Como ya lo hemos señalado, la alteridad y la monosexualidad son las principales heridas narcisistas para la psique del niño megalómano, aunque sean ricamente compensadas.

 

"Renunciar a los derechos derivados de la ilusión fusional, equivale a renunciar a las expectativas omnipotentes de una realización mágica de todo deseo, que remiten al paraíso perdido en el que las necesidades y los deseos del bebé eran satisfechos sin pasar por el código del lenguaje.

 

"La comprensión de esta renuncia consiste en la adquisición de la propia identidad separada, y en liberarse de la contracara del fantasma de la omnipotencia infantil: el de estar bajo la égida de la madre todopoderosa.

 

"El segundo desafío es el de integrar los deseos bisexuales incestuosos, renunciar al anhelo de pertenecer a los dos sexos y renunciar también a los deseos edípicos en sus dimensiones heterosexual y homosexual. Esta pérdida es entonces compensada por el don del deseo sexual y la promesa de relaciones amorosas en la vida adulta" (McDougall, Joyce, Op. Cit. p. 203 – 204.).

 

Como podemos observar, bajo la óptica de esta corriente psicoanalítica, además de reinar en cada paso lo dramático, lo traumático para el niño, pareciera como si el admitir la identidad sexual propia y actuar en consecuencia, fuera por sí mismo, constitucional, extraordinariamente doloroso para la persona en la más tierna infancia.

 

En el entendido de que la autora a la que hemos hecho referencia a lo largo del trabajo  mantiene un esquema preñado por el llamado mito de origen psicoanalítico –según el cual el niño presenta deseos  sexuales que nadie puede corroborar, pero sin embargo forman el sustento del que parte el freudismo–, tampoco puede ser pasado por alto el reconocimiento que hace de que la recompensa al infante, al conciliarse con su propia identidad sexuada, está representada por "el don del deseo sexual y la promesa de relaciones amorosas en la vida adulta".

 

La evidencia empírica demuestra, día con día, la validez de tal aseveración, producto de la amplia y profunda experiencia clínica de McDougall.

 

Es por ello que cuando la vivencia infantil se ve impedida de introyectar los roles de ambos progenitores e identificarse con uno de ellos, se desdibuja desde tierna edad la identidad sexual y, por lo tanto, se pone una barrera para el cumplimiento adulto de la vocación a la donación, a la entrega amorosa a la que naturalmente está llamado. Es por todo lo anterior que la crisis ontológica de la identidad de la que hemos hablado, se expresa en dos ámbitos:

 

·         El del origen de la vida misma, donde el hijo o la hija rechaza a uno o a los dos progenitores .

·         La crisis de la paternidad ya citada, que se manifiesta en conductas tales como la negación a casarse, la negación a procrear o el matrimonio entre homosexuales.

Estas dos conductas tienden peligrosamente a agravarse a nivel general, con motivo de  las experimentaciones que se han hecho, con base en descubrimientos que parecen haber servido a algunos para ya no ver ni verse como criatura hecha a imagen y semejanza de Dios, sino como un mero "producto que se puede fabricar, y cuando se puede fabricar se puede también destruir y sustituir por otras cosas" (Ratzinger, Joseph, 17 de octubre de 2004, coloquio con el historiador Galli dellaLoggia, Roma, Centro de Orientación Política).

 

Seres de laboratorio sin apego alguno, sin amor alguno, con la posibilidad de ser elaborados industrialmente, en serie y hasta por pedido.

 

Ahora bien, si todo esto es así; si todo lo que hemos expuesto es corroborable, pues está sustentado en la experiencia clínica, la pregunta final a que necesariamente se llega con el presente trabajo, parece ser inevitable:

 

Si desajustes de identidad se producen tanto en familias integradas como en las monoparentales, ¿cuál puede ser el efecto psíquico-sexual en el pequeño "de laboratorio" y/o cuando es adoptado por homosexuales?

 

Si toda la problemática que envuelve los desordenes de identidad ya expuestos llega incluso a producirse en familias integradas, donde el padre o en ocasiones la madre está cotidianamente ausente –física o afectuosamente para el niño–, surge entonces la interrogante: ¿qué puede esperarse, cuál puede ser el efecto psicológico en el niño cuando es adoptado por homosexuales?

 



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