domingo, 28 de noviembre de 2010

Efectos de la adopción gay, según el psicoanálisis. Parte VIII

 

Por: José A. Pérez Stuart

Noviembre / 2010

 

De lo hasta aquí expuesto sobre esta visión psicoanalítica de la identidad sexual, se puede esquematizar lo siguiente:

 

1.    El niño descubre primeramente la alteridad, al otro.

2.    Posteriormente, posee anhelos bisexuales que le generan confusión.

3.    El descubrimiento –"igualmente traumático"—que hace de la diferencia sexual,no está vinculada a los "conflictos edípicos". Por el contrario, se produce con antelación a la supuesta aparición de esos conflictos que, de acuerdo a la teoría freudiana, todo niño aparentemente sufre.

4.    Por lo tanto, la raíz de la angustia que todo infante supuestamente sufre, se encontraría en la supuesta frustración de saberse monosexual y no poseedor de los sexos de ambos padres.

5.    El reconocimiento de la "monosexualidad" produciría, a su vez, una afectación  al narcisismo omnipotente de los niños, al enfrentar el hecho de que no lo pueden todo, porque no lo poseen todo (los dos sexos al mismo tiempo).

6.    Finalmente será hasta la llamada fase edípica cuando todo menor se vea obligado "a llegar a una conciliación con el deseo imposible de poseer a los dos progenitores, de pertenecer a los dos sexos y de encarnar los dos órganos genitales" (Idem., p., 12).

7.    Ello no obstante, el mero descubrimiento temprano de la diferencia de sexos también conduce a "la representación, lentamente adquirida, de la identidad de género"; aspecto muy importante, toda vez que "sobre esta base, el niño llegará a identificarse como un sujeto "masculino" o "femenino", no por la herencia biológica, sino a través de representaciones psíquicas transmitidas por el inconsciente de los dos progenitores, así como por su ambiente sociocultural" (Idem., p., 12).

 

Es así que finalmente, bajo esta óptica psicoanalítica siempre preñada de elementos trágicos, se producirá como una "afrenta imperdonable a la megalomanía infantil", el hecho de que "todos los niños deben aceptar la idea de que no pertenecerán jamás a los dos sexos, y de que sólo serán una mitad de la constelación sexual" (Idem., p., 17).

 

Es decir, que únicamente con lo que McDougall denomina mono-sexualidad –ya sea masculina o femenina­–, se logrará "alcanzar la representación simbólica de la complementariedad sexual" (Idem., p., 32). Sin embargo, advierte, que hay quienes "no llegan nunca a resolver estos traumas universales" ( Idem., p., 18): el de la diferencia sexual, el del descubrimiento de la alteridad y el de que somos mortales.

 

Lo que no puede pasarse por alto es esa condicionante que McDougall advierte: "el niño llegará a identificarse como un sujeto "masculino" o "femenino" (…) a través de las representaciones psíquicas transmitidas por el inconsciente de los dos progenitores, así como por su ambiente sociocultural". De los dos progenitores…

 

Los roles del padre y de la madre, pues, juegan un papel significativo, determinante en la conformación del hijo. Es una tarea mutua. De complementariedad. Es decir, el pequeño va introyectando tales roles y van produciéndose las consecuentes identificaciones. Con uno o con otro.

 

Es evidente que a partir de tal contexto, surgen serias, profundas interrogantes: ¿qué es lo que pasa cuando se produce la ausencia definitiva, temprana, del padre o de la madre? ¿El hecho de que en muchas latitudes, donde casi el 50 por ciento de los nuevos nacimientos provienen de madres solteras, es determinante para la explosión de la homosexualidad, de la feminización en los jóvenes?

 

Es evidente el daño al sano desarrollo psíquico-sexual de la persona cuando se presenta la carencia del referente paterno o materno, pero será por supuesto mayor cuando los padres son reemplazados, sustituidos o por dos hombres o por dos mujeres que practican el homosexualismo o el lesbianismo.

 

¿Bajo qué pauta será formado el menor? ¿Cuál será la "identidad" que asumirá? ¿Qué rol sexual le será impuesto? ¿Introyectará, por ejemplo, el papel pasivo o el papel activo de la relación sexual?

 

En el caso del varón, ¿le será impuesta la visión antinatural de que le corresponde una conducta sexual anal? En el caso de la mujer, ¿habrá de imponérsele la renuncia al don de la maternidad, expresado en una fisiología que le es natural, constitutiva?

 

 

 

 

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