sábado, 21 de enero de 2012

Havel, la muerte de un héroe

 

Por José de Jesús Castellanos

Enero de 2012

 

 

En occidente existen silencios recurrentes. Uno de ellos es el que rodea la figura del desaparecido Václav Havel, luchador por la libertad frente al comunismo. Este hombre que superó en su vida obstáculo tras obstáculo, forma ya parte de los hombres paradigmáticos que dieron vuelta a la historia a finales del Siglo XX.

 

La reciente muerte de quien fuera presidente de Checoslovaquia, primero, y de la República Checa, después, forma junto con Lech Walesa una dupla de hombres ejemplares que supieron luchar por la libertad en sus naciones oprimidas por la Unión Soviética, hasta lograr su independencia y el derrumbe del "socialismo real" cuya falsa cara se propagó por todo el mundo como una fórmula exitosa de desarrollo y por la que aún hay quienes ingenuamente suspiran en Occidente.

 

Havel se formó en la lucha frente a un sistema cerrado que incluso le impedía el acceso a los estudios por su procedencia familiar "burguesa". De esa manera se etiquetaba y discriminaba a la persona por aquello de la pertenencia a una clase que era vista como la enemiga sistemática del proletariado y a la que había que dominar y aplastar, hasta su aniquilamiento total.

 

Tras diversas experiencias laborales, Havel encontró en el arte la oportunidad de un desarrollo intelectual libre, que lo llevaría a oponerse al sistema socialista imperante, apoyando en su momento a Alexander Dubcek, el reformador que intentó liberarse del yugo soviético en lo que fuera conocido como "La Primavera de Praga" y terminara aplastada por los tanques soviéticos.

 

Hecho que pese a su aparente derrota, se expandió como una onda e impactó a algunos intelectuales y políticos de occidente que como verdaderos tontos útiles se dedicaban a impulsar el sistema soviético. Se engendró entonces lo que sería el eurocomunismo y revivirían las tesis de Gramsci frente al inocultable totalitarismo soviético.

 

Pese a los peligros que representaba, formó parte de los firmantes del "Manifiesto de las dos mil palabras", en 1970, lo que le costaría ser perseguido y encarcelado. Y en 1975 fundó el movimiento Carta 77, nuevamente ello le costó ser encarcelado y condenado por sedición. Tras su liberación en 1984, fue líder del Foro Cívico, movimiento que finamente lograría la llamada "Revolución de Terciopelo", que liberaría a su país del dominio soviético de una forma pacífica y ejemplar.

 

Havel fue Presidente de Checoslovaquia y le tocó vivir la partición de ese país en dos: las repúblicas Checa y Eslovaca, también de forma pacífica y buscando siempre la armonía de las dos naciones. Fue luchador incansable por la integración de su país de forma total al bloque occidental.

 

Václav Havel es un ejemplo notable de intelectual y poeta que, al mismo tiempo, supo participar y actuar exitosamente en política, asumiendo de manera responsable los cambios que era necesario realizar en su país, con valentía y acierto, para lograr erradicar de raíz en el gobierno todo vestigio del sistema comunista que había oprimido a su nación.

 

Frente a quienes propugnaban por cambios suaves y la conservación de la burocracia por "su experiencia", prefirió una inexperiencia temporal en el nuevo gobierno, frente a la posibilidad de un sabotaje permanente por parte de la nomenclatura enquistada en el poder. Gracias a ello logró una transición política exitosa y ejemplar, modelo en su tipo y admirada en todo el mundo.

 

El ejemplo de Havel debe ser recordado, porque representa una intelectualidad pujante y libre, pero no anarquizante, como la que asumen en no pocas ocasiones los intelectuales del occidente actual, que han contribuido más al deterioro intelectual y moral de sus naciones, que a su florecimiento. De ello es claro ejemplo la Europa actual y sus imitadores latinoamericanos.

 

Con la partida de Havel se empieza a cerrar un capítulo de la historia reciente en la lucha por la libertad. Hombres que dieron testimonio y minaron al antiguo sistema han sido olvidados o minimizados: Alexander Solyenitzin, Lech Walesa y otros más sin los cuales no hubiera sido posible la implosión del sistema soviético y cuyo símbolo fue la caída del Muro de Berlín en 1989, ya no son recordados ni conocidos por muchos, por lo que la partida del liberador checoslovaco, Václav Havel, no debe pasar desapercibida.

 

Sean estas líneas un sencillo homenaje a él y a su generación. Sirva su memoria como un recuerdo para quienes también estamos inmersos en una transición no tan exitosa, pero que no sin dificultades camina por el sendero de su perfección.

 

 

 

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